martes, 23 de abril de 2019

Lara Cantizani


La presentación ayer del libro de Manolo Lara Cantizani fue de todo: íntima, lírica, emocionante y, sobre todo, graciosa. Qué tío. Con su tumor cerebral consiguió hablarnos de poesía y hacernos reír, como propone este haiku que escribió cinco minutos antes de entrar al quirófano:

Amor y humor
contra todo lo peor.
Vuelvo en un rato.

Se despertó de la anestesia dictando haikus, que la enfermera apuntó y le pegó con esparadrapos para que no se le perdieran. El cirujano, cuando fue a verlo, gritó: "Qué te ha pasado en el brazo". "Nada, son haikus".

También nos contó que ya no hace deporte, y que se dedica a ir por España vendiendo su libro de haikus cuyos beneficios dona a la investigación contra el cáncer. Ahora es culturista: hace turismo con la poesía por bandera. Ni en su libro ni en sus palabras una queja. Apenas, en ciento y pico páginas, un guiño japonés:

A la ventana,
llegan palomas blancas. 
(Bueno, son grises.)

Nos reímos especialmente con las confusiones que produce su sabia costumbre de firmar con sus dos apellidos. Carmen Calvo le escribió: "Querida amiga, cómo se nota la mano femenina en tus libros". Le invitaron a leer poemas un ocho de marzo y cuando le vieron aparecer con barba se llevaron un susto. Le preguntaron, aún indecisos: "Pero, ¿tú eres un hombre, no?" Por suerte, entonces, llevaba el pelo muy largo, y, además, siempre ha escrito poemas a las mujeres, de las que es firme partidario, y que leyó entonces.

Lara Cantizani, amante de los haikus, es demasiado grande para ser él otro haiku. Es una sextina.

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