jueves, 6 de julio de 2006

Ars moriendi

Ayer publiqué un artículo en "La Gaceta de los Negocios" acerca del accidente de Valencia. Me fijaba en cómo cuando pasa algo así todos, incluso el político que sistemáticamente ataca a la familia o el ciudadano que se enchufa a "Aquí hay tomate", todos pensamos en los familiares de las víctimas. Con el subconsciente o con el supraconsciente, estamos de acuerdo en que el sitio de morirse es la familia. El pensamiento entonces se me fue hacia la muerte de don Rodrigo, el padre de las Coplas, que para mí es el epítome de muerte ideal.
[...]
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,

diciendo, "Buen caballero
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.

[...]

Así, con tal entender
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer,
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma al que se la dio,
(la cual la dio en el cielo,
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.

Qué educada la Muerte, llamando a la puerta antes de entrar y retratándose, humildemente, como un "trago" y una "afrenta". Muy significativo que ella haga una argumentación pagana, y que sean don Rodrigo y Jorge Manrique los que rectifican y vuelven los ojos a Dios. Y qué serenidad dolida en todos los versos. El papel consolador de la memoria emociona y queda resonando más allá del final del poema. (A propósito de la importancia de recordar, visítese esta entrada memorable.)

Probablemente, Las coplas a la muerte de su padre influyeron en la muerte de don Quijote, esa otra cumbre. Hay un punto de rebaja (no mujer, sino Sancho; no hijos, sino sobrina; no criados, sino ama; no hermanos, sino cura y barbero...) y un quiebro de pudor ("quiero decir, que se murió"), pero eso, que humaniza y enternece, lo puede hacer Cervantes porque escribe sobre el telón de fondo de la muerte manriqueña.

Y además no aplicó a don Quijote ni una gota de guasa que no apurase él mismo en su famosa y propia despedida del prólogo del Persiles y Segismunda:

¡A Dios, gracias; a Dios, donaires; a Dios, regocijados amigos: que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!

Además de las polisemias del "a Dios", aquí en la superficie, y del "gracias", lo de "donaires"tiene su chufla, ¿no? ¿Y qué decís de lo de "regocijados"? De este modo Cervantes le va quitando tensión a lo de irse muriendo, que tiene que hacerlo porque la mujer, los hijos, los hermanos y criados somos nosotros, los lectores. Pero lo mejor es eso de veros presto en la otra vida. Te entran ganas de replicar: "Hombre, prisa no hay..." Aunque reconocemos que es una chufla tiernísima y llena de buenos deseos: "veros presto contentos". Pues eso.

13 comentarios:

Adaldrida dijo...

Soy tan bruta que no conocía el texto de Cervantes, me ha encantado. Las coplas sí, pero gusta que alguien como tú las recuerde.

E. G-Máiquez dijo...

Bruta no, Rocío, eres joven... A mí, que no tanto, también me queda por leer lo que no está en los escritos (si se me permite la paradójica expresión).

Anónimo dijo...

¿Y no estará García Lorca en esta tradición cuando escribe su romance sonámbulo?

"-Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda".

E. G-Máiquez dijo...

Muy bien visto, Mora-Fandos, lo de la lectura teológica... Pero a pesar de todo ese "presto" sigue siendo algo inquietante. ¿No imaginas la sonrisa buena del envejecido Cervantes mientras nos lo dice?

Anónimo dijo...

Lo de morir entre los tuyos es algo que siempre buscamos. El otro día me enteré de un asunto controvertido en USA, donde se está permitiendo en algunos hospitales que pueda entrar los familiares en las salas de resurrección, donde el 90% de los pacientes fallece, para evitar la mortal soledad.

Breo Tosar dijo...

El otro día estuve hablando con una chica licenciada en Filología Hispánica en una universidad catalana (cuyo nombre no quiero acordarme) que estaba preparando oposiciones a profesora de secundaria. Con gran sorpresa descubrí que en toda la carrera no se había leído "El Quijote" -ni siquiera lo habían trabajado-.
Ya es imperdonable que los alumnos que acaban Bachillerato lleguen a la universidad sin haber leído una página de la mejor novela de todos los tiempos. Pero más triste es todavía que existan facultades de filología en España donde ni siquiera se hable de esta obra.
En cambio, en los países nórdicos la mayoría de los universitarios han leído el libro de Cervantes.
¿Dónde vamos a llegar si la Incultura ha llegado incluso a la misma ministra? Por eso yo me exilio al Norte.

Corina Dávalos dijo...

A mí como a Rocío, me pilla de nuevas...y creo que no tengo la excusa de los años. Respecto de la poesía podría decir con San Agustín aquello de tarde te amé. Gracias por desempolvar poemas para que yo pueda estrenarlos.
Y por supuesto, viejo amigo de la familia (para la modernidad tres años son tiempos remotos..., les daré recuerdos de tu parte, de parte de la foto completa. Saludos!

Inma dijo...

Me agarro a mi inexperta juventud más que para justificar que tampoco conocía el texto -y que me ha gustado, especialmente por cómo lo hilvana Enrique dentro del suyo- para hacerte ver que aún me quedan muuchos textos más por conocer, es decir, para pedir que nos sigas enseñando cosas con estas entradas tuyas,

y sin querer ser ceniza también me gusta que de vez en cuando aparezca en estos bloggs el aviso de la muerte malandante, que tampoco va mal, tan oculta como la tenemos en estos tiempos de " frívolas rutinas"...

Juan Ignacio dijo...

Estaba hablando de la muerte este blog cuando lo conocí (y estaba una lectora de este blog que es la mujer del autor diciéndole que cuánto que hablaba de ello) y me enganché.

Y hoy sigue con ello, ¡qué gusto! (coincido con la comentarista anterior).

Dices: "El papel consolador de la memoria emociona y queda resonando más allá del final del poema."

Y eso me da una nueva visión de las tradicionales Coplas (que justo ayer leía un poco, de casualidad, en Internet).

Pues el comienzo de las coplas, con eso de "...cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor", yo lo veía como una crítica, como algo batante negativo.

Y sin embargo ahora pienso que quizás eso también sea parte de el papel consolador de la memoria, y no sea tan malo.

Todo me pasa por no haber leído las Coplas completas (confieso).

Pero este no es el tema de la entrada, y no es mi intención desviarlo.

El tema es las ganas de morir con la familia. Y creo que es así. Aunque me gustaría pensarlo más.

Eso sí, con o sin la familia, es tradicional por estos lugares, y abundante tema folklórico, pedir ser enterrado en donde uno nació.

Saludos.

Anónimo dijo...

No se va a caer el mundo por no conocer ese texto, eso desde luego, se tenga la edad que se tenga. Pero podría considerarse delito si se es Licenciado/a en Filología Hispánica. Todo el mundo tiene carencias, pero declararlas tan abierta (o inocentemente)me parece pasmoso. Y en la Universidad de Sevilla sí se estudia la obra de Cervantes.
En cuanto al "post" de E. G-Maíquez he de reconocer, que en contra de lo habitual, me gustó.

E. G-Máiquez dijo...

Empezaré por Alfil y no porque haya más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos...

En realidad, que no te gusten mis entradas no es un pecado, ni mucho menos. Debe ser una virtud cuando es un disgusto tan mesuradamente mostrado como el tuyo. Y una virtud heroica si a pesar de todo eres un visitante habitual, como dices.

Lo que tengo mucho interés en decirte es que a mí me parece normal que la gente no haya leído todo lo esencial. Trapiello hace en algún lugar de sus diarios la cuenta del número de libros que podrá leer en su vida y le sale mucho menor de los que tiene en su biblioteca. Por el mismo precio se podría decir que le sale mucho menor que los que uno tiene que leer. Reconocerlo es sano (recuerda que todos los problemas de aquel personaje de Woody Allen comienzan por mentir diciendo que había leído Moby Dick) y hacerlo tan abierta e inocentemente demuestra que aquí estamos (contando contigo) entre amigos.

Incluso podía ser un juego bastante interesante que cada uno confesará que libro indispensable la falta por leer, ¿no? Mis lagunas son tan grandes que a mí me da vergüenza comenzar...

Por no caer en cierto Síndrome de Estocolmo, también agradezco al resto sus comentarios, diciéndole a AnaCó que nunca es tarde, si la lírica es buena; a Inma, que de la muerte no nos libraremos (de hablar, quiero decir); a Mora-Fandos, que estando de acuerdo con todas sus glosas, la que relaciona el "veros presto" con la amistad me ha despertado una envidia insana: ojalá se me hubiese ocurrido a mí porque es brillante y termina de iluminar el texto con una luz cálida; a Juan Ignacio que colgaré un precioso poema de Mario Quintana en que habla de la muerte que seguro que le gusta; y a Breo que no se exilie tan pronto, que espere que nos echen, que mientras, aquí, hay mucho que hacer.

Abrazos a todos.

Adaldrida dijo...

Bravo por Enrique y su exquisita sensibilidad. Gracias a amigos así importa menos que te acusen de inocente o sincera, pecados nefastos... Lo que ocurre es que, licenciada y todo, la lectura siempre ha sido para mí un placer y no una obligación.

Tomás Salas dijo...

El prólogo al Persiles es una de las páginas cumbre de la literatura universal. ¿Quién habla de desengaño, amargura, distanciamiento? Amor por la vida,delectación en la realidad, en el fondo sentido cristiano de la existencia. Aquí está Cervantes retratado de cuerpo entero. Es su testamento.