Ya llegué a puerto. Adiós, Esperanza y Fortuna,
me libré de vosotras. Jugad ahora con otros.
Es un epitafio tremendo, ¿verdad? Y paulino, de paso.
Una tormenta de ideas con algún rompimiento de gloria
Ya llegué a puerto. Adiós, Esperanza y Fortuna,
me libré de vosotras. Jugad ahora con otros.
Cuando al alba mis ojos se entreabrían
se cerraron de nuevo, deslumbrados:
unos peces vivaces y dorados
volaban en la luz y en ella huían.
En las calles brillaban los tejados.
Las claras mariposas se reían.
Y en el arcón donde dejé guardados
mis zapatos, de golpe, florecían.
¡Y yo casi levito, contagiado!
Evítame, Señor, ese prodigio...
Cómo iban las familias a mirarme…
Cualquier milagro ahora está vedado,
y de éstas pierdo el poco de prestigio
que en mi barrio pudiera aún quedarme...
No acierto a ver qué aporta la belleza.
Si ardes de amor, la fea se hace hermosa.
Y la hermosa qué fea, si estás frío.
No acierto a ver qué aporta la belleza.[Versión libérrima del epigrama 66 de Moro, con una traducción más fiel en la estupenda edición de Concepción Cabrillana, Epigramas, Rialp, 2012]. Lo que sí se acierta a ver es que Moro era, por una parte, un hombre casado y que, por la otra, no era un esteta, sino más bien un moralista y un guasón. En el fondo, un moralista hedónico, porque amó mucho, de modo que lo veía todo bastante hermoso.
Yo sé que el de allá arriba
no hubiera entrado nunca en la Academia.
Para estar frente a Él
tan solo espero
saber las cuatro cosas —simples y cotidianas—
que, por obvias,
supongo que aún no he descubierto.Aunque las va descubriendo, y cómo, a medida que su poesía crece. Para un seguimiento de lo suyo más actual: aquí.
MORO
True, son, here's no strife,
Nor does the wanton tongue here screw itself
Into the ear, that like a vice drinks up
The iron instrument.
MORO
Cierto, aquí no hay discordias,
ni la impúdica lengua se enrosca cual tornillo
en el oído, que se traga
el instrumento férreo.
Hay muchas novedades —en todos los sentidos— en la poesía española de ahora, está el panorama vivísimo, pero me he ceñido a los alrededores del año 60, o sea, a los que han entrado ya en la madurez.