sábado, 16 de febrero de 2008

Jo, Juno

En una manifestación pro-abortista gritan que van a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal. Hacer pareados con la quema de iglesias, en España y tras las dosis de memoria histórica que Zapatero nos ha inyectado en vena, es de dudoso gusto. Y hay otro pareado de peor gusto incluso: “Sacad vuestros rosarios/ de nuestros ovarios”.

Mi primer pronto sería rogarles con la misma monada: “Sacad vuestros ovarios/ de los telediarios”. Claro que, bien pensado, es una bendición que la noticia más grave encuentre huecos en los informativos por fin. Si a falta de pareados geniales quieren gritarlos genitales, bienvenidos sean. En una sociedad mediática como ésta, haber logrado que el aborto abra telediarios es un paso de gigante. Y como nuestra sociedad también es sentimental hasta extremos preadolescentes, el segundo paso sería demostrar ahora que lo festivo, liberalizador, rompedor, aventurero, es la vida.

Aquí es donde aparece la película Juno, del director canadiense Jason Reitman. Va de una chica, Juno, que decide esperar al niño que espera, y darlo en adopción a alguien que lo necesita y, también, lo espera. Está lejos de ser una edulcorada historia edificante: los diálogos son bastante gamberros y malsonantes, y sobreabunda la frivolidad. Por eso mismo, qué eficaz resulta el retrato del sórdido ambiente de la clínica abortiva. O la constante guasa que se gastan con la aséptica educación sexual. El guión de la ex stripper “Diablo” [sic] Cody apunta, como quien no quiere la cosa, con una intención afiladísima.

La película muestra a las claras que lo rebelde —cómo miran a Juno por los pasillos del instituto, mientras que ella avanza sin arredrarse— y lo divertido —cómo se ríen ellos, cómo nos reímos y nos emocionamos nosotros— es el embarazo ininterrumpido. A pesar de las complicaciones, todo acaba mejor.

Me gustaría hacer una mención especial a la niña feúcha, con gafas por supuesto, que monta guardia delante de la clínica abortiva a la que se dirige Juno. Uno, qué quieren que les diga, se siente identificado con ella. Tímidamente, pasando un mal rato, saluda a su compañera de instituto y le ruega que no aborte. Milagrosamente, contra todo pronóstico, tiene éxito. A partir de ahí, como es natural, el protagonismo es de Juno, guapa, divertida, arrojada y arrolladora. Y de su bebé.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Habrá que ver la peli, entonces.

Anónimo dijo...

¿Y qué habrá de malo en la memoria histórica? Ni que hubiéramos levantado un inmenso monumento que dominase toda la sierra de Madrid y se hubiera pedido algo distinto a saber dónde están los cuerpos de los muertos. ¿No es una ilogicidad defender la vida a capa y espada, en todos los supuestos y, sin embargo, desentenderse al mismo tiempo de una buena muerte? Para católicos como tú eso incluso debería preocupar más todavía...

Un poco de demagogia, pero es que no me resisto: ¿qué habríais pensado de los romanos si hubiesen tirado el cuerpo de Cristo en un olivar desconocido? Imagina que las mujeres no hubiesen tenido féretro que descubrir... ¡Menudo problemón!

Ay... La paja y la viga en las visuales enfrentadas...

E. G-Máiquez dijo...

No te piques, wasp. En la memoria no hay nada de malo, pero sí en la ley y en la intención de Zapatero que pretendía reescribirla, en un intento, cuando menos curioso, de ganar la guerra retrospectivamente. Entre las vigas de mis ojos no está esa que dices y lamento los muertos de las cunetas de ambos bandos, sinceramente. Y creo que las familias tienen derecho, si quieren, a buscar a sus difuntos, claro que sí. Pero todas las familias, todos los difuntos, sin jugar a estas alturas a nosotros los buenos y vosotros los malos. Gracias por darme la posibilidad de explicarme. Abrazo.

Anónimo dijo...

Yo creo, the wasp, que la memoria histórica no es algo a legislar, ni desde la derecha ni desde la izquierda. Es algo a conservar por la gente y a recoger por los historiadores, pero no algo donde deban meterse los poderes, y menos parcialmente.

Nodisparenalpianista dijo...

Pues tendré que volver al cine, con lo que me costó desengancharme. Bueno, me costó poco, esa es la verdad, que aquí no se salva ni la Filmoteca.

Niego la mayor. La memoria es memoria. La historia es historia. Y los que pegan las dos, o pretenden confundir o pretenden pegar.
La lengua del Tercer Imperio.

Anónimo dijo...

Si la memoria histórica es García Lorca, pero no Maeztu, Hinojosa, Paracuellos, etc. no es tal memoria sino "desmemoria" institucionalizada. Asi de sencillo es...

Luis dijo...

La peli es bonita muy bonita. Eso si, se te olvido decir que hay una pequeña loa al divorcio.

E. G-Máiquez dijo...

Me alegro que te gustase la peli, Luis. Yo no vi una pequeña defensa del divorcio, sino un enorme deseo del amor para siempre, irrompible. El estupendo padre de Juno, efectivamente, pone como ejemplo su segundo matrimonio, pero después de haber dejado muy claro que él no es ningún ejemplo. Qué maravillosa escena de amor paterno, en todo caso, ¿verdad?