viernes, 23 de enero de 2009

La tortuga y la liebre

Veloz como la luz, o mejor, como el sol, al día siguiente llegó la liebre al bosque de la tortuga. Magullada como Magallanes, con el pelo cano tras darle la vuelta al mundo, venía jadeante, apenas si podía hablar... Pero levantó las manitas haciendo el signo de la victoria.
—No tan rápido, liebre —le espetó la tortuga, ­—que aquí el amigo chochín, que no desperdicia una oportunidad para un buen debate, te va a explicar que gané yo.
—Efectivamente —disertó el chochín, tras pegar un buen trago a su jarra de cerveza, —hay dos maneras de alcanzar un sitio: dar la vuelta al mundo, como has hecho muy meritoriamente, hip, hip, hurra, o quedarse en él. La tortuga se quedó y, como salta a la vista, llegó antes.
Arsa —palmeó largatijo
—Pero, pero... —saltaba nerviosamente la liebre, —¿y hasta el horizonte, qué?
—Eso digo yo —dijo el chochín con pico de choteo, —¿llegaste tú acaso?
La liebre, que era sincera y tenía un gran corazón, reconoció bajando las orejas:
—No, no. De hecho me extrañó encontraros aquí sin haber cruzado antes la línea del horizonte.
Terció la tortuga:
—A la debida distancia [y siempre conviene guardar las debidas distancias, dicho sea entre corchetes] cualquier punto de la tierra es el horizonte... Por supuesto, ¡también esta meta lo es!
—O sea, que —zanjó la zaragüeya— en el principio está el final....
—He perdido, he perdido, me han dado con el Esopo en la cabeza. Y ahora, ¿cuál es tu condición para el derrotado, tortuosa tortuga?
—Oh, que descanses, y que, cuando recuperes el resuello, nos cuentes tranquilamente, con todo lujo de detalles, lo que has ido viendo en tu vuelta al mundo, porque algo de mundo habrás visto, ¿no?
­—¡Claro que sí! —saltó de júbilo, sorpresa y amistad la liebre. —De hecho, en la sabana vi cómo me adelantaban un antílope y un guepardo... ¡A una velocidad impresionante, uf!

5 comentarios:

Jesús dijo...

"En el principio está el final": ¿Eliot? Genial, genial, Enrique. Para una antología de las mejores fábulas-cuentos de la historia universal de la literatura.

Corina Dávalos dijo...

Te estás luciendo y tus lectores estamos disfrutando una barbaridad, ¡gracias!

Anónimo dijo...

¡Qué maravilla! Por añadir algo que no se haya dicho todavía, vaya disfrute de aliteraciones: magullada como Magallanes, el chochín con pico de choteo, zanjó la zarangüela, tortuosa tortuga...
Hay que decir en honor a la liebre que supo perder muy noblemente, aunque fuera un pelmazo.

Adaldrida dijo...

Bueno, bueno bueno. Me alejo unos días y qué es lo que encuentro. Deliciosamente profundo.
Te sales, Enrique. Por cierto que he conocido a varias chicas del Puerto que flipaban cuando supieron que moi era amiga de Quique. Qué las das.

Coni Danegger dijo...

Gracias por la sorpresiva versión del final de la fábula. Sigo sospechando, no obstante, que la tortuga anda y no es tortuosa. En realidad la simplicidad de su paso cadencioso me parece estremecedora: la muy lenta lleva una casa a cuestas, como observa La Fontaine entre risas victoriosas.
Pero oye, de verdad gracias, que no hay como dar a pensar otra vez las cosas. Leyéndote me parece que es verdad que aquí, aquí mismo está el horizonte.