A pesar de la sangre azul, en la de Leonor no faltan glóbulos rojos, como debería, sino blancos. Cada análisis de sangre saltan las alarmas, hasta que convence al facultativo de turno que esos niveles los ha tenido siempre así de bajos. La novedad es que el otro día, en una reunión de trabajo, un exótico extranjero le pidió la mano para leérsela. Y zas: le dijo que tenía poca sangre (sic) y que padecería del corazón. Estaba, por los antecedentes científicos, un tanto impresionada. Le animó mi empatía, al ver que me ponía repentinamente blanco y serio. Se alegró de verme tan preocupado, confortada. (Ya no dije que era por eso de que le cogiese la mano un propio que pasaba por allí.)
sábado, 20 de diciembre de 2014
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2 comentarios:
Al menos no le dijo que tenía mala sangre.
Es geniaaaaal ese final.
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