viernes, 18 de octubre de 2013

Congreso Caballero Bonald


No me cupieron en el artículo que, con ocasión del XV Congreso de la F. de Caballero Bonald, dedicado a los premios Cervantes, me habían pedido sobre José Emilio Pacheco, muchos de sus estupendos poemas y fragmentos (¡ay, pobre Barbero del rey de Suecia, al que cortan a navaja, trasquilador trasquilado!). En la cena de gala, a la que fui cortésmente invitado por la anfitriona jerezana, tuve que morderme la lengua para no soltar, en plan discurso del Quijote a los cabreros, un poema que venía a cuento, pero entre tantos Premios Cervantes —4— uno se sentía y era un Sancho Panza, y en boca callada no entran moscas y al buen callar lo llaman, precisamente, Sancho. 

Se hablaba en la cena de Cataluña —no, no, se hablaba en verdad de los nacionalistas, que yo había llevado no hacía ni diez minutos en volandas, a la sillita reina, nada menos, a una porción mejor de Cataluña, cuando habíamos tenido que cruzar una calle de viejo empedrado con la silla de ruedas de Ana María Matute a cuestas (cuánto honor). La mamá del abuelo de Jorge Edwards era catalana, por cierto. Pero el caso es que de los nacionalistas se está hablado muchísimo en el Congreso, y el rechazo es un contenido transversal, lo que a mí, ideológicamente atravesado y solitario casi siempre, me hace gracia. 

El poema de Pacheco que yo habría citado de no hallarme en modo "escucha reverencial", hubiese sido éste, que suelto aquí en el blog, donde soy mi propio caballero de mi verde gabán:


.......ALTA TRAICIÓN 

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto
 
es inasible. 
Pero (aunque suene mal) daría la vida 
por diez lugares suyos, cierta gente, 
puertos, bosques de pinos, fortalezas, 
una ciudad deshecha, gris, monstruosa, 
varias figuras de su historia, 
montañas 
(y tres o cuatro ríos).


A continuación, y aunque sonase mal, yo habría precisado que de esos lugares, esa gente, esos puertos, bosques, fortalezas, ciudades, figuras de la historia, montañas y ríos algunos están en y son de Cataluña. (Algunos otros de México.)

***

Lo que si me cupo en el artículo fue un homenaje a José Jiménez Lozano. Cuando lo escribí pensé que era uno de los grandes olvidados del Congreso y me dispuse a compensar, pero ya con el texto enviado a la redacción del periódico, lo nombraron mucho y para mal. Y me alegré de mi mención honorífica y más cervantina para él que para nadie; y de haber mandado ya el artículo, porque si no hubiese entrado como don Quijote a galope tendido, y tampoco era eso, con lo que digo basta.

***



4 comentarios:

Aitor Suárez (de zUmO dE pOeSíA) dijo...

Vino a recoger el Cervantes y, desacostumbrado a llevar smoking, se le bajó el pantalón y por un momento se quedó en calzoncillos. En el Abc publicaron la foto. Me reí y, aunque obviamente fue algo involuntario, pensé que ese golpe de efecto no se le habría ocurrido ni a C. J. Cela.

Cavalcanti dijo...

Se atribuye a Cánovas la ocurrencia de que es español quien no puede ser otra cosa. Confirmo –tampoco sin fatalismo- que a una cierta edad un español no puede ser otra cosa que español. Oh paradoja, estos nacionalismos son de lo más español que hay. Cuanto más se recriminan, más españoles son. ¡Quién pudiera, en estos momentos, perderse por La Garrotxa o, mejor, estar en Babia!

E. G-Máiquez dijo...


Qué maravilla. Garrocha es el apellido catalán de Jorge Edwards, que había olvidado. Pero tú, Cavalcanti, no te nos pierdas, eh.

Inmaculada Moreno dijo...

Y, además, el poema de José Emilio Pacheco es una excelencia; me has traído una vez más la dicha de la gran poesía. Gracias