sábado, 30 de septiembre de 2006

Justicia

No es que venga a hablar del auto del juez Garzón, que lo analiza mejor Luis del Pino. Lo que aquí es de justicia es que, como me voy a pasar el día escribiendo el prólogo a la antología de José Miguel Ibáñez Langlois, sea él quien me redacte la entrada del blogg. Quid pro quo, vaya. He escogido el fragmento 71 de Futurologías:

71
La aristocracia de la inteligencia
se refleja muy claro en el idioma
el latín se declara lengua viva
idioma universal a todo efecto
filosofía ciencia diplomacia amor
música popular finanzas y negocios
si de rezar se trata si de orar
miserére mei Dómine quóniam infímus sum
si de hablar del amor y sus misterios
odi et amo quare id fáciam fortasse requíris
si de insultar al prójimo con ganas
si sapis et sentis hic tibi ait Morere
en las operaciones financieras
Marco spondente recusas crédere tu nummos?
y así para cualquier oficio o menester
ya sacro ya profano bajo la luz del sol
ciertos dialectos vivos se declaran
en desuso por polución mental
el sueco turco vasco y holandés
son lengua muerta están contaminados
por sexo terrorismo teología-ficción
no se pueden hablar decentemente
prohibido su estudio salvo el caso
de un mísero puñado de filólogos
el castellano crece con la fe
nació creció enfermó con pulso teologal
con la sabiduría del pueblo que ama a Dios
y no firma siquiera sus amores
no me mueve mi Dios para quererte
el viento del Espíritu hoy le enciende
resplandores del cielo y de la tierra
el inglés no es el código del dólar y el turismo
es la lengua inmortal de la poesía
qué idioma puede dar estos dos versos
I offer you the memory of a yellow rose
seen at sunset years before you were born
traten de hacer lo mismo en esperanto
les saldrá un poema estructuralista
el griego se declara imprescindible
sólo para poetas y filósofos
clausurado el poeta analfabeto
salvo en el caso de la musa popular
que es cultura sin nombre ni apellido
dónde se ha visto a un músico componer sinfonías
sin haberse adiestrado veinte años en su oficio
en su ciencia ejercicio corazón
los poetas creían que bastaba
papel pluma las ganas de escribir
y alguna emocioncilla de tercera
no señor dijo Rilke hay que tener
una necesidad de vida o muerte
viajes naturaleza mundo vida más vida
y esto para escribir tan sólo el primer verso
hoy día eso no basta se pide mucho más
por lo menos lo mismo que al médico ingeniero
científico abogado cura para ejercer
años y años de vivir en las palabras
amarlas desecharlas rescatarlas
odiarlas descubrirlas conquistarlas
en su idioma y en tres o cuatro más
un poeta en lengua castellana
necesita saber latín y griego
necesita el inglés la métrica y la música
y haberse sumergido hasta las heces
en el habla profunda de su pueblo
secreto manantial de su energía
los libros y la calle por igual
años de años tal vez toda una vida
qué se creen señores que un poema
es menos complicado que una célula
que un átomo que un ojo que una estrella
que la guerra mundial que el fin del mundo
el poema es tan tan enmarañado
profundo sideral raro infinito
exótico invisible ridículo espantable
como el hombre en persona como su alma
calculen los microscopios telescopios
matemáticas ciencias sufrimientos
poder premontorio telepático
buen oído salud buena cabeza
y lenguaje lenguaje y más lenguaje
la absoluta locura del lenguaje
que el pobre necesita para hacer
dos versos aceptables
y no digamos nada de un buen poema
más mejor no seguimos con el tema
si lo pienso abandono esta canción
de amor.

viernes, 29 de septiembre de 2006

Primer día de clase

—Buenos días —digo.
Nadie me contesta, o algún tímido “hola”. Empiezo a pasar lista y veo, entonces, a una chica con su gorra puesta.
—Perdón, ¿puedes quitarte la gorrita?
— ¿?
—… la gorra, que si puedes quitártela —repito, apoyándome en el lenguaje de signos, señalándome la cabeza.
—No.
—Es una regla del instituto y…
—Ningún profesor me ha dicho que me la quite.
—Soy el primero. Por favor, quítate la gorra.
Se la quita, mascullando. “Vaya entrada”, pienso. Luego, con los nervios, me lío con la lista, y le pongo falta a alguien equivocado. ¿A quién? Pues a la niña de la gorra (de la gorra ahora en la mesa).
—Perdona, me he confundido…, [aspavientos] ... no si ya he visto que tú sí estás aquí.
Para romper el hielo en el primer día, les pregunto por sus aficiones. Chatear, dormir la siesta, salir de marcha, el carnaval… De pronto, alguien dice leer. Miro, y es la niña de la gorra (ahora en sus manos).
—Qué sorpresa, y ¿qué te gusta leer?
El Código da Vinci.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Punto en boca

Había tomado muchas notas muy juiciosas, pero después del nº 17 de los 23 poemas de Mario Míguez, no hay más que decir:
Ensucio todo hablando demasiado.
Cobarde charlatán, ruidoso hipócrita,
sólo de mis mentiras no me quejo.
Qué duro me es callarme por lograr
una palabra humilde y necesaria
tras de la cual yo quede imperceptible.
Debo callar, permanecer callado.
Aunque lo sé de siempre, no lo cumplo:
mi voz tengo que hacerla de silencio.

miércoles, 27 de septiembre de 2006

Las estaciones

No es casualidad que la palabra “amateur” aparezca hoy en mi artículo, aunque sea de pasada. Como la Tierra, voy cambiando de posición a lo largo del año. Durante el verano puedo mantener la dorada ficción de que soy un escritor profesional. Antes, en primavera, cuando empiezo a tener menos horas de clase, disfruto del pluriempleo. Pero ahora, en otoño, con el follón del comienzo del instituto y el horario a pleno pulmón, sólo es posible arañar unos pocos ratos de lectura por las noches: me convierto, de pronto, en un aficionado, en un amateur.

martes, 26 de septiembre de 2006

Memoria

Si recuerdo bien, Schopenhauer escribió que “la memoria es un ser caprichoso y estrafalario, comparable a una muchacha joven: a veces me niega de un modo inesperado aquello que me ha entregado cientos de veces, y, después, cuando menos se piensa, lo da de nuevo”. Él, tan misógino, lo diría con ánimo de ofenderla. A mí, justo al contrario: la frase me hace mucho más graciosa y amable mi mala memoria, con la que flirteo.

lunes, 25 de septiembre de 2006

De vuelta

El fin de semana, traído y llevado por el viento de las llanuras, estuvo bien. Se habló poco de libros y mucho de gastronomía exquisita y de viajes exóticos... A veces, viene bien dejarse llevar un poco por los vientos, por variar. Sin embargo, en los intersticios de las conversaciones, me acordaba de mi anhelante biblioteca, de mi blogg, de los blogs de los amigos... Como antídoto, me recitaba entonces la “Canción del deshojamiento de las palabras”, de Luis Rosales:
¡Ay!, si fuera fácil
desempalabrarnos
y vivir como viven los niños,
pero más despacio.
No había llegado aún al “pero más despacio”, cuando mi memoria, terca como un mulo, insistía en replicarme, incansable, con esta otra canción rosaliana:

DECÍDETE, SI NO QUIERES EQUIVOCARTE

Sólo sabrás lo que quieres,
corazón,
sólo sabrás lo que quieres,
después de hacer tu elección.
Y lo hacía para recordarme que yo, como el mismo Rosales, ya me había decidido por las palabras, y que —por mucho que un fin de semana de ausencia no deje de ser saludable— mi sitio es éste.

viernes, 22 de septiembre de 2006

Oh toño!

Llegó el otoño y es, por tanto, el momento de recordar la oración del gran Rilke:
Señor, es tiempo. Enorme fue el verano.
Pon ya sobre el reloj de sol tu sombra
y deja suelto el viento en las llanuras.
Para celebrarlo, yo me voy con toda mi familia política a pasar el fin de semana. Enorme empieza, también, el otoño.

jueves, 21 de septiembre de 2006

Más Chesterton y breve ensayo dantesco


Baltanás nos ha contado como Ada Jones, viuda de Cecil Chesterton, en su libro Los Chesterton, hace un retrato bastante negativo de Frances Blogg, mujer de Gilbert. La noticia nos inquieta por chestertonianos y, más concretamente, porque este blogg tiene una “g” de sobra en homenaje a esa señora. Algún mal barrunto, con todo, ya teníamos, a cuenta de los conflictos con las conversiones o de la tristeza que le causó al escritor que su mujer, durante una temporada, y a raíz de la muerte de un hermano, practicase el espiritismo. Frente a esto se alzan los poemas de amor de Chesterton —encendidos como una hoguera— y todos sus artículos a favor del matrimonio y del romanticismo. El contraste, bien mirado, a Chesterton lo engrandece (¡¿aún más?!, preguntaría alarmado el orondo inglés), porque supone que supo ser feliz y amar a pesar de graves problemas y dificultades.

Y encima lo incluye dentro de una tradición que podríamos llamar de amadores a pesar de sus musas. La primera vez que vi este caso fue con Delibes. En Mujer de rojo sobre fondo gris pinta enamoradísimo un cuadro de una señora que a uno no dejaba de parecerle cargante, con esa manía, ¿recordáis?, de sentirse siempre muy decepcionada con los regalos que le hacían. Pero el arquetipo insuperado es Dante. Beatriz, por la que atravesó el tenebroso infierno, Beatriz, por la que trepó el escarpado Purgatorio, Beatriz, el amor de su vida..., le echa una bronca que corta el aliento en cuanto se lo encuentra en la cumbre del monte del Purgatorio. A él le hace llorar, y a nosotros nos revienta. No sé si Delibes se dejó caer con intención en su novela, pero no me cabe duda que Alighieri, que sabía latín, sí. Es más, para contraste, nos pone en esos mismos cantos finales del Purgatorio la delicada figura de Matelda, que encandila sin resquicios al lector. Dante quería dejarnos claro que, por mucho que él admirase a su dama, ella no dejaba de ser un poco chocante. Era, por supuesto, una imagen de la Divinidad, pero sólo para él y sin exagerar la nota. El Dante-personaje está loco de amor; mientras el Dante-escritor pone sus gotas de acíbar irónico, hace un guiño al lector y se salva, así, de la idolatría.

Ya no gotas sino litros irónicos son los que vuelca nuestro humanísimo Cervantes. Aldonza Lorenzo es sublimada, ante la estupefacción de Sancho, por un don Quijote que se ha tirado en brazos de la literatura. Pero la ironía de Cervantes señala más secretamente una verdad muy honda: sólo el amor realiza esos hechizos y encantamientos. Que a veces dan con el valor más auténtico de la persona así querida. ¿O no fue Borges —ese lector de Dante y, a su pesar, del Quijote— el que dijo que el amor nos permite contemplar al otro como lo ve Dios?

Por tanto, este blogg seguirá con su “g”, y ya no será sólo un homenaje a Frances Blogg, sino también a Beatriz y a Aldonza Lorenzo y al Dios de Borges, que en este caso es el nuestro, y que nos mira así, poniéndonos una “g” de más, justo la de la gracia.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

El drama es el retruécano

Si el principal problema de la sociedad es la enseñanza, al revés sigue siendo cierto: el principal problema de la enseñanza es la sociedad.
[Para que ninguno diga que ladinamente le conduzco a mi columna y para que nadie tenga que leerme más de lo estrictamente necesario, extraigo aquí la síntesis del artículo de hoy sobre las educación en España.]

martes, 19 de septiembre de 2006

Contra el pleonasmo

Digo sus nombres y los perros rápidamente acuden a mis pies si están sueltos; pero si van atados, por mucho que los llame —y es para soltarlos—, ni caso. Supongo que estando ya atados, mis órdenes les parecen una redundancia excesiva.

lunes, 18 de septiembre de 2006

Maletero

Freud haría su lectura freudiana, como es natural, aunque yo prefiera una cervantina: ver tantas películas ha acabado por reblandecerme el cerebro. El caso es que cada vez que abro el maletero de mi coche en presencia de un amigo o de mi mujer, tengo una punzada de inquietud y unos instantes de suspense —mientras va subiendo la puerta— hasta que compruebo con alivio que allí dentro no hay ninguna prueba de ningún delito.
Un sentimiento parecido a cuando alguien me dice que va a leer uno de mis libros, pero más intenso.

domingo, 17 de septiembre de 2006

Manifiestos

Por primera vez me piden, con un amable correo electrónico, que firme un manifiesto de intelectuales. El detalle me hace mucha ilusión: ser un "abajofirmante" es una subida de caché. Lástima que cuando leo el texto me entero que de lo que se trata es de apoyar a Pepe Rubianes ("A mí la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás. Y que se metan a España en el puto culo a ver si les explota dentro y se les quedan los huevos colgando del campanario") . También de sostener al equipo del Teatro Español (con perdón, es su nombre), que lo contrató con cargo al presupuesto público.

Y uno, en vez de firmar, se dedica a lo suyo: a la melancólica reflexión. Y a esperar sentado un manifiesto de intelectuales en apoyo al Papa ("la difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma"); o incluso, si lo que ha molestado es el emperador, un escrito a favor de la libertad de expresión de Manuel II Paleólogo («Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba»). Será que los de la intelligentsia no entienden el discurso de Ratisbona porque echan en falta el espesor del fraseo rubianesco. O es que las dimensiones del problema, que supera con creces los límites suculentos del presupuesto municipal, les queda grande. Yo les propongo, para su manifiesto, un subtítulo descriptivo, con unas gotas de intertextualidad cinematográfica: "El mundo se derrumba y nosotros nos manoseamos".

sábado, 16 de septiembre de 2006

Fe y razón; la rabia y el orgullo

Qué melancólica casualidad que hayan coincidido en el tiempo la muerte de Oriana Fallaci y esta reacción en el mundo musulmán contra unas palabras del Santo Padre. La escritora se indignó a veces con la postura conciliadora de la Iglesia ante el Islam, pero reconoció que leyendo al cardenal Ratzinger se sentía menos sola. Hoy habría —o habrá— visto que para hacer frente a los fanáticos no hace falta dejar de ser conciliador, basta con desarrollar un pensamiento coherente y mantenerlo. Pero hay que mantenerlo: aquí ya protesté cuando algunos se rasgaron las vestiduras y dieron un pasito atrás por un chiste dantesco. Hoy no quiero dejar de rendir mi homenaje a Fallaci, al docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo y a Benedicto XVI , difundiendo a voz en blogg el pacífico mensaje del Papa: "La difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional".

viernes, 15 de septiembre de 2006

De Platón a Dante pasando por Neuhaus

A pesar de mi ataque de humildad, o por eso, ayer fue un día soberbio. José Mateos y yo cogimos carretera y mantra —Girard, Girard, Girard...— para conocer a Cesáreo Bandera enViñamarina, donde nos dimos un homenaje bajo la torre del gran Duque, Aquilino. El homenaje no fue sólo intelectual, pero la sobremesa fue ya de diálogo platónico. A la sombra de un árbol del paraíso (nada menos), Cesáreo calmó con paciencia y entusiasmo nuestras ametralladoras dudas sobre las teorías girardianas y sobre su propia interpretación del Quijote. Para que no olvidásemos nuestra todavía triste condición mortal o moribunda, se rozó de vez en cuando la actualidad política, a ras de suelo y de suela, que diría un zapatero. Sobre política y sociedad, Cesáreo Bandera habló maravillas de Neuhaus, al que calificó como powerhouse del pensamiento católico conservador de Estados Unidos. (Veo, después, que entre los enlaces del protoblogg ya está recogida su revista, First things.) Pagado el tributo a la actualidad, volvíamos a las cosas ocultas desde la fundación del mundo. Quizá la idea que a mí me quedó más clara fue que el deseo mimético es algo mucho más amplio que la envidia, y más ambivalente. Recordé entonces que Dante, en el Purgatorio, en la cornisa de los envidiosos, había dicho que él no purgaría mucho allí, pues ése no era su pecado. A la vuelta, Mateos y yo estábamos de acuerdo con Dante: su pecado, como él avisa en varias ocasiones, es la soberbia. Felix culpa, porque hace falta una enorme seguridad en uno mismo para acometer el empeño de pasearse por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Entonces, José sacó un tema que ya plantea Borges: la posible condición blasfematoria de una obra que se permite el lujo de juzgar quién estará en el Cielo y quién condenado. Quizá por eso —apuntaba mi copiloto— hay tantos pensadores sensibles e inteligentes que, a pesar de la cumbre dantesca, no parecen amar mucho la Divina Commedia. Yo —recuerden ustedes que ayer me tocó el día humilde del curso— no protesté. A medida que se reafirme mi autoestima, perpetraré un nuevo ensayo dantesco que trate de dar lo suyo al maestro Mateos, que lo tiene, y al maestro Alighieri, tan audaz.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Ataque de humildad

Me llama una lectora de mi blogg [o sea, mi mujer] para preguntarme por qué no he escrito aún mi entrada. Me enternece su preocupación y me regodeo pensando en los celos que deben estar sufriendo las levaduras del vino al ver que ella me dedica unos minutos de su horario en la bodega. La razón de mi silencio es que me entró un ataque agudo de humildad, esa cosa tan rara. Me lo merezco por pasarme el día de ayer hablando del respeto a la verdad. Al final, uno se aplica el cuento y, ¡zas!, se ve. Uno de los síntomas más evidentes del ataque es el amor al anonimato y el preguntarse con qué derecho voy a ocupar vuestro tiempo de lectura. Por eso no había escrito hasta ahora. Otro síntoma es que te entra una admiración general por el prójimo —incluso pienso con ternura y sin reservas en la obra de Vicente Luis Mora. Hasta iría a leer su blog si no fuera porque lo que me obsesiona en estos momentos es conseguir una radiografía de mi calavera para ponerla de salvapantallas del ordenador, tal y como hacían los barrocos en sus cuadros, pero en postmoderno. Y al archivo de “Mis documentos” quiero cambiarle el nombre por el epitafio del cardenal Portocarrero: “Hic iacet pulvis, cinis et nihil”. Pero no preocuparos en escribirme comentarios consoladores: por experiencia sé que la humildad se cura sola. Y enseguida.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Exenta

Corro el riesgo en el artículo de hoy de que mi prosa, como un alud, termine sepultando la extraordinaria cita de Eugenio d'Ors. Aprovechemos el blogg para grabarla aquí, libre de aditivos y conservantes:

Todo respeto es poco para la verdad. Toda codicia es poca, de la verdad.

martes, 12 de septiembre de 2006

Remember!

Nos encontramos con unos buenos amigos. Iban con una adolescente muy mona. Al saludarnos resultó que la chica era una sobrina suya que hace dos años pasó también unos días en el Puerto. Por entonces era una niña, pero estos dos años han cundido bien, han hecho su trabajo. Cuando niña no quería más que jugar con y pasear a nuestros perros, y se presentaba cada dos por tres en casa. Una tarde de ésas los perros atraparon un gato y fue impresionante, pero esa es otra historia, y más bestia. Ahora los tíos le dijeron: “Mira, Leonor y Enrique, los dueños de los perros, ¿te acuerdas de ellos, verdad?”. La adolescente, con un leve rubor, contestó: “No”. Eso azoró bastante a sus tíos: “Pero, ¿cómo es posible, si fuimos a la playa, si otra tarde, si un gato, si aquella noche…” “No. No. No. No.” Nuestros amigos empezaron a preocuparse por la actividad neuronal de su sobrina: no caían en que ella de lo que no quería acordarse era de ese interés canino de antaño, tan pueril. La prueba es que, en vez de fingir el reconocimiento, como hacemos todos los que sufrimos mala memoria, ella se encastillaba en sus noes, defendiendo como gato panza arriba su recién conquistada madurez. La vida misma. Cumplirá más años (que también harán, ay, su trabajo) y algún día se encontrará añorando las tardes interminables de los veranos de su niñez. “No preocuparos —les dije a sus tíos— ya se acordará”.

lunes, 11 de septiembre de 2006

La generación pedida

Nada distorsiona tanto el desenvolvimiento de la poesía de hoy como la imperiosa demanda de innovaciones por buena parte de la crítica. Mientras que pareció un "–ismo" más, el tradicionalismo (Las tradiciones se tituló la recopilación de la poesía de Andrés Trapiello y “Todo lo que no es tradición es plagio” afirmó, siguiendo la costumbre familiar, Miguel d’Ors) fue más o menos aceptado. Pero cuando los críticos cayeron en la cuenta de que aquello implicaba el desmantelamiento del tiovivo de las modas, y que los poetas estaban por hacer una evolución hacia dentro, sin apedrear al padre ni abuchear a los abuelos, cundió el pánico. ¡Es tan fácil reseñar y clasificar a los escritores cuando se ordenan ellos mismos en manifiestos! A partir de entonces, ciertas constantes de la poesía de siempre, como la presencia del yo lírico o el valor referencial del lenguaje, han empezado a tacharse de epigonales. Se está poniendo tanto empeño en que surja una nueva estética entre los más jóvenes, que si la cosa termina de cuajar, habría que llamar al resultado “la generación pedida”.
[Primer párrafo de la reseña sobre El río de agua, publicada en "Poesía digital". Espero que mi crítica haga más justicia a Álvaro García que la congestionada foto suya que la ilustra.]

domingo, 10 de septiembre de 2006

Felix Culpa

También la maldición de Babel fue redimida por sobreabundancia de gracia. En su caso, el punto fúlgido fue en Pentecostés. Desde entonces la multiplicación de lenguas ha de verse como una riqueza más que como un castigo, aunque los nacionalistas lingüísticos se empeñen en lo contrario. Del roce de unas lenguas con otras, saltan chispas como diminutas lenguas de fuego. Y hablar otro idioma, aunque sea bien, es una fiesta. Si se habla mal es mejor, porque hay más roce con la lengua madre y más chispas: falsos amigos que se arrepienten y se convierten, expresiones que expresan con todo espesor, palabras misteriosas como cuando Adán en el Paraíso, el asombro recuperado de entendernos, la generosa morosidad en la lectura…

Todo esto lo tenía claro, pero no encontraba el ejemplo definitivo hasta que he leído esta entrada de Andrés Trapiello en su libro El arca de las palabras:
En Vicolo del Giglio, donde tenía su casa Ramón Gaya, había, en los bajos, un negocio de fontanería, en el que, sobre la puerta, se veía la muestra del negocio: “Idraulico”. Yo le dije al dueño cierto día en que le llevaba una comisión del pintor, que esa vez se había quedado en España: “Qué palabra tan bonita: hidráulico”. El me preguntó cómo se decía idraulico en castellano. Yo le dije: fontanero. Y el hombre quedó maravillado, dijo, oh no, más bonito en español, “fontanero”, y se relamía en cada sílaba, “l’uomo delle fontane”.

sábado, 9 de septiembre de 2006

A Good Man Is Hard to Be

I would be a good man if it were somebody here to shoot me every minute of my life.
[Variación egocéntrica de un cuento de Flannery O'Connor]

viernes, 8 de septiembre de 2006

Para el ocho de septiembre

Algún visitante de este blogg se ha sorprendido de mi catolicismo beligerante y grafómano. Otros ya estaban sobre aviso. Todo se entiende mejor si se conoce que me he criado a la sombra de una iglesia-fortaleza bajo la advocación de un escritor: el Castillo de San Marcos.
Además, desde su torre del homenaje la Virgen se le apareció nada menos que a Alfonso X el Sabio, que lo contó en sus Cantigas. Ni siquiera Rafael Alberti se sustrajo a este encanto mariano y militar de nuestro pueblo:

La Virgen de los Milagros
es la patrona del Puerto.
Para el ocho de septiembre,
se asoma al balcón del río.

Las aguas del Guadalete,
soñando, van de verbena.
San Alejandro, alto puente,
biznaga de farolillos.

La Virgen de los Milagros
era una Virgen guerrera.
Bajó del cielo a la frente
coronada de un castillo.

La playa azul del Atlántico
es un clavel negro y frío.
El faro verde de Cádiz
le raya de añil la arena.

La Virgen de los Milagros
no baja nunca a las playas.
San Fernando manda al Puerto
una lancha cañonera.

jueves, 7 de septiembre de 2006

El Barbero del Rey de Suecia (VI)

He recordado que el Barbero me echó una mano importante cuando escribía el prólogo de mi antología de Luis Rosales, seleccionando esos versos suyos que dentro de los poemas brillaban por sí mismos. Estoy convencido del interés, tal vez del éxito, que tendría una colección de citas, como las que proliferan últimamente, que recogiese algunos de esos deslumbrantes “micropoemas”, que, por la función de fogonazos que cumplen en su poesía, sirven solos. En ellos, como en el flash que retrata el mundo, hay mucho de la vertiginosidad del vanguardismo —tan bien leído por nuestro poeta—, una mirada un poco cubista y unas gotas de las inevitables, imprevisibles greguerías.

Las imágenes del sueño son migajas de ayer.
*
Para ser un buen extremista sólo hace falta simplificar un poquito las cosas.
*
La insatisfacción es la fuerza con que el hombre se origina a sí mismo.
*
En la vendimia de violencia que es el mundo actual [...] no es extraño que cerremos los ojos para poder dormir.
*
La caricia del agua es la sirena.
*
Cuando no estoy contigo soy mi propio empleado.
*
La cólera nos suele convertir en un espantapájaros.

*
Entre todas las cosas importantes que se pueden hacer en esta vida, la primera es seguir, seguir haciendo cualquier cosa.
*
Los ojos lloran porque ven.
*
Sólo la gente en vacaciones cumple su obligación a todas horas.

*
Una mujer empieza siendo niña y acaba como puede.
*
Como carezco de recuerdos mi corazón no es mío, y escucho su latido igual que suena un despertador.
*
Ha llegado el momento en que no sabes lo que quieres, o algo más grave aún: no quieres lo que sabes.
*
El viento es como un ciego que tocara el violín.
*
Nada me ha engañado tanto como mi sinceridad.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Aviso a navegantes

A los que vengan buscando en este blogg un rayo verde de poesía, un guiño autobiográfico o un retazo de tertulia, les recomiendo que hoy se refugien sin demora en los blogs amigos (véanse los enlaces). Seguro que ellos cumplen y los navegantes encuentran ahí sus buenos rompimientos de gloria.

Aquí hoy se truena con la política dura y dura. ¿No será "pura y dura"? No, no, que la política es esencialmente impura, y no lo digo con el desdén del exquisito, qué va. Impura porque mezclada irremediablemente con otras cosas: "en política, lo que no es teología es comercio", es una frase que parece de Adorno y que encierra una verdad como una catedral y un mercado. Y a mí, qué quieren que les diga, si me interesa la política, es sólo por eso. Y un poco también por el comercio.

martes, 5 de septiembre de 2006

Hispania

Comprando el pan en el sitio de siempre, me lo sirvió una chica nueva, hispanoaméricana, mucho más atenta que las aborígenes con piercings. A cambio del pan, le dí el precio y las gracias. Contestó: “De qué”, con un encantador acento que no pude identificar. Ese “de qué”, donde no hay negación, es una abreviatura tan simpática que te entran ganas de explicarle —con una enumeración chestertoniana— todos los motivos —humanos y divinos— por los que uno entona las gracias. Y también, de paso, contarle lo partidario que soy de la emigración hispanoamericana, a ver ellos si nos salvan. A Cristina, la señora boliviana que viene a planchar un día a la semana, le he contado varias veces que, comprendiendo lo duro de su decisión, a nosotros nos encanta que vengan ellos, tan católicos [guiño de beatífica complicidad], con el mismo idioma [hincho el pecho de orgullo; aunque con nuevas aportaciones lingüísticas, tan jugosas y apetecibles] y con la misma cultura [más o menos, con sus variaciones enriquecedoras, matizo enseguida]. A Cristina, la primera vez que le hablé de esto le gustó; la segunda, me sonrió con paciencia; y últimamente he notado en su mirada cierta inquietud cuando me acerco a la cocina a preparme el café. He optado por no exponerle mis tesis, al menos por unos días. Ayer podría habérsela contado a la chica del pan, pero me disuadió la cola serpenteante que crecía a mi espalda. Me fuí en silencio; por eso hoy, para compensar, la escribo acá.

lunes, 4 de septiembre de 2006

Lunario sentimental

La realidad es tan jerárquica que ni tan siquiera todos los lunes son iguales. Hoy, por ejemplo, es el más lunes del año.

Método Máiquez

Agosto fue angosto y no le cupieron los buenos propósitos de junio. Entre ellos, el de adelgazar, que no ha podido ser. Pero como lo fundamental, en cuanto acaban las vacaciones, es empezar a pensar en las próximas, he creado un decálogo para llegar al verano que viene en forma, sin esfuerzos inútiles. El método Máiquez consiste en:

1) No hacer régimen. Las dietas engordan por el conocido efecto rebote. Se pilla uno un rebote, y acaba en una pastelería, vengándose de la verdurita.
2) Comer cuando se tenga hambre. La vida social sucede en banquetes sucesivos y nos pasamos la vida engullendo tontamente porque sí. Otras veces comemos porque es la hora, como si fuésemos un tren de cercanías.
3) Digan lo que digan los dietistas, el pan y el vino son sagrados.
4) Renunciar, en cambio, a la comida basura, que en verdad no nos gusta.
5) Practicar las buenas maneras. No abalanzarse sobre los canapés, dar conversación a todos y no hablar con la boca llena. Comeremos menos, pero nos querrán más.
6) En los restaurantes, que pidan ellas: o no tienen hambre o la disimulan; el caso es que lo hacen con una extremada prudencia.
7) Convencer a los amigos de que se puede arreglar el mundo sin necesidad de arrasar con las cervezas y las raciones de menudo. (Se corre el riesgo de que pierdan todo interés por arreglar nada.)
8) No aburrirse. Las formas del aburrimiento son innumerables, pero acaban siempre en la despensa.
9) No hacer jamás la compra. O si es inevitable —que lo es—, no hacerla antes de almorzar.
10) Ahorrarse el chocolate del loro. Se lo termina uno quitando al loro.

Una advertencia: no se pesen, acuérdense de aquella niña que conoció Soler y Pérez, que se ponía cada vez más gorda de la satisfacción que le causaba ir adelgazando. Ni se den, luego, importancia: también están las que o los que estando muy delgados, caen gordos, que ya es triste.
[Publicado hoy en las páginas (aún) veraniegas del "Diario de Jerez"]

domingo, 3 de septiembre de 2006

A la resurrección de la carne

Así, sin rodeos, tituló Rafael Sánchez Mazas su sorprendente serie de "Siete sonetos ante el retrato de la condesa de Noailles". Copio sólo el primero. Si ayer hablábamos de la necesidad que sentimos de una vida interminable, hoy asistimos a la belleza y a la emoción de la misma idea, expresada por Sánchez Mazas con una reciedumbre, un deleite y una fe del tamaño de su talento literario, palpable en el pulso de los alejandrinos, en el encabalgamiento del 5º al 6º verso, en el ágil uso de las rimas internas y, sobre todo, en el tono a la vez íntimo y solemne:



¿Quién pasó murmurando: "caduca y pobre arcilla"?
Dime: ¿quién te decía "carne perecedera"?
Un día tornará, señora, cuanto era
como se han de hacer flor los granos de la trilla.

Este es nuestro ascetismo: damos como semilla
aventada las carnes a la hoya postrera
y aunque pase la edad sin una primavera
tras el Juicio tendremos primavera en Castilla.

Para los ojos míos eres --perdón, señora--
tan de tornasol vago, tan huyente y de ahora,
tan de elegida y rara y dulce fragilidad,

que sueño en la terrible y angélica y sonora
hora en que las trompetas de Dios den a la aurora
el grito: "¡Hágase todo carne y eternidad!"

sábado, 2 de septiembre de 2006

La vida interminable

Las entradas sobre René Girard provocaron que un discreto visitante de este blogg me enviase por correo un largo artículo de Pablo Bandera sobre la “Generative Anthropology” de Eric Gans. Lo desconocía todo de este autor, un discípulo algo díscolo de Girard, que ha desarrollado sus propias tesis partiendo de las de su maestro. Aplica su estudio a los orígenes del lenguaje y de la cultura, y hace un interesante (y por lo visto equivocado) estudio sobre la naturaleza del amor. Me gustaría leerlo, aunque P. Bandera demuestra con brillantez que en lo que Gans se aparta se equivoca, con unas implicaciones bastante resbaladizas, además, en el campo de la teología.

Mi primer movimiento, no obstante, fue de pereza y desesperación: "¡otro autor que leer sin falta, otro! ¡Esto no se acaba nunca!" Pero luego pensé: qué bien que no se acabe y que la cultura sea una labor infinita, tanto, que por sí misma reclama una vida eterna. Y no son sólo los libros: cuando ya tenía ordenados los blogs que visito, los links han explosionado y ahora no llego a todos cuantos me interesan y que trato de seguir y que siguen multiplicándose… Y no ocurre con la cultura nada más; pasa con las personas (cuántos en la boda de ayer que podrían ser buenos amigos y a los que veré, con suerte, de lejos alguna vez en otra boda), con lo lugares (¿conoceré Buenos Aires, por ejemplo?) y hasta con mi misma mujer, que se merecería una atención absoluta, exclusiva, pero aquí estoy yo, arriba, tecleando sesudo... La vida tiene en sí las semillas de la eternidad; tiende a ella sus manitas ansiosas, aunque por ahora no la alcanza o apenas en contados momentos de inspiración poética o de fervor místico, como los que simbolizó Borges en el Aleph… Ante este panorama inabarcable, me susurro ahora: “Nada de vértigos, Enrique; asombro, humildad, ironía y agradecimiento”.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Una lección reversible (como todas)

Empiezo a pensar en el IES irremediablemente. Y he recordado, con esperanza, cómo explico qué es la paradoja a mis alumnos. Espero a un lunes y si puede ser a primera hora. Devastados por el frenético fin de semana, vagamente se sonríen cuando me escuchan decirles: “¡Por fin, lunes!: tienen ustedes cinco días por delante para descansar”.

Pues lo mismo nosotros. A ver si a partir de hoy podemos descansar algo de estas vacaciones.