martes, 3 de noviembre de 2009

Totoro y yo


Qué chico es el mundo, sí, pero qué grande a la vez la Aldea Global. Me entero en Argentina de que en Madrid ponen となりのトトロ, así que en el Puerto tomo corriendo un 猫バス o Nekobasu o gatobús que me planta en un periquete en Martín de los Heros, esquina plaza de España, y veo la película. Voy con Mónica y Jaime. Y Jaime, en el célebre juego del caínyabel, me gana dos a cero.

Uno a cero: desde que la niña Satsuki ha exclamado: “¡Somos el viento!”, siento que Hayao Miyazaki me acaba de regalar el primer verso de un haiku, pero no logro seguir solo o no hace falta. Sin embargo, cuando Totoro salta bajo un árbol para que con el temblor de tierra le caigan las gotas de lluvia redobladas, recuerdo un haiku de Jaime:
En cuanto escampa,
se refugia la lluvia
bajo los árboles.
A la salida, encantados, comentamos la mágica sincronía entre la emoción del mundo infantil y el interés nuestro de mayores que consigue la película sin hacer trampas. Jaime entonces apunta: “Es como en Platero y yo”. Y lo es. Dos a cero.

9 comentarios:

Ignacio dijo...

Je, je. Aprovecha mientras puedas, que dentro de unos meses se acabó el lujo de las escapadas sin planear para ver una peli o probar un restaurante nuevo.

(Y tú tan feliz de quedarte sin ello, claro, si no no te lo diría)

Artemi dijo...

Enrique, te escribo para pedirte un favor. Como tú soy profesor de bachillerato y estoy dirigiendo un trabajo a un alumno sobre la pervivencia de la poesía de la experiencia (o como quieran llamarla) en el siglo XXI. Perdona que abuse de tu tiempo. ¿Podrías darme la pista de algunos poetas jóvenes -o menos jóvenes- que hayan publicado en este siglo bajo la influencia de esa estética? Vaya mi agradecimiento por adelantado. Un abrazo y muchísimas gracias. Por cierto, a mis alumnos les gusta mucho "Casa Propia". Ya sabes que a mí también.

CB dijo...

Muchas gracias! Vamos corriendo.
No sé como se juega a caínyabel y no quiero quitarle méritos a tu hermano Jaime (al que recomiendo que, si los cortes de agua obedecen a alguna gallardonada en las cercanías de su casa, corra a regalarle una regadera a Mónica para rematar la faena, que son muy socorridas y va a hacerle buena falta), pero con esa carrera para coger el gatobus, rápido como el viento, y escribiendo en japonés, yo creo que le empatas.

Manupé dijo...

Que arte más grande.
No me he enterado de nada.Vamos, que ni frio ni calor, a cero grados.

Adaldrida dijo...

¡Yo tampoco...! Y me da una rabia...

E. G-Máiquez dijo...

Vaya, Manupé y Llir, ya siento que el japonés os suene a chino. Tengo que practicar más. Menos mal que siempre me quedará CB.

Y Artemi, mi idea es que lo que la gente llama "poesía de la experiencia" no es más que la poesía de toda la vida, o una poesía de toda la vida: Safo, esa poeta de la experiencia, como Arquíloco, como Horacio, como Lope de Vega, etc. Y por tanto, si hay suerte, pervivirá bastante. El poemario de Jesús Cotta, A merced de los pájaros es el último ejemplo que se me viene a la cabeza. Estupendo, por cierto.

Artemi dijo...

¡Muchas gracias! De todos modos te objetaría que es la poesía de toda la vida que no siempre se escribe... Voy a por el libro de Jesús cotta. Saludos.

Artemi dijo...

Perdona que continúe la conversación. Me acabo de acordar de que leyendo una antología de Carmelo Guillén (por cierto, que gran poeta) encontré tu nombre y un poema tuyo, encasillado dentro de esa "poesía de la experiencia". También me acuerdo ahora de que leyento tu libro "Lo que ha llovido" discutías con Miguel D´Ors y otro escritor -hablo de memoria, el libro se lo deje a un alumno- sobre lo oportuno de hablar de generaciones. Sólo recuerdo la postura de D´Ors, que estaba a favor de ellas, y eso por la amistad. No recuerdo si tú te pronunciabas al respecto, creo que no. ¿lo harías ahora?

Jaime dijo...

Pero bueno! Te has anulado varios goles... que yo creo reglamentarios. Te gané porque éramos más en el campo y tú jugabas fuera de casa y solo. J