lunes, 6 de mayo de 2019

Guardia


Hoy en la guardia he dejado que los niños leyesen lo que les pareciera. En la primera fila, enfrente de la mesa del profesor, dos chicos leían un cómic, y uno se reía con una risa estridente, absoluta, molestísima.

He ido a reñirle.

Pero me he dado cuenta a tiempo de que se reía así para que una chica de cuatro o cinco filas más atrás viese lo bien que se lo pasa a pesar de no estar charlando ni en grupo ni en las filas finales. Me habría encantado explicarle que así no se hacen las cosas y que se le iba a salir el ojo por el rabillo de tanto mirar para atrás, pero supongo que hay cosas que uno tiene que aprender solo.

Me he limitado a hacer oídos sordos a su risa cacareante.


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