Juan Manuel de Prada opina que el artista se inclina a la izquierda porque ésta le ofrece a la vez un cobijo (reconociéndole y apoyándole) y una causa (dándole la ilusión de que lucha contra el poder o los valores establecidos). Lo expresó mucho mejor el astuto Picasso, cuando rogó a Josep Pla: “Dígales a mis amigos de Barcelona que la suerte no me abandona [...] Soy multimillonario y me han hecho del Partido Comunista. No creo que un artista pueda pedir más”.
Dejando a un lado la picaresca, que se explica sola, saltemos a la otra senda española, el quijotismo, que han de transitar los creadores que grosso modo llamaremos de derechas. Resulta sintomático que Prada y Colón los ignoren. Cuando alguien informado como Carlos Colón afirma que “en España la unión de derecha y cultura ha sido tan rara como la de pensamiento y navarro, según la famosa broma de Unamuno”, algo muy grave ocurre, con independencia de que la famosa broma sea de Baroja. Una simple enumeración de los escritores españoles de derechas rebosaría enseguida los límites de este artículo. ¿Cómo los olvidan?
Seguro que ni Colón ni Prada confunden la cultura con la lista de Los 40 principales o con las páginas de las revistas del corazón, en cuyo caso no habría más que hablar, desde luego, y sería la nuestra una cultura muy guay y progresista. Como por suerte tenemos otro nivel y en él hay autores de toda cosmovisión, la clave del debate cultural es preguntarse por los motivos que llevan al ninguneo de los más o menos de derechas.
Junto a la hostilidad sordomuda de los medios de izquierda, no se debe olvidar lo más triste: el desapego de la derecha. Don Álvaro d’Ors lo explicaba al hablarnos de la imponente figura de Eugenio d’Ors, su padre. A esa derecha despegada la retrató el Marqués de Tamarón: “En España no hay conservadores, sino conservaduros”. Aunque hay indicios de cambio, los conservaeuros mantienen un temor instintivo hacia los intelectuales, especialmente hacia los suyos, siempre más comprometedores que comprometidos. Hasta que la derecha no se atreva a reconocer sin melindres a sus pensadores, estará en inferioridad de condiciones frente a un PSOE que flipa con los suyos, esto es, con Serrat y Sabina, como si fuesen, no sé, Beda el Venerable y Ludwig Wittgenstein.
[Recogido en Análisis Digital]
20 comentarios:
Dos errores: "a" grosso modo y "Karl" Wittgenstein.
Disculpe que sea tan puñetero, pero me da tanta envidia lo bien que escribe usted que no he podido remediarlo. O sea, haciendo amigos.
Gracias, anónimo. El puñetero (disléxico) soy yo. Voy a copiar el artículo en el blogg, para poder corregirme. Gracias de nuevo.
La verdad, no creo que Prada ni Colón ignoren a los escritores de derecha. Si una lista de ellos desbordaría los límites de su artículo es justo reconocer que también desbordaría los límites de los suyos. Por lo demás, me pasa como al primer anónimo. Ciertamente Usted escribe muy bien y me gusta leer sus artículos, pero este me da un airecillo como de enmendar la plana y decir la última palabra. Lo cortés no quita lo valiente. Es una simple opinión que le transmito con entera cordialidad.
Desde luego en eso estamos de acuerdo, segundo anónimo. No, no en lo que escribo muy bien, que se lo agradezco de todo corazón en estos momentos en que mis erratas me tienen tirándome literalmente de los pelos, sino en lo de que ni Prada ni Colón ignorarán a los escritores de derechas, aunque en sus respectivos artículos lo parecía. Y ahí está lo que a mí me parece sintomático: que siempre lo parezca.
Soy el primer anónimo.
No pensé que fuera a publicar mi primer comentario. Lo envié con la sola intención de que pudiera corregir el original, si lo deseaba y daba tiempo.
Ahora le envidio por un doble motivo: por su obra literaria y, especialmente, por su honradez intelectual.
J.M: de Prada se quejaba hace unos meses en un debate televisivo, de que un intelectual no pudiera significarse de derechas, porque pasaría de inmediato al mas absoluto ostracismo. Y yo siempre recuerdo en estos diálogos sobre el color de la cultura a Julián Marías, que sufrió muy duramente, en su vida profesional sobre todo, las consecuencias de haber mantenido su independencia intelectual. Los de la izquierda le reprochaban ser católico ferviente, los de la derecha , su libre pensamiento y que nunca se pronunciara abiertamente a favor del régimen. Qué difícil te ponen en este país ser medianamente inteligente (e independiente).
Un saludo.
Mery
En cualquier caso lo que parece claro es que los gobiernos de derechas y las fuerzas políticas de la reacción en general, y por causa de su conservadurismo, han ninguneado desde sus posiciones de poder el pensamiento en general, ya sea de derechas o izquierdas. Cuando se han tenido que poner las pilas rápido han tirao del agit-prop, más a mano, por eso de que es más conocido.
Que yo sepa, salvo Dragó en su refugio nocturno, el PP no ha promocionado a escritores de "derechas", (dejemos aparte las insidias del Cervantes). Más bien a reconvertido a eminentes figuras (incluido a abertzales), que no me parece mal y "untado" a otros: esde gran filósofo que es M. Bosé con el regalo del Séptimo de Caballería para el solo.
Y es que, acabo, el caciquismo milenario tiene una sombra alargada que impide que los planteamientos intelectuales se contemplen como en otras tradiciones, véase Inglaterra (Oxford) donde casi es al revés, lo raro es un intelectual "pogre".
O sea que la derecha -política, fáctica, la que manda- tiene que leer más antes de irse a Fuentevaqueros.
Para el segundo anónimo y en el mismo ánimo de entera cordialidad:
le confieso que he releído el artículo a la busca del susodicho airecillo y de la última palabra, y francamente tengo que decirle que no los encuentro por ninguna parte. Al revés, demasiado prudente lo veo, poniendo simplemente sobre la mesa un tema de tan gran importancia como es el del difícil desmantelamiento de los grandes mitos de la izquierda (mitos que incluso la derecha respira), ni mostrando la realidad que los contradice: uno de ellos es que los pobres son de izquierdas y los ricos de derechas -y sus dos viceversas-; otro que el intelectual fetén es de izquierdas, mientras que el intelectual de derechas, en el caso de que exista, es un muermo, un señorito que defiende sus privilegios y un fascista.
Y, claro, ¿quién va a ser el guapo que se reconozca "intelectual de derechas"? Y la misma derecha, que es la primera que se siente incómoda sobre ese campo minado en el que la izquierda acostumbra convertir todo lo que no es ella, ¿cómo va a esgrimir autores con el dichoso sambenito?
Es un tema peliagudo el que señala EGM, porque ahí es donde está el verdadero campo de batalla. Como dice Paul E. Gottfried en 'La extraña muerte del marxismo': "...Si bien se trata de una izquierda menos violenta que otras desde el punto de vista político, es más radical a nivel cultural y social".
Con independencia del artículo y por lo que hace a la persona del articulista, tengo que decir también que es tan poco enmiendaplanas y tan nada últimapalabra, que ni siquiera se ha molestado en hacer valer que el Sr. Karl Wittgenstein -padre del Ludwig del Tractatus y con entrada propia en wikipedia- fue un emprendedor "empresario que revolucionó la industria del acero y que, tras pelearse en igualdad de fuerzas con las grandes empresas del momento, caso de Krupp y Carnegie, decidió venderlo todo y volcarse en su otra gran pasión, el arte y la cultura, en una sociedad tan aburguesada como la vienesa de antes de la I Guerra Mundial" (J.Hernández en ABC 21.1.2006).
¿Tiene sentido hoy hablar de izquierdas y derechas? Mi opinión, desde luego para España, es que no.
Mi opinión, desde luego grosso modo y para entendernos, es que sí.
Gracias a CB, tan cordial y generosa y valiente, y al primer anónimo, y a Glup y a Mery.
¿Y qué define la derecha?
Quizá el debate da por sí solo para otra entrada, y no quisiera yo distraer el tema de esta. Pero es que el tema de "la cultura y la derecha", a mí, que me apasiona la cultura y que no me siento representado por ninguna de esas etiquetas ideológicas, me provoca esa reflexión.
No tengo la intención de parecer 'guay' o ir de moderno, pero lo de ser de izquierdas o derechas me suena a algo absolutamente anacrónico, por mucho que se sigan utilizando y se hable incluos de neocons, progres, y de conservadores en lo moral y progresistas en lo social, etc., etc. Lo pensé cuando leí a Prada -aunque la idea de fondo me pareció interesante, como en tu artículo-, lo he pensado cuando te leía y lo pienso cada vez que veo a la panda de nostálgicos circunflejos mitineando.
Creo que también en eso se presiente la agonía de la modernidad.
(Por cierto, anónimo, Bosé mitineó en el 96 para el PSOE, y los tolilis del PP le premiaron con programa y sueldazo de presentador, como dice el mediocre Aragonés, además de puta, pone la cama.)
No quiero decir que me parezcas anacrónico, Enrique, que he releído el comentario y se puede malinterpretar eso. (Puede que me haya malexplicado.)
No se si compatrimos planteamiento, peor coincido con Agusalonsog en que a estas alturas, hablar de derecha e izquierda me parece de risa o de llanto según como. Porque a ver cómo me explica a mi la comunión e inetreses de grupos como ERC y el PNV, masonoide y rojote el uno, meapilón y de Neguri el otro. Porque lo que comparten es su voluntad totalitaria, políticamente hablando.
Jamás osaría enmendarte, amigo EGMáiquez, pero en este debate me gusta hablar de cultura y libertad frente a la cultura de los multimillonarios que tuercen la ceja o chupan del bote que les toca.
Si yo tuviese la dacha en el puerto de Mahón que tienen Víctor y Ana, tomando cafelitos con Gabilondo se me iba el sentimiento de clase a hacer puñetas en menos que cantamos la Internacional.
Lo que más me molesta es que nos tomen por idiotas, a mi y al piano.
Anacrónico, para mí, no es un insulto, querido Agus.
No parece que los términos "derecha" e "izquierda", el primero como semi-insulto, el segundo como sumo-elogio, estén afectados por la agonía de la modernidad. Como bien dices, el tema da para un libro, pero a bote pronto yo insistiría en que la etiqueta "derecha" puede servir como cajón de sastre para autoproclamados centristas, democristianos, liberales, conservadores, tradicionalistas y reaccionarios, entre otros. Tanta variedad, frente al pensamiento único de la izquierda actual puede explicar las dificultades que encuentra esa derecha para explicarse a sí misma. Yo insisto: cum grano salis, en contraposición a la izquierda y a bulto, me parece una palabra que conviene usar. Otra cosa es que para mí la única clasificación politica que merece la pena tomarse del todo en serio sea la de las dos ciudades de S. Agustín, tu santo patrón, precisamente.
Vaya, pianista. Estábamos tocando/tecleando a la vez (a cuatro manos) y no he podido contestarte.
Sobre la pasta de los progres de izquierda, no nos escandalicemos. Es lo suyo.
Y muy interesante, desde luego, los nacionalismos, que entran tocando la gaita. Porque es cierto que para ellos derecha e izquierda son cosillas secundarias. Claro que tampoco los vamos a poner como ejemplos de construcciones ideológicas muy sólidas que digamos.
La mayoría de la gente hoy, incluyendo a la derecha ha asumido falsedades propagadas por la izquierda com la del "páramo cultural del franquismo". Esto no resiste el menor análisis.
Por otra parte, me parece que los intelectuales en general tienden más a posturas socialistas por pura envidia, puesto que en las sociedades abiertas capitalistas los triunfadores en el aspecto económico suelen ser personas menos preparadas que ellos, pero con otras cualidades que desprecian.
Qué alegría más grande, Javier L., verte de vuelta por aquí y en tan buen estado de forma. Abres el campo con dos observaciones muy atinadas, aunque la segunda escueza un poco.
Ya sé que es un off-topic, pero este anuncio de Delta Lloyd Insurance parece un aforismo de Lec, ¿verdad?
A veces, Enrique escribes demasiado. Hoy has escrito lo justo, muy bien.
En cuanto a las derechas/izquierdas, me acuerdo de aquella cosa que contó Antonio Gala: su familia quería que fuera Abogado del Estado, opositor, vamos. Y él contaba: si sacas la oposición, luego ya no haces nada, osea que me dediqué a escribir.
Para escribir, hay que revelarse. Para pensar, hay que replantearse las cosas y no estar siempre con el conserva-eurímetro en marcha. Si no, al final, no haces nada.
A mí me ha dolido lo de pensamiento y navarro, por muy de Baroja que sea. Zubiri ya era listico, ya...
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