lunes, 1 de mayo de 2006

Más Chesterton


Tenía el gusto de no conocer al tal Alberto Manguel. El hombre prologa una nueva traducción de G. K. Chesterton, Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos), antología de artículos (la traducción dice “ensayos” y debiera decir “artículos”: se trata de un falso amigo, aunque el error es sugerente).

Manguel sigue el manual de instrucciones de lo políticamente correcto. Achaca a Chesterton machismo y antisemitismo y que su antimperialismo no era del bueno, pues en vez de basarse en el cosmopolitismo se construía sobre el patriotismo. Remata [nunca mejor dicho] diciendo que a él le gusta el estilo chestertoniano, pero no lo que defiende, como si fueran compartimentos estancos, que no lo son: la propia prosa de Chesterton es la más feliz apología de sus ideas.

Pero nada de eso motiva esta indignada nota. Lo que me molesta del repeinado prólogo de Manguel es que nos cuente que Frances Blogg, la novia, la futura señora de Chesterton, era católica romana. Eso desvirtúa la emocionante aventura espiritual de ambos.

Chesterton andaba religiosamente inquieto después de que el demonio [sic] le convenciera de la existencia de Dios. En 1896 conoce a Frances, una ferviente anglo-católica (otro falso amigo para Manguel, que lo entiende como “una católica inglesa”, cuando en realidad el Anglocatolicismo, como todo el mundo sabe, es el sector más extremo de la "high church" de la iglesia de Inglaterra, al que pertenecían, antes de convertirse, Newman o Evelyn Waugh, entre otros). A raíz del encuentro, que acabó en boda en 1901, se produce una segunda conversión, esta vez a la práctica del cristianismo. Chesterton abandona sus recelos en contra de la religión institucional y sus escritos anticlericales.

Comienza entonces, de forma paulatina, su acercamiento intelectual a Roma, hasta transformarse en un no-católico que era, a la vez, el campeón nacional del catolicismo en Inglaterra, paradoja absolutamente chertertoniana. “El martillo de herejes --se pregunta Joseph Pierce--, ¿no era un hereje a su vez?” A pesar de ser el autor de Ortodoxia, ninguno de sus amigos espera una última y definitiva conversión, precisamente por su mujer, que se opone y de la que dependía para todo. Entre ellos, el padre O’Connor disculpaba a Chesterton entendiendo que “necesitaría a Frances para llevarle a la iglesia, para encontrar el sitio en el misal o para examinar su conciencia por él cuando fuese a confesar”.

Sin embargo, G. K. C. sorprende a propios más que a extraños, al ser recibido en la Iglesia Católica (tercera y última conversión de su vida) el 30 de julio de 1922. Esto provocó un disgusto de muerte a su mujer, que no dejó de llorar ni un momento durante la ceremonia. Los que conocían bien a los Chesterton siempre se admiraron del heroísmo, de una épica íntima, que tuvo el marido al decidirse finalmente en solitario, sin ni siquiera la aprobación de su esposa. Luego, seis años más tarde, Frances se hizo católica [Ahora sí, Manguel], dándole a Gilbert una de las mayores alegrías de su vida, que ya es decir, porque él se la pasó alegrándose por todo.

Es la belleza de esta novela verdadera, la más chestertoniana de todas, la que el prologuista nos escamotea. Llevo con resignación que me venga con sus prejuicios posmodernos, pues uno ya lee esas cosas como quien oye llover en el tópico; pero que nos birle una hermosa historia de amor y búsqueda de la verdad, con la falta que nos hacen, no puedo permitirlo. Y aquí queda mi protesta. Y aquí la de otro.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Te tienes merecido el disgusto por leer prólogos, que no escarmientas...

Ángel Ruiz dijo...
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Ángel Ruiz dijo...

Nada, que no lo consigo: http://www.compostela.blogspot.com/2005/12/chesterton.html

E. G-Máiquez dijo...

Ya la he subido a la entrada original. Pena de que entonces aún no te leía, pues me podía haber ahorrado el trabajo con un simple enlace.
Un abrazo

E. G-Máiquez dijo...

Resolución

A partir de ahora llamaré a mi cuaderno (con el permiso de Fernando do Vale) blogg en homenaje a Chesterton y señora.

Aquilino Duque dijo...

Muy interesante. Me recuerda a los que decían que de Pemán, tan chestertoniano por cierto, les gustaba cómo escribía pero no lo que escribía. También de Hitchcock decía eso el "genio" de J. A. Bardem. Aquilino

Anónimo dijo...

Ejemplar crítica. Aunque yo no soy "chestertoniano", me parece un lindo homenaje a la esposa de don G.K volver al "blogg". Lo de no ser "chestertoniano" lo digo con pena y con sana envidia de los que sí lo sois. A mi me gusta el fútbol y algunos amigos míos que no les gusta, en absoluto, me han llegado a decir: "lástima de que no me guste porque tendría un motivo más para disfrutar en la vida". Este mismo argumento es el que utilizo yo ahora, si me perdonan la vulgar comparación. Aunque preciso más: no es que no disfrute con G.K., es que no me he puesto a leerlo con tranquilidad.

P.S.- Ah!.... tantos libros por leer....!

Anónimo dijo...

Pues seguro que tiene algún amigo que le pueda prestar El Napoleón de Notting Hill, El hombre que fue Jueves, o algo del Padre Brown, o el San Francisco de Asís. Piense, piense.

Anónimo dijo...

Fernando, anímate, que la vida es demasiado breve (beades dixit), y Chesterton demasiado luminoso como para no disfrutar con él. Adaldrida podría prestarte gustosa su lepanto y otros poemas (usted es un poeta portugués, o no?), y así comienzas por el lado menos visto de GKC. Eso sí, te lo presta cuando lo reponga (o sea, en dos días), porque tuvo la mala sombra de regalarlo.

E. G-Máiquez dijo...

Cierto. Demasiados libros y demasiado poco tiempo, don Fernando; por eso, mañana, tendremos sesión del barbero del rey de Suecia. Aunque no con Chesterton, que es casi imposible de afeitar: sus libros hay que leérselos con barba y todo... Ánimo, que no todo es Pessoa...
Gracias, y hasta mañana

Anónimo dijo...

Queridos Juan Luis, LLir y Enrique: gracias a Dios, la biblioteca de los amigos es la bibliteca de uno mismo (aunque a veces se pierdan libros e incluso amigos) pero el problema no es ese. En ocasiones, por más que te recomienden la lectura de algún autor, insistentemente, no logras enganchar con él. Con los autores -con sus libros- pasa también lo que con el enamoramiento: por más que te hablen de las cualidades de una muchacha y te alaben su bondad, belleza, inteligencia, etc... tiene que haber chispa. Y no prendió ésta entre GK y yo, por ahora.

P.S.- Hace tiempo que Pessoa dejó de ser alimento diario. Sólo picoteo de él muy de vez en cuando.

Anónimo dijo...

Casi tan malo como ser políticamente correcto es ser un cebollón. Traducir "Essay" por "ensayo" no supone haber tropezado con un falso amigo porque no todo son artículos en ese libro y el propio Chesterton insiste en el carácter que tienen de "pruebas" o "intentos", y el lenguaje se puede forzar ¿sabe?
Concedido, Manguel es un papanatas.
Comprobado, es usted un cebollón

E. G-Máiquez dijo...

Estimado Sartor;

no se excite, hombre. Y relea mi post. Ya decía yo que aunque la traducción no es exacta (en español un ensayo es otra cosa bien distinta) era "muy sugerente". El error contra el que arremeto es el del anglocatolicismo. Claro que sé que en una traducción se puede forzar; es más, eso es lo que más me han criticado de las mías, creo que sin razón, porque comparto con usted la idea de salvar las sugerencias y las riquezas del lenguaje.
Y hablando de lenguaje, ¿qué significa concretamente ser un cebollón? ¿Cómo lo traduciría al inglés, por ejemplo? No suena bien, desde luego, pero supongo que encierra matices que, honestamente, se me escapan.
Por lo demás, si abandona ese tono entre agresivo y horticultor que no viene a cuento, aquí tiene usted su blogg.

Anónimo dijo...

Tiene usted razón en lo del tono agresivo de mi comentario. Mis disculpas.

E. G-Máiquez dijo...

Nada que disculpar. Mucho que agradecer. Ando estos días entretenido con un prólogo a una traducción de Chesterton y su comentario horticultor, bien regado, ha dado ciertos frutos, que ya compartiré con usted. Alguien que recuerda a Kierkegaard puede permitirse algún exceso verbal.