¿Quién pasó murmurando: "caduca y pobre arcilla"?
Dime: ¿quién te decía "carne perecedera"?
Un día tornará, señora, cuanto era
como se han de hacer flor los granos de la trilla.
Este es nuestro ascetismo: damos como semilla
aventada las carnes a la hoya postrera
y aunque pase la edad sin una primavera
tras el Juicio tendremos primavera en Castilla.
Para los ojos míos eres --perdón, señora--
tan de tornasol vago, tan huyente y de ahora,
tan de elegida y rara y dulce fragilidad,
que sueño en la terrible y angélica y sonora
hora en que las trompetas de Dios den a la aurora
el grito: "¡Hágase todo carne y eternidad!"
domingo, 3 de septiembre de 2006
A la resurrección de la carne
Así, sin rodeos, tituló Rafael Sánchez Mazas su sorprendente serie de "Siete sonetos ante el retrato de la condesa de Noailles". Copio sólo el primero. Si ayer hablábamos de la necesidad que sentimos de una vida interminable, hoy asistimos a la belleza y a la emoción de la misma idea, expresada por Sánchez Mazas con una reciedumbre, un deleite y una fe del tamaño de su talento literario, palpable en el pulso de los alejandrinos, en el encabalgamiento del 5º al 6º verso, en el ágil uso de las rimas internas y, sobre todo, en el tono a la vez íntimo y solemne:
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8 comentarios:
Touché por "tras el Juicio tendremos primavera en Castilla": no se me ocurre nada más bonito para explicar la plenitud (me ciega mi origen).
Me recuerda al archiconocido poema de Góngora. Me encanta el tono de Sánchez Mazas, tan diferente al remate final que da Góngora en el último terceto, con ese clímax arrasador.
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Sí, es muy gongorino (aunque no tan imbricado como se espera de uno de don Luis), muy clásico, muy renacentista...
A mí es que los sonetos, particularmente, no me gustan demasiado, bueno, y en general, toda la posía que se adapta a un molde métrico y tal... yo soy más del verso libre, menos clásica... Además, el tópico del poema está ya bastante quemado, desde el XVI, no me parece innovador...
Bueno, no te quiero destripar la emoción por el poema, Enrique, pero para pertener al XX me parece un poco anticuado...
Pero es cuestión de gustos... nada más :-), un saludo con los pies!
No te ciega tu origen, sabio Arp; porque Sánchez Mazas, que era vasco y, en último extremo, extremeño, eligió la primavera en Castilla. Y a mí, andalú, también me emociona esa imagen de plenitud.
Si te recuerda al soneto de Góngora debe ser a sensu contrario, Edu. Y también porque la buena poesía siempre se parece entre sí.
Y finalmente, P. d., el mejor elogio al poema es ese: no parece del siglo XX, aunque en el fondo (como sabía Borges) vaya si lo es...
Me hace gracia la gente que dice que no le gusta la métrica en los poemas. Es como dcir que no le gusta la melodía en música...
El poema es muuuy bueno, qué te voy a decir. Ya estaba echando en falta los "deberes".
No me gusta la métrica en los poemas porque existen otros procedimientos más hermosos (desde mi punto de vista) para crear musicalidad y ritmo en un poema sin necesidad de echar mano del corsé constreñidor de la composición poética (llámese soneto u otro). Además, la arrítmia también es poética. Atrevámonos a ir más allá! (soy muy vanguardista yo).
A quien se anime, le invito a leer el poema "A veces" de Goytisolo. Y no digo más.
el probelma es que la vanguardia queda al principio de siglo XX, o sea, es cosa del siglo pasado. Yo diría, atrevámonos con la métrica, que nos salga algo nuevo pero tan hermoso como un endecasílabo...
Sí, es verdad, las vanguardias pronto cumplirán cien añitos, (aunque desde mi punto de vista es como si hubiesen sido ayer, pues aún se bebe de ellas en todos las manifestaciones artísticas, aún no se ha realizado una revolución de tal magnitud a nivel cultural...), pero entonces no olvidemos que al endecasílabo le quedan "poques tallaes de cabell", como decimos en mi pueblo, porque desde "La fábula de Polifemo y Galatea" (1613) han pasado algunos siglos...
En fin, si lo que propones es superar las vanguardias, completamente de acuerdo, rocioarana, pero entonces es incongruente que rescatemos al señor Góngora y sus 11 sílabas, que aún están más lejos en la línea cronológica del tiempo...
Quizá todo esto se limite a una cuestión de gustos. Yo prefiero la libertad del verso, su autonomía total y otras personas encuentran más hermoso que éste se supedite a un molde. Y no hay problema, claro.
Yo sólo quería decir que existen otros recursos para dar ritmo y musicalidad a un poema, las anáforas, las aliteraciones, los paralelismos, las repeticiones,...
Otro ejemplo y ya paro de dar la tabarra: "Fuga de la muerte", Paul Celan. Pura música. Verso libre.
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