lunes, 30 de enero de 2012

Mi torpe incertidumbre indumentaria


Delante de mi armario me pongo muy antoniomachadiano y hago gala de un profundo desdén por las cuestiones de la indumentaria: "Ya conocéis mi torpe aliño indumentario". Hasta ahí, bien, homenajeo al maestro y me visto cómodo y rápido. Lo malo es que en cuanto piso la calle me vuelvo ipso facto muy manuelmachadiano –Manuel es otro de mis mayores– y en pleno ataque de dandismo sobrevenido, lamento mis pintas y me arrugo (aún más). Parece broma, pero me pasa a diario, desde hace siglos y no aprendo. Como no quiero renunciar a ninguno de los dos maestros, no sé por qué no soy un dandy a la hora de vestirme y un desaliñado bohemio después. Entonces tendría arreglo: podía sacarme la camisa o manchármela o así. Con el desordenado orden de los factores de ahora, desde luego no hay forma. 

11 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Siempre te puedes poner una camelia en el ojal.

Ignacio Trujillo dijo...

...o un pañuelo de colores (de seda) asomando al bolsillo de la chaqueta (aunque esté arrugada) y¡sobre todo! que no pegue nada con la corbata (si la llevas)

E. G-Máiquez dijo...

Gracias, gracias... Lo que no sé es si el dandismo postmoderno permite esas bellas soluciones o consiste en dejarse la barba cuatro días (demasiada premeditación para mí) sin afeitar.

Ignacio Trujillo dijo...

¡Ah! para esa modalidad necesitarás llevar un jersey finito (a ser posible negro) sobre una camiseta blanca, nunca cuellos, ni puños, asomando ¡faltaría más!, pero deberás abstenerte de tener hijos, o de darle el beso de buenas noches pasados cuatro días...

Juan Ignacio dijo...

O si no podés hacer como Dilbert: clic.

Adaldrida dijo...

Para la indumentaria, siempre Manuel. Mejor ser un dandy que un desaliñado.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

CS Lewis, creo recordar, describía su desaliño crónico en su libro autobiográfico Cautivado por la alegría. Aunque vistiese un traje de perfecto corte, y debía de tenerlos de primera, siempre parecía viejo, desastrado. Tenía además un perro totalmente maleducado.

Por su condición de escritor conservador,católico y, supongo, anglófilo es usted ya un poco, o un mucho, dandy.

Cristina Brackelmanns dijo...

Lo más dandy de lo dandy, que me lo contó un chico de familia muy bien que cada 3 años se íba una semana a Londres para hacerse un traje de franela y una chaqueta de tweed con un sastre inglés, es comprar poca ropa pero muy buena, y prestarle atención sólo en el momento de comprarla. Después indiferencia absoluta. Cuanto más vieja, mejor. Cuanto más repetida, mejor. Cuanto más pinta de que naciste con ella y ni la miras, mejor.
Así que el orden sería: Manuel al comprar, suponiendo que Manuel tuviera una buena cartera, y Antonio hasta que se cae a trozos.

Cristina Brackelmanns dijo...

... Y otra cosa, ni dandy ni tomandy, es la elegancia.
Tú eres elegante.

Escoliasta dijo...

Mientras no salga Ud. desnudo la cosa no estará mal del todo.

E. G-Máiquez dijo...

Ups, lo de Dilbert creía que era una invención mía. Nihil novum, verdaderamente.

Un perro mancha mucho, eso es verdad.

Y qué bueno, CB, lo de que la clave esté en la compra. Un esfuerzo manuelmachadiano cada tres años creo que es algo que podré soportar. Yo, digo, no sé mi bolsillo.

Desnudo sería lo menos dandy del mundo, a estas anchuras...