viernes, 12 de junio de 2009

Donde Pascal me pega un pescozón

Ayer tarde se me apareció Blaise.
—¿Cómo está usted?, le saludé con una honda reverencia.
—Yo como nunca. El que está muy equivocado es usted, muchacho.
—Gracias…
—Bueno, sí, de nada. Vistos desde la eternidad, todos sois unos muchachos; precisamente el otro día estuve con Jiménez Lozano…
—No, si lo que yo le agradecía es que se tome la molestia de sacarme de un error.
—Ah, sí, perdone. En la eternidad, gozamos de cierta tendencia a irnos por las nubes, ¿sabe?, como tenemos todo el tiempo del mundo (y más)...
Vengo por la frase mía que usted corrigió con tan buena intención como escaso acierto.
—¿…?
—Veamos: yo escribí que sólo hay dos clases de hombre: los pecadores que se creen justos y los justos que se creen pecadores. Y usted, alma de cántaro, viene con eso tan jesuítico de los justos que se saben pecadores y tal. Así destroza la clasificación, no sólo la simetría de la frase francesa, que me importa un rábano. Y para colmo la destroza por egotismo, porque usted acaba siempre hablando de usted, pillín… Lo que es muy natural, muchacho, no se me amohíne.
Mire: los justos que se saben pecadores no son más que un subgrupo de la primera clase. Saben, como usted sabe, que son pecadores, nadie lo duda; pero aun así se creen justos y ése es el quid, ¿lo ve? Un subgrupo un tanto retorcido, aunque bien consciente.
En cambio, ¿no recuerda la irritación sorda que le han producido siempre esas personas buenísimas (pocas) haciendo tremendas protestas de su terrible maldad? ¿No se recuerda clamando, impaciente: "¡Pero qué sabrán estos cándidos, Dios mío!"? Pues sólo a ésos es a los que yo incluyo en la segunda parte de mi clasificación.
¿Lo coge ahora?
—Oh Blaise, sí. Lo siento mucho…
—No lo sienta, muchacho. Siempre es un placer verse citado en la blogosfera, aunque sea mal. Eso mismo le comentaba Stevenson ayer, sin ir más lejos, a Oscar Wilde.

5 comentarios:

batiscafo dijo...

¡Qué gozada ético-estético-escatológica de diálogo! Ya que nombras a Wilde, añado lo que leía hace unos días en "El retrato de Dorian Gray" y que quizá quepa en esa categoría de los pecadores que se creen justos: "Las personas filantrópicas pierden toda noción de humanidad. Se las reconoce por eso".

domingovallejo dijo...

En la próxima visita le preguntas,por favor, por su charleta con Jiménez Lozano

De nuevo me ha encantado.
Agradecido

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Una genialidad, otra más, vamos.

Por cierto, ¿hay personas buenas?

Jesús Sanz Rioja dijo...

La última frase es el toque maestro.

Adaldrida dijo...

Por Dios sigue con la conversación... A lo Papini. Podría ser el comienzo de algo.
Adoro a Wilde. De verdad. En la feria he estado a puntísimo de llevarme Telény, su libro sobre "sus amores prohibidos" rezaba la contraportada. Me fastidió lo de prohibidos, tanto secretismo: ¿hay alguien que a día de hoy no sepa con quién iba Wilde? Con leer De profundis...