lunes, 1 de abril de 2019

Frenazo

Lo máximo de un poema es cuando te hace hacer algo. Te empuja. Hoy unos versos de Antonio Manilla en Suavemente ribera (Visor, 2019) me han hecho dar un repentino frenazo, aparcar el coche apresuradamente y pasearme entre las tumbas. He visitado a mi madre y a mis abuelos en el cementerio. 

Ayer le había leído a Manilla:


Aguarda, caminante,
y piensa en el viajero de mañana
que ha de pasar junto a tu tumba un día
que espero muy remoto:


querrás que se detenga y haga un alto,
comparta su calor contigo, diga
tal vez unas palabras
que te acerquen la vida que hay ahí fuera.


Si no por mí, desconocido al cabo,
ten compasión de ti.

Claro que en mi caso, no se trataba de desconocidos, ni mucho menos. Son ellos, además, los que han tenido compasión de mí.


No hay comentarios: