domingo, 17 de enero de 2010

Stat crux

Escribir es difícil, ya lo he dicho, y se nota, y regentar un blog también. Qué de dudas cuando empezó a correr por la blogosfera la iniciativa de colgar un crucifijo en nuestras páginas para compensar los que descuelgan por ahí. La iniciativa tenía todas mis simpatías, y más porque me recordaba la jugada de Belloc, que en su casa puso un crucifijo enfrente de una entrada con la viga muy baja. La viga obligaba a todos los visitantes a inclinar la cabeza, o incluso a hacer, los más altos, una honda reverencia. Y, sin embargo, no sé si ese es mi estilo, si sé lo que es mi estilo, si existe. Sigo, pues, con mis dudas, pero hoy, que enlazo mi artículo (para nada) sobre Haití, sí que pongo una foto de allí, con el crucifijo de la Catedral, que ha permanecido en pie y ante el que me inclino.

Stat crux dum volvitur orbis.

14 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Oye, el artículo, un 10.

Abu Saif al-Andalusi dijo...

Precisamente esa misma foto apareció ayer en mi Baluarte. Qué gran signo, que oculto mensaje nos ha deparado la naturaleza al respetar en su furia infinita lo eterno.
Mi comentario, en extenso y también con "latinajos" se lee aquí:
http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com/2010/01/in-hoc-signo-vinces.html
Un abrazo
Abu

Retablo de la Vida Antigua dijo...

"La cruz no puede ser derrotada
-dijo Mac Ian-, porque es ya la Derrota".
(Chesterton, La esfera y la cruz, X).

Embajador dijo...

Oye, ¿No tienes un crucifijo en tu casa (o más de uno)?. Pues lo mismo.

Anónimo dijo...

Nos contaba el guía del palacio de la Aljafería de Zaragoza, respecto de la escalinata por la que los embajadores extranjeros accedían a la estancia de los reyes, que sus peldaños eran tan excesivamente anchos que, considerando la estatura media de la época, la única forma de subirlos era haciendo reverencias a los monarcas, que estaban arriba.
Jilguero.

E. G-Máiquez dijo...

Esos escalones, ¿serían altos para que haya que doblar mucho la rodilla, no? Aunque anchos, ahora lo veo, si tienes que subirlos de un solo paso, también pueden hacer que te inclines. Gracias por el dato.

Ya había visitado tu blog, Abu, y leído con atención y aprovechamiento.

Qué gran cita esa de Chesterton, amigo Gómez de Lesaca.

Y sí, EeeI, en mi casa varios, pero en la puerta, ninguno; y en mi pecho, en la cadena, también, pero no bordado en mi jersey. Esa es mi duda, que es seria, no retórica.

Embajador dijo...

Bien visto. A lo mejor ese es nuestro problema: que no damos un testimonio más palpable en esas cosas, aunque si lo hagamos en otras.

Te advierto que un pequeño propósito que tenemos para este año (mi señora y yo) es poner de una vez un Sagrado Corazón en la puerta. Si no lo tenemos ya es por pura y simple pereza.

En cualquier caso estaría interesado en leer tus dudas.

Anónimo dijo...

¿Y Dios dónde era que estaba? Cuando tantas decenas de miles de seres humanos sólo podían contar con su protección, Él qué hacía: ¿Proteger al malhadado crucifijo de la catedral? Ni siquiera al de una iglesia humilde, ni al del orfanato dondo murieron cientos de inocentes, si no precisamente al de la catedral...es que son ustedes estupendos! Dios no existe, y caso de que existiese y se dedicase a salvar símbolos como ése, cuando supuestamente tiene poder para salvar lo que de verdad importa, habría que encararse con él y destituirlo por INEPTO SALVADOR. Citen a quien quieran, Chesterton, Belloc o a la tía de ambos, y aun así no le saldrían las cuentas para justificar el desajuste que hay entre un crucifijo, por muy de catedral que sea, y unos miles de niños muertos, por ejemplo. ¿ A cuantos crucifijos indemnes equivalen 300.000 muertos? Pueden ir por Haití adelante contando crucifijos intactos y hacer una equivalencia. Hermoso momento que han perdido de estarse calladitos, y no meter a Dios en todo ésto

E. G-Máiquez dijo...

Vale, anónimo. El miércoles en el periódico hablaré de eso.

Unknown dijo...

Hola Anónimo:
Soy cristiano católico, pero reconozco -como me decía mi padre q.e.p.d.- que soy más malo que la carne del pescuezo [del pollo,se entiende].
Te he de confesar que recibí clases de Religión de pequeño, y después Catequesis de Confirmación. Ahora, más mayorcito, leo -menos de lo que debería- la Biblia, y algún que otro libro o incluso Encíclica que ahonda en algún tema espiritual o moral. Con todo esto quiero decirte que mi formación religiosa es cuasi mínima. Eso sí, si los cristianos -católicos y no católicos- sabemos algo de Dios, es que El ha tenido la bondad de regalarnos la vida en este mundo tan imperfecto (con capullos como Hitler, y desastres como el Mitch, o lo de Haití) para darle gloria, aunque solo vivamos unas horas, o seamos longevos como árboles. Gracias.
NICA.

Anónimo dijo...

Quisiera también tratar del comentario anónimo.
¿No parece simbólico que la imagen inmune al terremoto sea la del Crucificado? Como si, en un gesto de solidaridad, estuviera diciendo: estoy sufriendo con vosotros; os espera lo mismo que a Mí.
¿Puede el ser creado juzgar al Creador?
Quienes niegan la existencia de Dios ¿no tratan de hacer teología para los creyentes, presentándonoslo a su imagen y semejanza?
Jilguero

María dijo...

Respecto a las objeciones de Anónimo os invito a todos, en especial a él, a leer Ana Frank en Haití

Que os aproveche

Anónimo dijo...

He leído con interés el texto "Ana Frank en Haití", al que María nos remite. Pero he de decirle una cosa: allí se habla todo el tiempo de cosas, como los campos de exterminio nazis, que tienen una clara autoría HUMANA. No es el caso del terremoto. Y esa diferencia me parece importante.

Un lector, nada más dijo...

Recuerdo una anécdota que leí hace tiempo, aunque apenas guarde relación con el asunto que aquí se trata. Cuentan que sir Christopher Wren, el arquitecto que diseñó la londinense catedral de san Pablo tal y como es hoy en día, halló, entre las ruinas de la vieja catedral, que había sido devastada por un incendio, una piedra que llevaba la inscripción “resurgam” (en latín, “resucitaré”). Y la consideró como un buen augurio para la construcción de la nueva catedral sobre los cimientos de la vieja. Volviendo a la actualidad, lo cierto es que la visión de ese crucifijo incólume sobre las ruinas de la iglesia, emergiendo de una masa de escombros, resulta asombrosa, ya sea fruto de un milagro, ya de una simple casualidad. Quién sabe.