La lectura de ayer me recordó lo de la semana pasada. Todavía no había empezado el frío, y mi madre y yo dábamos un paseo. Nos encontramos con un representante de las fuerzas vivas del pueblo, digamos, y no era el boticario, que ésa es mi madre, ni mucho menos el profesor, que soy yo. Nos paramos a saludarnos, naturalmente.
Y en un momento de la conversación, va el señor y le comenta a mi madre: "Siempre te he tenido por una persona muy inteligente. Hace veinte años, cuando yo estaba recién llegado al Puerto, se te ocurrió algo que no he olvidado".
[La conozco como si la hubiera parido, y noté su respingo de horror. A mí, y deben ser las leyes de la herencia, me pasa igual. En cuanto alguien va a recordar un comentario mío del pasado se me abren las carnes. Pienso: "¡A ver qué chorrada dije, Dios mío!"]
El señor importante nos puso en antecedentes. Hace veinte años mi madre, él y otros personajes que no se recordaron pero que allí estarían, discutieron sobre el Rocío, arsa, y sobre si la romería era religiosa o sólo una coartada para el jolgorio generalizado de gentes poco piadosas. El señor recordaba perfectamente, ¡con las palabras exactas!, lo que a mi madre se le ocurrió para zanjar aquella discusión, que fue: "La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará". Por lo visto, cada vez que sale el tema, el señor cita admirativamente a mi madre: "Como dijo una vez la boticaria: 'El pábilo...'"
"¡Oh!", exclamamos mi madre y yo al unísono.
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7 comentarios:
Fondo + forma y humor + profundidad. Se puede muy bien marcar esta entrada con piedrecita blanca.
Maestro:
Qué bonito post.
Me gustaría ser tan inteligente como la boticaria, como el profesor y como la otra fuerza viva para acertar la relación entre la frase del Evangelio y la romería del Rocío.
(¿Ya vivías de joven en El Puerto? Qué curioso: siempre pensé que te fuiste a vivir allí cuando aprobaste la oposición)
El pábilo, además de vacilante, puede hacernos vacilar (=titubear) a la hora de pronunciarlo: ¿es pábilo o pabilo? Las dos formas son correctas, aunque la segunda ofrece a los poetas algunas posibilidades de rima.
Yendo a la sustancia: Considerémonos todos pábilos vacilantes necesitados de que Él nos espabile (o despabile, que también aquí podemos elegir).
He leído sus versos del último Clarín(nº 78). En la introducción a esos poemas se nombraba este blog, así que lo aprovecho para darle las gracias por esos versos: tan limpios, tan inteligentes, tan emotivos, tan delicadamente traviesos... Un regalo que me entibia estos días. Mil gracias.
Prometo que el último anónimo no soy yo haciéndome publicidad, aunque también confieso que eso mismo que dice él de mis versos es a lo que aspiro en mis mejores sueños. Muchísimas gracias por esos adjetivos de ensueño. Yo aún no he recibido Clarín.
Iré corriendo al buzón por si está allí, pero le preguntaré antes a Fernando: ¡quillo, ¿no me escuchas el acento bajoandaluz?! [Acentos aparte, la cosa es como sigue: la murciana es la boticaria y allí nos llevó a nacer, pero somos del Puerto, y aquí volvíamos cumplimentado el trámite.}
Muchas gracias a AnaCó y a Ángel por la piedrecita blanca.
Ah, y me quedo más tranquilo
sabiendo que siempre puedo
rimar pábilo y pabilo.
Maestro:
Gracias por la aclaración biográfica. Siempre pensé que tú y tu familia erais murcianos y que tú estabas transplantado en Andalucía como un árbol exótico y que veías todo lo andaluz con cierta distancia admirativa. ¿No es así? Mejor, así nunca tendrás nostalgia de la patria lejana.
Qué sabia tu madre. Como las buenas madres. Sabiduría práctica, lo llama Newman.
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