martes, 24 de enero de 2012

Árabe o polaca, parábola

En un poema de Milosz se nos cuenta esto, que mezcla a partes iguales la picardía y la ternura, la brillantez y el misterio: 

A un sabio piadoso, 
—dice una parábola árabe— 
Dios le dijo con cierta malicia: 
"Si revelara a la gente 
qué gran pecador eres, 
no te harían elogios".  
"Y si yo les revelara 
lo misericordioso que eres 
—le contestó el piadoso—, 
te despreciarían". 

Y a mí me gustaría mucho saber si de verdad lo cuenta algún árabe o no, o es invención de Milosz. Por ver a quién tengo que agradecerlo, además de a Dios, en todo caso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que uno de los pecados del piadoso sabio es el temor a que dejen de elogiarle. No sería tan piadoso. Por otra parte, la misericordia de Dios es un secreto a voces, que no siempre (diría yo que casi nunca) se traduce en sentimientos de desprecio; y menos para los cristianos, llamados a pagar amor con amor.
Pero el poema es encantador
Jilguero

María dijo...

Disiento a medias por una vez de Jilguero,
El sabio piadoso lo era de todas todas. El hecho de ser pecador no le quita ser piadoso. Todos los santos, salvo la Virgen, han sido pecadores, Ni el hecho de que su pecado sea precisamente el de la soberbia, de la que dicen no nos libramos hasta un cuarto de hora después de muertos.
Pero es lo suficientemente piadoso como para oír lo que Dios le dice y lo suficientemente sabio para entender que precisamente Dios le dice lo pecador que es (lo que más que malicia es caridad ,me parece).
Pero estoy de acuerdo en lo segundo: de la misericordia de Dios es de lo que se ha enamorado la gran muchedumbre de santos (y lo que no lo son tanto aun) que la ha conocido.

E. G-Máiquez dijo...

Leyendo las observaciones de Jilguero empiezo a sospechar que, efectivamente, la parábola ha de ser árabe. Que la misericordia de Dios sea secreta no es muy cristiano, desde luego, aunque yo creo que sigue estando por descubrir, y que a un Dios más severo quizá el respetable lo respetaría más. Hay quien confunde su paciencia con una patente de corso. Bueno, "hay quien", que no hay que irse muy lejos para encontrar, que estoy como el dichoso piadoso, y ahí está la gracia.

Tiene razón María. Que es piadoso queda fuera de toda duda porque habla con él, y hasta le guiña, pidiéndole pícaramente perdón cuando le recuerda que es un gran pecador. Por eso es sabio.