sábado, 19 de enero de 2008

Madrid, Madrid

Los de pueblo elogiamos mucho de Madrid sus museos y sus teatros. Cuando uno llega a la capital va corriendo (en taxi) a las taquillas y allí encuentra a dos o tres paisanos dispuestos a pegarse idéntico atracón de exuberante oferta de cultura. Pero no voy a hablar de eso, ni siquiera de la grandiosa exposición “Fábulas de Velázquez” del Museo del Prado, que recomiendo. Voy a centrarme en los madrileños, o sea, en ésos que, para empezar a hablar, elogian nuestra calidad de vida. Luego siguen y no paran.

Invitado por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid ha vuelto a sorprenderme, sobre todo, como digo, por el elemento humano. Tras mi charla, se me acercaron unos jóvenes ejecutivos perfectamente enchaquetados, que habiéndose enterado de que mi pueblo es El Puerto de Santa María, venían a comentarme cuánto les gusta el Carnaval de Cádiz. Sabían mucho más que yo del asunto, por supuesto, y terminaron entonando a dúo el estribillo de la chirigota “Lo que diga mi mujer”. Lo cantaban bien.

En la cena, un madrileño de pura cepa (que en este caso particular era de origen menorquín) explicó los intríngulis del camino del Rocío, que cada año hace con la Hermandad de Jerez. Otros comensales conocían las playas de mi provincia mejor que yo. Todos reconocían encantados lo admirable de mi tierra.

Y no sólo de la mía. Se habló con cariño y mucho conocimiento de causa de Barcelona, de Javea, Portugal, de Israel, de Estados Unidos... Yo, que, sin llegar a los extremos de un madrileño medio, he viajado lo mío y he vivido en el extranjero, puedo afirmar que nunca jamás he visto una sociedad menos cateta y más proyectada hacia el otro que ésta. Da gusto (y hasta vanidad) visitarla y se entiende así su dinamismo económico y social, su interés cultural y también su inquietud religiosa, porque todo va unido.

“Rompeolas de las Españas” llamó Machado a Madrid, y eso es, como mínimo. Lope de Vega en La Dorotea, ante el Guadalete de mi pueblo, se preguntaba qué río era éste que se cantaba más que el Manzanares. Debía estar haciéndose una pregunta retórica, pues Lope seguro que sabía que los madrileños prefieren loar las excelencias de los demás a mirarse el ombligo. Yo, ya de vuelta a mi orilla del Guadalete, no me olvido de los amigos de allí. Hoy quisiera corresponder y cantar al Manzanares y a sus espléndidos, generosos ribereños.

12 comentarios:

Adaldrida dijo...

di que sí. Madrid tiene muchos posibles. Ay, librerías, museos, teatros y hasta tiendas de maquillaje...

Agus Alonso-G. dijo...

Jo, es verdad. y está bien que lo diga alguien de fuera para no parecer más chulos de lo que ya somos. A todas las procedencias que citas, hay que añadir ahora la maravilla inmigradora. Morenos sudamericanos, rubias eslavas, ojizarcos y pelirrojos del Este... que en su mayoría (por desgracia hay un sector delincuente al que habrá que parar los pies con fuerza) vienen a prosperar y hacer prosperar, a sumar.

Juan Antonio González Romano dijo...

Te doy la razón, Enrique. Hace un mes viajé a Madrid para reunirme con profesores de Lengua y Literatura. Soy autor de libros de texto de Secundaria para la editorial Algaida y la idea era (y es) adaptar los libros (hechos según la normativa andaluza) a la comunidad madrileña (porque, curiosamente, cada comunidad autónoma tiene sus propios decretos que deciden qué lengua y qué literatura se enseña en su territorio, siempre dentro de unos mínimos estatales). Ya había pasado por la misma experiencia en Galicia o Valencia; allí el profesorado echaba de menos tal o cual autor de su zona. En Madrid el director editorial preguntó qué autores de Madrid se echaban en falta. Todos se miraron, extrañados por la pregunta. Nadie faltaba; ninguna pega en ese sentido; nadie se había planteado esa cuestión. Nada, pues, más ajeno al nacionalismo frustrante y cateto que se respira en otras zonas. Bravo por los madrileños. Eso sí, a veces irrita que algunos de ellos nos tengan a los andaluces como gestores o guardianes de sus sitios de ocio y esparcimiento, como si aquí no hubiera nada más. Pero, en fin, nadie es perfecto...

Juan Manuel Macías dijo...

Dijo el gran Fernando Villalón que el mundo se dividía en dos partes: Sevilla y Cádiz. A mí me encantan esas frases tan tremendas y suelo decir que Madrid es el auténtico centro del Universo (y Cercedilla, el limbo, claro). Sumándome a lo que dice Juan Antonio, Madrid es la mejor cura para el nacionalismo y los cantos de la raza, la tribu y el terruño.

Néstor dijo...

No sé, no sé: mucho que temo que algo de mala uva destilas en tu entrada.
Pero muy graciosa la visión de los ejecutivos entonando la chirigota... ¿Aguantaste la risa?

E. G-Máiquez dijo...

Qué buenos comentarios. Edificante historia la que cuentas, Juan Antonio. Y gran addenda, Agus. La frase de Villalón, sabio Macías, tiene tela que cortar, y ya lo haremos. Lo que no hay es mala uva, de verdad, Néstor. Toda la que tenía, que es muy poca, la gasté aquí.

Escoliasta dijo...

Salud
No estoy en absoluto de acuerdo con su apreciación de los madrileños. Yo lo soy, y aunque le tengo un gran afecto a mi fea ciudad, como cualquier bien nacido a la tierra en la que nace, aún más si en ella incluso pace, no puedo menos que disentir de su juicio. No creo que los madrileños posean esa suerte de potencia de universal apertura, sin duda tan encomiable. Aunque por serlo (madrileño digo) mi afirmación cobra la forma de la del conocido mentiroso ateniense.
Un abrazo y muchas gracias por su , aunque genérica, tan agradable estima.

Nodisparenalpianista dijo...

De acuerdo casi en todo. Porque Velázquez se merece mucho más que esa exposición.
Por otra parte, ¡Viva Madrid!!!

Nadie dijo...

Durante el año que viví en Madrid, mientras servía a la Patria allá por finales de los ochenta, me enamoré totalmente de la ciudad hasta el punto de mantener con ella un romance que duró años. Ahora ya no es lo mismo, no sabría decir por qué, pero fue una de esas novias que dejan huella y nunca olvidas por más que estés felizmente casado con otra.

Enrique Monasterio dijo...

"...un madrileño de pura cepa (que en este caso particular era de origen menorquín)"
Exacto. El típico Madrileño es un sujeto, como yo, que no ha nacido en Madrid y disfruta de doble nacionalidad.
Madrid es, por definición, rompeolas, punto de encuentro, cielo abierto, respiradero, vacuna contra los nacionalismos asfixiantes...
Cuando digo estas cosas en mi tierra, casi me apedrean.

AFD dijo...

La última vez que estuve en Madrid, un matrimonio mitad madrileño mitad mexicano, nos presentó a su amigos cultos, es decir, los que iban al teatro cada semana...
En la cena, cuando mencionamos que al día siguiente viajábamos a Florencia, estos amigos teatreros con toda honestidad no entendían qué íbamos a ver a Florencia, si todos los italianos y franceses venían a Toledo y Salamanca (cosa que comprobamos tristemente en Salamanca, esquivando a todos los tours de escuela franceses...).

Aquilino Duque dijo...

Desde la provincia y a una saludable distancia de "Rompeolas", confirmo y aplaudo las observaciones y hago votos por que se estrellen en él las "rompientes".