sábado, 31 de diciembre de 2016

Llaguitas


No esperaba acabar el año con una lección moral, pero qué le vamos a hacer. Leonor se quejaba de una llaguita en la boca y, abriéndola (la boca, no la llaga) me la enseñaba. Son cosas que hay que ser muy guapa para permitirse: la boca abierta, los labios doblados y tirantes, reversibles, por la acción firme de los pulgares (empujando de abajo arriba) y los índices (dando la vuelta), lenguaje ahogado, etc.

Yo miraba con gafas, sin gafas, a la luz, en el espejo, con  la linterna del móvil, y nada, no veía nada. Al final, le decía que sí, mintiéndole, porque, al fin y al cabo, no necesitaba contemplar la llaga para sentir la empatía.

Pero ahora me ha salido a mí una llaguita, y he ido al espejo, y me la he visto a la primera. Asombroso.

A Leonor no le voy a decir nada porque no creo que me la vea y porque la operación de la boca abierta yo no me la puedo permitir.


viernes, 30 de diciembre de 2016

Para eso eres rojo de corazón


[Poema de Carmen]


—Fuego rojo rojo,
fuego rojo rojo,
déjame un deseo
que para eso eres rojo de corazón.

El fuego me contestó:
—Vale. Dime cuál es tu deseo.

Yo le contesté:
—Es que me devuelvas a mi novia.

—Vale —dijo el fuego.

—Gracias —le contesté.


jueves, 29 de diciembre de 2016

Pueblerino


Pá qué ser nacionalista
pudiendo ser provinciano 
o, aún mejor, pueblerino. 
La catetez es la misma,
mas todo está más a mano 
y, más o menos, más lírico.

Me encanta pasear por mi pueblo. Me encontré con un amigo que iba a pasar el fin de año a Viena. "Yo me quedaría aquí más a gusto que un arbusto, pero a mi mujer le hace ilusión..." Si hubiese sabido pronunciar francés le hubiese dicho: "— Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère! —"  Le di un abrazo.

En la cafetería, la cantinera —aguardentosa y maquillada— cierra un ojo, agacha la cabeza y mira hacia afuera: "El día se está poniendo muy feo". El día es de diciembre y ya está. Lo que tiene de feo es que no es marzo, pero vale. Su marido le dice: "¿Por qué siempre dices "muy feo" mirando hacia Paco?" Paco, el típico cliente habitual, contesta, muy halagado: "Feo sí que soy, pero gracioso". 

Sin duda, mucho más que el que le plantó este nombre a su negocio:




Aunque tiene una ingenuidad de la que también te tienes  que reír.

Compré un número de la lotería del Niño, por la Epifanía y por si me toca y me puedo dedicar a pasear por mi pueblo. 




miércoles, 28 de diciembre de 2016

Campana sobre campana


Hace un tiempo que escribí el artículo para Nuestro Tiempo. Me llega ahora publicado y le descubro que tenía un secreto e inconsciente espíritu navideño. Qué bien.


El artículo del Diario sí tiene intencionadamente un espíritu navideño familiar, aunque trufado de aliento mosaico y tablas de la ley.

Y como no callo la boca ni bajo agua, un tercer campanazo, sobre las campanillas del final de año y el rito de escoger sus personajes principales. 

martes, 27 de diciembre de 2016

Auto-psicoanálisis


Me he descubierto una asociación subconsciente inquietante. Para mí, la muerte es, sobre todo, el accidente que interrumpirá mi lectura, dejándome tres o cuatro libros sin terminar. Será otras cosas, claro que sí, pero en el corazón o en los riñones, la veo, a bote pronto, así. Y entonces cuando alguien viene a interrumpirme la lectura sin una justificación trascendente no puedo evitar el susto: es como si hubiese visto a la parca, con su guadaña y todo. No es un simple fastidio, es un memento mori con todos sus avíos.


domingo, 25 de diciembre de 2016

La prueba


Se dice en el colofón de este año que el villancico lo escribimos en familia. Puede parecer un tanto presuntuoso, pero yo tengo la prueba. El pie métrico lo dio Carmen y tanto ella como Quique lo fueron siguiendo con compás. No escribo yo tanto en pentasílabos. Y "Jesusito", que tan bien queda en el texto, no es una palabra mía, sino de Carmen.

Aquí un villancico sólo de ella, muestra su querencia por la palabra "Jesusito" y su afición por el verso pentasílabo. Es una prueba infalible.




Con Jesusito 
todo está fino: 
san José toca 
la pandereta, 
mientras María 
se echa una siesta.

Estamos quizá ante el primer prodigio del Niño, que trae paz y alegría a la Sagrada Familia. San José podía el hombre tocar la pandereta a todo trapo sin interferir con el merecido descanso de la Virgen. Un milagro conyugal.

***

Cortesías.- Nos escribe CRM: Me ha venido a la cabeza esta pintura del siglo XV. Aquí la Virgen lee, quizá antes de la siesta. Feliz Navidad.




miércoles, 21 de diciembre de 2016

Sospechoso



Me está pasando últimamente con frecuencia, como si quisieran dejarme clara esa lección antes de que acabe el año. Voy a escribir algo y se corta la conexión. Cuando vuelve, lo he pensado mejor y aquello era una tontería. Me devuelven una carta porque la dirección estaba mal y suspiro porque el contenido estaba peor. Voy a llamar a uno y no tengo su teléfono y luego descubro que no hacía falta y que hubiese sido contraproducente. 

Lo sospechoso es que todas estas gestiones y comunicaciones interrumpidas eran innecesarias o dañinas, todas, de modo que empiezo a pensar si no lo serán también las que no se interrumpen. Es sospechoso este acierto en el error en el 100% de los casos. 

La lección es el silencio (aunque eso es fácil —valga la paradoja— decirlo).


jueves, 15 de diciembre de 2016

No tiene precio


Que tu hija te despierte a las cinco y pico de la mañana llorando, gritando bajito, pero que te diga: "Papá, en mis pesadillas, eres superbueno..."

*

"No puedo dejar de llorar porque tengo los ojos llorosos". Y uno duda si es una relación de proximidad, o por aprovechar que los tiene llorosos ya para llorarlos, o qué. Pero se explica: cómo va a hacer de hebrea en el portal viviente del cole con los ojos llorosos. ¿Dónde se ha visto una hebrea llorosa? Puede ser, Carmen, le digo, que la hebrea llore de emoción y alegría. Eso la consuela.

*

A las doce de la noche, ya se había levantado con fiebre (que espero que no me contagie precisamente ahora) y con vértigos (que espero no haberle contagiado yo, por imitación). No quería volverse a la cama y yo no quería que despertase a su madre. Decidimos dormir en el salón, avivando la moribunda chimenea que era una gloria. Quique se despertó y se sumó a la fiesta. "Parecemos vaqueros, durmiendo alrededor de la hoguera, con mantas", les dije. "U hombres primitivos", corrigió Quique, menos peliculero. Carmen no tenía sueño y pretendía charlar. Yo corté por lo sano: "Esto no es una fiesta de pijamas, ojo. O jugamos a los vaqueros que duermen junto a la hoguera porque mañana les espera un día larguísimo de caravana y comanches borrachos o no jugamos. Que la hoguera es mía". 

*

Acabamos cada mochuelo en su litera, hasta las cinco y pico del grito llorando maravilloso de Carmen.


martes, 13 de diciembre de 2016

La vuelta como un calcetín


Un clásico es el escritor, sobre todo, el poeta que se pregunta si mereció la pena su vocación. Yo ya jamás me haré ese pregunta, porque me bastará releer la delicia que me ofrece un amigo:



Vale la pena haber sido escritor (con todas sus servidumbres aparejadas y miserias) por esa sonrisa. Que, como quien no quiere la cosa, hace dos cosas contradictorias a la vez. Entiende profundamente mi aforismo y me lo vuelve al revés como un calcetín. Yo pretendía escribir una crítica a la excentricidad y ha resultado una defensa y un homenaje. Me gusta más ahora.


lunes, 12 de diciembre de 2016

119 Salmo


(Esto no es una tesis, eh, sino una intuición, apenas.)

Estaba leyendo el Salmo 119 donde con hermosas palabras y a varias voces el salmista va cantando las alabanzas de la ley de Dios y la emoción y plenitud de su cumplimiento exacto.


Con mis labios proclamo 
todas las normas de tu boca. 
[...] 
En tus estatutos pongo mi gozo.   
[...] 
Mi alma se consume anhelando 
de continuo tus leyes. 
[...] 
Corro por el camino de tus mandamientos 
porque has dilatado mi corazón. 
[...] 
Dame inteligencia para guardar tu ley. 
[...] 
He llegado a ser más docto que todos mis maestros 
porque tus preceptos son mi meditación. 

Nadie diría que el salmista considera estrechos los mandamientos de Dios ni mezquino su cumplimiento, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando tras tanta exactitud exclama "Venga a mí tu misericordia, Señor". Ah, me dije, fulminado, esto es. La misericordia no es lo que excusa del cumplimiento de la ley, sino la manera con que Dios mira al hombre, gracias a Dios. Poner a la misericordia como la excusita para dar una esquinazo a la ley no sólo rebaja la ley, sino a la misericordia, que se convierte, paradójicamente, en una auxiliar de la ley en su versión incumplimiento. 

La misericordia es perfecta, libre, autónoma, el regalo de Dios a buenos y malos, pero a todos. Y la ley es otro regalazo. No son la cara y la cruz, no son medios regalos, ni piezas de un puzzle.


domingo, 11 de diciembre de 2016

Cervicales


Últimamente algo en las cervicales me da unos ligerísimos mareos. Lo curioso es que recuerdan mucho al leve flotar que producen tres o cuatro copitas de jerez. Recuerdan tanto, que por un efecto contagio en los vasos (o catavinos) comunicantes del subconsciente, me parece que me las he tomado. Y, por tanto, el mareíto me lleva cogido de la mano a una alegría chispeante y a un optimismo universal, como si el mundo fuese más ligero y bailante.  En vez del vino sin alcohol he dado con el vino sin el vino, que, tontería por tontería, es más respetuosa con el vino.

Constatado lo cual, me apresuro a decir que eso no quita nada en absoluto para que lo mejor de lo mejor sea el vino, vino


sábado, 10 de diciembre de 2016

Pocas experiencias más sutiles y mágicas


Lo dice Trapiello en Sólo hechos:

Pocas experiencias más sutiles y mágicas que micciones en pleno campo, en comunicación con la naturaleza, sobre las hojas secas, en las tapias de un templo abandonado, detrás de unas zarzas, oculto por el tronco de una encina vetusta, y no digamos bajo la luna llena, respirando el aire puro y frío de la noche, con el sonido de la micción sobre la tierra.

El texto sigue hablando de los haiyines y la belleza y es una maravilla. Lo he disfrutado mucho, sin que me distrajese la cobertura literario-moral al puro placer que cuenta, porque yo no la necesitaba. Es algo que sabía desde niño y en lo que me había hecho fuerte, además, una experiencia previa.

Hace unos años nos contó una amiga que se despertó por la noche y su marido no estaba y bajó a buscarlo y lo encontró orinando en el jardín, arrimado a un ciprés, bajo la luna llena. Aquello la pasmó. Pero el marido, que es un tipo rápido, le explicó que lo hacía por ecología, para no gastar tontamente el agua de la cisterna. Y ella nos lo contaba, a medias para comprobar si dábamos por buena la coartada, a medias para presumir, arrobada, de la inesperada conciencia ecológica de su cónyuge. Yo, que me sabía lo que cuenta Trapiello, sonreí por lo bajo y por lo alto me hice lenguas de la cantidad de litros de agua potable que se habrán ahorrado al mundo.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Ajedrez


Mientras repaso mi artículo, mi hermana María, que viene todas las mañanas al alba para llevar a los niños a la parada del autobús, juega al ajedrez con Quique. Les escucho hablar.

—Te voy a perdonar el caballo, Quique...
—Gracias, tía María. Yo tampoco te voy a comer este peón.
—Qué detalle. Muy agradecida.
—De nada... Pero la próxima, sintiéndolo mucho no te voy a poder perdonar...
—Claro, lo entiendo. No te preocupes.

Más que el juego del ajedrez, ámbito donde se odian dos colores, según Borges, parece un minué. No sé si resultará muy educativo. Yo, por mí, sé decir que cada vez que alguien en la vida me come de golpe y porrazo un alfil me quedo perplejo de su voracidad furiosa y su ordinariez. Se ve que jugaba igual al ajedrez cuando pequeño.