domingo, 30 de enero de 2011

Cambio de planes

El trampolínk para mi artículo de hoy se me ha ido convirtiendo entre los dedos en otro artículo, y como está la cosa muy mala y hay que ahorrar, lo he guardado avaramente para el miércoles.

En cambio no pensaba colgar la otra glosa que publico en el Semanario Alba sobre lenguaje. Pero el comentario de Dal del otro día me ha --además de emocionarme-- animado. Aquí va. Espero no aburriros:


Me he llevado años envidiándoles la palabra “aburridor” a los colombianos. Nosotros usamos “aburrido”, que califica sólo el triste estado del paciente paciente. Con “aburridor” se describe al agente activo del aburrimiento, a aquel que lo provoca, y de paso, como quien no quiere la cosa, se le insulta un poco, en venganza. Sin embargo, he leído un “Elogio de los pelmazos” de mi inseparable Chesterton, donde demuestra que los aburridores no existen. Sólo hay gente que no sabe prestar la suficiente atención o que es incapaz de descubrir el lado interesante de lo que cuenta el aparente aburridor. Me ha convencido y me he alegrado de que nuestro español de aquí, tan vapuleado, no conozca más que la palabra "aburrido". 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Enrique,
Quería decirte lo que me gustan tus clases, se me pasa el tiempo volando. Me encanta. Ojalá duraran más horas.
Quería haber esperado al final de curso para decírtelo porque no quiero que parezca que le hago la pelota al profesor. He pensado que a ti también te gustaría que te lo dijeran así que... Hala! dicho está!
Gracias por ser como eres.
Un saludo.
Patricia (alumna del CAE)

E. G-Máiquez dijo...

Es esta una entrada perfecta para hacerme el comentario. Yo me quedo tranquilo de no ser un aburridor y queda claro que el mérito es sobre todo vuestro por no ser aburridas. Muchas gracias, Patricia.

Mery dijo...

Fabuloso estado de optimismo el descubrir que no hay aburridores. Tomo nota.

Anónimo dijo...

Para mí que pelmazo y aburridor resultan sinónimos: los dos te quitan la paz y ninguno te hace compañía. Unamuno lo clavó y tú también, Enrique, lo podías clavar en tu chinchetario.
Jerónimo

E. G-Máiquez dijo...

Eso es, Mery. Da alegría la teoría, lo malo es que vienen Jerónimo-Unamuno y nos clavan la práctica hasta la bola. Un abrazo, E.

Pablo dijo...

Esa misma idea se la oí hace años al filósofo Leonardo Polo, en una conferencia titulada Interés, aburrimiento y terror. Polo la exponía, con mucha menos gracia, en la jerga de su oficio: El aburrimiento es un problema de falta de interés en el sujeto. La falta de interés en el objeto, si acaso, producirá terror.

También me has hecho acordarme de esta frase: «La nobleza de Inglaterra bostezaría de aburrimiento en el Sermón de la Montaña». No sé si la dijo el autor del Elogio de la lucura o el del Elogio del pelmazo. O tal vez un personaje de Brave heart.

Espero no haberte resultado un pelmazo. En todo caso, sé que no te habré aburrido.

E. G-Máiquez dijo...

Muy interesante Polo. Y un comentario, Pablo, nada aburrido. Gracias.