Quisiera dedicar el mes de agosto, entre otras cosas, a recopilar y corregir la próxima entrega del diario, sacada, como siempre, de este blogg. Para animarme, llega justo a tiempo esta idea de Dionisio Ridruejo en Dentro del tiempo:
Por la transparente superposición de los años, quisiera realizar la esencia del año único, del año total, que representa el todo de la creación sobre la nada del anhelo humano.
Y le recojo el guante. Sería un libro precioso, El año total, hecho de 366 entradas, una por cada día del año, que, por total, será bisiesto. Pero antologadas de todos los diarios que de aquí al día de mi muerte sea capaz de ir publicando. La condición es que para una fecha concreta sólo podría escogerse una entrada, fuese del año que fuese. De modo que el libro guardaría el orden del calendario pero no el de mi biografía, barajándose entradas de 2006 con las del 2056, espero, si hay suerte. Deseo que alguno de vosotros sea el antólogo y que todos lo leáis, por supuesto.
"Muerto sí me verán, mas no mudado", podía ser el lema del libro. No sólo por la defensa del "mas" que aquí hemos asumido, sino, sobre todo, porque en ese verso de la Diana de Jorge Montemayor al que no pudo ser fiel John Donne estriba el éxito de mi propósito. Si no mudo, apareceré en las páginas de ese libro total más joven o más viejo, mas siempre el mismo.
Alguna vez había pensado que esto mismo hace Dios con nuestro día. Va escogiendo el segundo perfecto de cada 24 horas hasta que consigue el puzzle de un día total, redondo, radiante, santísimo, en cada uno de sus segundos. Claro que tanta precisión en el amor escapa a la literatura.