Contra mi naturaleza y mis prejuicios, de la comedia El chef (Daniel Cohen, 2012), me interesó mucho más la tragedia latente. Esa vocación arrolladora del joven aspirante a cocinero, que le lleva a fracasar una y otra vez, que lo incapacita para cualquier solución de compromiso, que lo convierte en un tipo impertinente e inoportuno y que está a un tris de llevarse por delante su relación sentimental me parece, bromas propias de la comedia aparte, una cuestión muy seria y verdadera, realmente angustiosa.
lunes, 14 de enero de 2013
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6 comentarios:
Te confieso que no he visto la comedia a la que te refieres, pero de tu comentario me llama la atención el uso de la palabra vocación. Estoy de acuerdo contigo que, en ese marco vocacional, el que sea, el intentarlo (y fracasar) una y otra vez, negarse a soluciones de compromiso, o incluso arriesgar las relaciones sociales por la vocación, es una cuestión muy seria (¡y encomiable!). Claro, luego está ese calificativo "obsesiva" que pones junto a la vocación y que será lo que la convierte en angustiosa y al tipo en impertinente. Intentaré verla. BB
Mil gracias por tu comentario, BB. Tienes razón en que la adjetivación no es del todo fina. Ahora mismo la cambio.
Yo sí creo que están bien empleados los adjetivos. Toda vocación atendida, sobre todo si es creativa, produce vértigos. Un sufrimiento que sólo se salva por la necesidad casi "obsesiva" de expresarse. El sufrimiento, la obsesión nacen de la entrega. No hay vocación realmente atendida si no hay entrega.
Pues venía a felicitarte, que no sé por qué creía que era el 15, pero ya veo que me he colao.
Qué rabia, porque justo el 13 yo también pensé en tu madre y en ti, y en la cara que habríais puesto si hubierais oido al pobre lector de mi parroquia cuando leyó "el pábulo vacilante no lo apagará".
Con la entrada de mayo del 68, pensé en todos los hijos conservadores de los mayosdelsesentayocho, y no caí. De todos modos, según las cuentas normales, tú eres un niño de abril ¿no?
Que siento el retraso, Enrique, y muchísimas felicidades.
(y no te angusties. La vocación es una cuestión de lo más seria, pero tú respondes, y respondes con creces y con gran beneficio y alegría para tus lectores. La angustia, si no viene de la vocación desatendida, que no es tu caso, lo normal es que venga de cosas ajenas a la vocación. Es muy difícil distinguir, y eso en todos los terrenos que yo de vocaciones no sé mucho, qué es lo que se nos pide, qué es lo que no ponemos y qué es lo que ponemos de más. Yo al menos lo confundo todo. Iré a ver la peli, muchas gracias. Y otro montón de felicidades)
Muchísimas gracias a las dos.
Para la vocación artística, desde luego que "obsesivo" es adjetivo que viene a cuento. Pero acierta BB al ponerle peros si queremos que lo dicho resuene también a la vocación religiosa, que no es obsesiva no por menos absorbente, sino por absoluta; y es una resonancia a la que no podía negar.
El pábulo hizo que muchos os acordaseis de mí, qué bien, con permiso de Isaías. Y sí, las cuentas están hechas un poco por encima: ya se sabe, cuando se quiere ser ingenioso sucede que se miente un poco, como dijo el Principito, o se cuenta a brocha gorda. Ya me lo hizo notar JSR.
La película es comedia bastante intrascendente, aunque divertida, aviso. Es simplemente un tema transversal, y que yo traía medio puesto de casa, el de la vocación. Y muy fina, como siempre: me temo que mi angustia venía de cosas ajenas, y muy mundanas, claramente, pero lo mismo le pasa al protagonista.
Ciertamente a eso de la vocación -incluso poética- le sientan mejor el entusiasmo y el delirio divino que la obsesión.
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