martes, 25 de febrero de 2014

Nubes musculosas


Cuando explico la entrevista del trabajo y los test proyectivos, invito a los alumnos a auto-examinarse. No les hace falta el test de Roscharch. Basta mirar las nubes y descubrir lo que dibujan sus formas. Los niños siempre ven ositos, patitos y burritos, porque los llevan en sus cabezas; y los adolescentes suelen ver voluptuosas formas femeninas... por lo mismo. Mis alumnos lo confiesan con su risa. (Yo me río menos, porque a veces miro las nubes y me pregunto para cuándo dejaré atrás mi adolescencia.) Ayer conducía hacia al trabajo mirando por puro gusto unas nubes densas y blancas, poderosas, sobre un cielo azul inmaculada. Echaban un pulso con la luz densa de la mañana. Entonces vi claramente un retorcido atlante con redondeados músculos, sosteniendo él solo el cielo todo. Era puro Roscharch, porque se me viene encima la jefatura de estudios de mi IES enorme, y ahí estaba la carga, digo, el cargo, dentro y fuera, condicionando mi subconsciente y mi visión. Pero yo, que siempre estuve con Gil-Albert, que tanto me he repetido su aviso  moral: "Todos soportamos el peso del mundo; hay quien lo hace erguido, como una cariátide, y quien se retuerce, como un atlante", descubrí de golpe la belleza salomónica del atlante, su alta dignidad encogida también. 

Y di las gracias.





2 comentarios:

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Nube blanca,
ala rota -¿de quién?-
que no pudo llegar -¿a dónde?–.



(JRJ)

Dolores dijo...

A mí lo que más me impresiona de las nubes es que sean "físicas": que siendo algo tan etéreo, relacionado con lo que imaginamos ver, ¡al pasar por delante den sombra! El fenómeno visto desde la ventanilla del tren no tiene desperdicio :)