Me entusiasman los poemas escritos con la técnica de anverso y reverso, diciendo una cosa y defendiendo luego también la otra. Cuando se utiliza bien la técnica, ambas versiones no se anulan, sino que abren un espacio mayor, esforzadamente ganado, de libertad del poeta y, por tanto, del lector. Estaría muy bien ser capaz de escribir una serie de caras y cruces así, y titular el libro El canto de un duro.
José Luis Martínez, en Camino de ningún final nos deja una muestra extraordinaria, que además gira sobre el canto como una peonza festiva y, en el libro, cae de cruz:
A FAVOR DEL POEMA DÉBIL
A favor del poema débil
como canal que no puede con la góndola,
del poema desventado,
sin chispa ni gas,
nada atlético,
carente de fuerza como los tiempos que corren.
DESDECIRSE
A favor del poema
fuerte como pedazo de hierro,
con garra, rebosante de vigor.
Del poema que avanza con paso decidido,
gimnástico;
.......................de los versos
sometidos a largos entrenamientos,
musculosos, viriles.
Y a favor de las comas,
los paréntesis y los puntos
enérgicamente puestos.
De los libros de anchísimas espaldas
capaces de llevarnos lejos.
A favor, en fin,
del nervio en lírica.
De las estrofas como halteras;
De la página
en absoluto lívida, pálida:
indescriptiblemente congestionada,
roja,
toda contracción.
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