Buscando un respiro, huyendo del bochorno de la noche, salgo al jardín a las 6:30 a tomarme el café. Qué fresquito. Y cómo cantan los pajarillos, a pleno plumón. Qué pena no reconocer uno a uno a los maestros cantores, y sólo echar de menos a los menos madrugadores: con nostalgia, al jilguero; con alivio, a la tórtola turca; y con sentimientos encontrados, cono siempre, al mirlo. Aun faltando el jilguero, el aire es una fiesta. Recuerdo entonces un comentario lejano de CB en el blog de un reverendo ornitólogo: a propósito del "Romance del prisionero", llamaba nuestra amiga la atención sobre la aliteración, tan maravillosamente musical como sugerentemente sexuada, de "cuando canta la calandria / y responde el ruiseñor". A raíz de esos dos versos, se preguntaba ella si los pájaros en verdad dialogan. El globero respondía que no, y, si él lo niega, habrá que decir: "Amén". Pero aquí, esta mañana, parecía desde luego, en medio de la algarabía, que unos y otros se turnaban y respondían, a veces rivalizando, sí, mas otras por puro gusto. Claro que el ser humano es tan carne de diálogo (imagen del Dios trino) que lo ve, al diálogo, por todas partes, ¿o no parecen que conversen también los árboles con sus ramas que se menean hermana, humanamente en la brisa? Una cosa está clara: qué fresquito. Y otra se aclara: el día. Hay que ponerse a correr ya. Esta noche, me animo, saldré a escuchar la charleta de las estrellas.
viernes, 18 de mayo de 2012
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6 comentarios:
Ca-ca-ray! Ni de lo de la aliteración ni de la pregunta me acordaba, pero sí de la explicación (y del chasco) de que las especies no conversan entre sí.
Me encanta la reflexión final. Somos carne de diálogo. Es genial y emocionante.
Muchas gracias, Enrique
(Creo que se ha perdido un comentario de ayer felicitando a la flor de mayo. Felicidades otra vez para dos añitos de eternidad).
Bravo!
A ver, si nosotros cantamos alabanzas a Dios pero se dijo que también toda la creación lo hace a su modo, quizás podamos inferir que toda la creación dialoga entre sí de algún modo. Claro que ese "dialogar" de las aves entre sí no es el mismo que el de los hombres, ni el que pudiera haber entre los hombres y las aves.
El reverendo no es poeta, evidentemente.
He oído por Radio Nacional que en un concierto que se celebraba en unos jardines de Aranjuez, seguramente los de algún palacio, los pavos reales intervenían con bastante sentido musical, con el consiguiente alborozo del auditorio.
Jilguero
estos versos, que apoyan la tesis de que las aves dialogan:
Dulce se queja dulce le responde
Un ruiseñor a otro y dulcemente…
Y en las Soledades la aves se definen como
“aladas musas, que —de pluma leve
Engañada su oculta lira corva—
Metros inciertos sí, pero suaves,
En idïomas cantan diferentes".
Desde este punto de vista, la calandria y el ruiseñor eran, sin duda, políglotas.
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