lunes, 20 de agosto de 2007

Tarde de toros

Otra razón de la circunferencia: el público como espectáculo.
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Paradoja de los prismáticos.- Lo ves más cerca pero estás más lejos.
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Pues no era una metáfora: las palmas echan —yo lo he visto— humo.
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Suspiro: cuando la muleta es un pañuelo.
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La muchacha de Vitoria que se sienta justo detrás de mí hace este comentario dulcísimo: "Pero este chico, ¿no tiene madre?"
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Cada golondrina nos recuerda irremediablemente a Gustavo Adolfo Bécquer; cada par de banderillas a don Manuel Machado.
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Otra razón de la circunferencia: el asombro.
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Que no entre quien no sepa geometría.- La espada como intersección.
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La bandera de Francia (por Castella) en lo alto de la Fiesta Nacional. Y tan contentos.
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El vencejo —negro zahíno, media luna— parecía o era talmente el alma del astado que ascendía como una flecha al cielo azul de la tarde.
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La vuelta al ruedo dibuja una circunferencia a mano alzada.
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Para una taxonomía.- Toreros a los que acompaña muy bien la banda de música (el valenciano Ponce); toreros a los que de ninguna manera (José Tomás).
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Para otra.- Una cosa es el miedo; otra —menor— el susto.
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Ne quid nimis.- Hay un punto a partir del cual la flexibilidad nos rebaja a deportistas.
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Un traje feo, verde celedón y oro, por ejemplo, acaba provocando ternura.
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Cuando a la salida nos enteramos de que el sustituto Alejandro Morilla había toreado —jugándose el tipo— sin cobrar, cundió una ola de solidaridad en la terna de poetas.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Me voy a hacer torero, para conseguir como novia a esa muchacha tan encantadora de Vitoria, y poderle decir su ternura a la orilla de la luna. ¡Ay, las mujeres...!

Anónimo dijo...

He de decir que aunque no suene rebelde a mi me gustan los toros, y no pocos problemas me ha traído este comentario entre mis amigos rebeldes que por supuesto están en contra y me miran como si mirasen a un cavernícola. Yo por un lado reconozco el sufrimiento del toro (si se mata bien no tiene por qué sufrir en exceso) y por otro cuando estoy en la plaza se me ponen los pelos de punta y eso debe ser arte y eso deben de ser mis raíces que se hunden en lo más profundo de Castilla. No pocos quebraderos de cabeza me trae el asunto. En cualquier caso, preciosas imágenes Enrique. Ciao

Corina Dávalos dijo...

¡Oh! :O
Patenta el género y, por favor, ¡ve más seguido a los toros!

Ángel Ruiz dijo...

Extraordinarias pinceladas: maravillosas todas: ¡un verdadero placer!

Anónimo dijo...

Rebelde, tal como está la progresía, que no es sino el ala "democrática" de la oligarquía, créeme que los toros es una de las cosas más rebeldes -que no revolucionarias, que es muy distinto- de hoy en día.

Juan Ignacio dijo...

Otra vez el vicio de andar eligiendo y otra vez la dificultad para hacerlo, por ser todas muy buenas. Me quedo con la primera, y también pensando en esa extraña sensación que produce lejanía al mirar algo por los prismáticos (¿será que el sonido no llega como junto con la imagen visual? ¿será que...?)

Anónimo dijo...

Delicada crónica.¿Por cierto, leyeron ayer a Trapiello en el Magazine?

E. G-Máiquez dijo...

Buena pregunta, delicado anónimo. No lo leí, pero me lo han guardado.

Anónimo dijo...

Una pregunta (que esconde, en realidad no esconde, una alta admiración): ¿además de pensar, recordar o anotar todas estas brillantes ideas, seguiste la corrida? Empiezo a acomplejarme... ¡Qué circunferencias! Dos orejas y rabo.

E. G-Máiquez dijo...

Carlos, se te agradecen los ánimos, que tanta falta hacen siempre. Pero lo de cómo lo hice ¿me los pregustas tú, fili mi, que inauguraste las notas de los conciertos?

Anónimo dijo...

!!!Excelente!!! Me ha encantado, tocayo. Pero, al final, apareció la palabreja: ¿cómo se manifestó la oleada de "solidaridad"? ¿En qué lo notó el torero? ¿Le llegó quizás el sonido de unos versos alusivos a su faena gratuita?
Abrazos solidarios.
E.F.B.

E. G-Máiquez dijo...

Hombre, E., si lo hubiese notado el torero ya no hubiera sido una oleada de solidaridad, que tiene que quedarse así, en algo vaporoso y eso.
Gracias por los ánimos y por la visita.

Anónimo dijo...

¡qué collar engarzado de qué bellas perlas!
Lo que demuestra que hasta de algo tan cruel, tan arcano, tan sangriento (que no sanguinario) puede entresacarse poesía, ergo belleza.

Anónimo dijo...

¡Qué bonitas notas de ruedo! Qué asombrosa geometría, qué hermosura de vencejo (además de pensar y seguir la corrida ¡hasta mirabas al cielo!), y qué encantador el traje feo, color verde no sé qué.
¡Olé la madre de este chico!

Ecazes dijo...

Muchas Gracias!

Ecazes dijo...

Muchas Gracias!