lunes, 1 de octubre de 2018

Sinceridad subconsciente


Quedo con un escritor que veo casi de año en año, pero al que considero un amigo. Y, en efecto, la conversación fluye con una naturalidad total, saltando de la literatura a la vida profesional y a la intimidad con esa agilidad de gimnasta que sólo da la amistad. Le pregunto en qué trabaja ahora y me cuenta sus proyectos, abiertos en abanico. Cuando me pregunta por los míos, me quedo en blanco, y apenas tengo nada que contarle. Me consuela.

Luego, en el coche, pienso que por qué no le conté esto o aquello. 

Y luego me consuelo pensando que mis trabajos son tan poco míos, que dependen tanto de la inspiración, de la gracia y de la suerte, que no ha sido tanto que me haya quedado en blanco como una sinceridad subconsciente. Y ese pensamiento me alegra la mañana.


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