miércoles, 8 de noviembre de 2017

Quita tus limpias manos de mi Bloy



Escribí un artículo apresurado, como todo lo mío en este primer trimestre, sobre Bloy. Surgió un comentarista. Me afeaba haber citado mal al maestro y, agobiado por eso, obvié que me llamaba directamente "antibloy". Decía:

La frase de Bloy sobre las últimas noticias dice "leo el Apocalipsis", no a San Pablo. Bloy merece más que esto, pero el antibloy no se lo va a dar, está claro.

Me pudo el pavor instantáneo de pensar que había citado mal, que podía ser, conociéndome. Me pareció horrible por mi parte. Busqué y encontré que la frase, recogida en su diario de 1906:


Se lo dije al comentarista, con la alegría de no haberme equivocado en lo que yo más quería, y resaltando, para sacar algo positivo, que es mucho más hondo Bloy cuando dice que las últimas noticias están en San Pablo. En el Apocalipsis (que también lo dice en otro lugar) tiene un poco de juego de palabras demasiado evidente.

El comentarista volvió a la carga literalmente. En vez de reconocer que se había pasado corrigiéndome en público una cita bien hecha, arremetió de nuevo afeándome que Bloy es indigerible por mí, columnistanacionalcatólico. 
Sea. También me equivoco si lamento que Bloy merece más. Merece exactamente algo así, la prueba de que es indigerible por la enzima moralizante del columnistacatólicoespañol.
 Podía haberme afeado, si quería, que mi memoria fallase al recoger "las últimas noticias", que pensé equivocadamente que se referían sólo al Apocalipsis. Pero se revolvió sin pedir perdón y contra mí. Como gritándome: "Quita tus limpias manos de mi Bloy".

Lo curioso es que probablemente tenga razón en lo de mis limpias manos burguesas. Ya he comentado a veces que mi admiración por Bloy no está exenta de rechazo a sus excesos, que es el equivalente al desprecio del comentarista, supongo, por mis limitaciones. En otras circunstancias, con otro modo, le habría dado con gusto y con humildad su razón que tiene a su "antibloy" y a sus enzimas indigerientes. De no haber quedado desconcertado por la saña, incluso le habría dado una vuelta moralizantenacionalcatólicocolumnista (¡que habría vuelto a darle la razón a él!) y habría loado las muchas moradas que tiene la Iglesia, donde cabemos todos, Bloy y el antibloy. 


5 comentarios:

AMaria dijo...

Esta muy feo lo que hizo ese señor, si a usted no le gusta tanto ese Bloy tiene derecho a opinarlo y el no debe insultar a nadie por no estar de acuerdo con su opinión en un artículo. Todos pueden opinar siempre que haya educación. Y si, muy bien dicho la iglesia es madre que acoge a todos, bloy o antibloy, Cristo o antecristo, menos faltas de respeto asi y mala educación

E. G-Máiquez dijo...

Mujer, ¡anticristo no, no debe caber! Hasta en las muchas moradas hay un límite.

Y a mí me encanta Bloy, sólo que, en efecto, yo soy un tanto burgués para sus gustos y él un poco histriónico para los míos, pero sin dejar de gustarme.

Javier García dijo...

nada, Enrique no acabo de pillar dónde estás tú y dónde tu amargo comentarista -purista respecto a Bloy. Para mí que estamos todos tan cerca de él como lejos de la "political correctness"

Jesús dijo...

Muy bien Enrique, así se contesta, como un caballero cristiano.

DAL dijo...

Quand je veux savoir les dernières nouvelles, je lis Saint Paul.

El tipo es un Besserwisser progre y pedorro y tú tienes más paciencia que Job.