Las películas y los libros de miedo me dejan frío. Es bueno, sin embargo, comprender al prójimo, incluso al aficionado al género. Por eso, estoy muy contento del susto de anteayer. Doblé en el ceda al paso a la derecha, así que miré sólo a mi izquierda, por si venía alguien. No. Le di. Entonces, al incorporarme a la calle, vi que venía por su carril, pero muy cerca, otro coche. Me fijé en el conductor y me sobrevinieron unos segundos terroríficos. Era una chica rubia, pálida, casi translúcida. Iba recostada en su sillón, con los ojos semicerrados, aunque se le veían de un azul acuoso. Su inmovilidad contrastaba con el movimiento del coche, creando una sensación de pesadilla y hasta de ultratumba. Me fijé más y vi que era un coche inglés y que en el asiento del copiloto iba un conductor atento, incluso un poco más atento de lo normal. La chica, no sé si porque se había dado cuenta de todo en su duermevela o por puras buenas maneras, me dedicó una desmayada sonrisa desvaída. Respiré aliviado. O no tanto: había sentido algo inédito, el extraño placer del vértigo del terror.
sábado, 19 de mayo de 2012
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1 comentario:
Pues a mí me encanta ese vértigo, y lo busco en películas y novelas de misterio, aunque no siempre lo encuentro. Tu experiencia es muy visual, de película, podría ser el comienzo de una peli de intriga.
Besos,
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