Me he despertado esta mañana con esta copla en los labios, terminada del todo:
La vida es esa aventura
que se escribe muy despacio;
y va un viajero y la apura
cuando lee tu epitafio.
[Y no está mal esta copla, caigo en la vigilia, para echar el cierre al menos durante un tiempo a mi diario. Quizá Lo que ha llovido; El pábilo vacilante y Un largo etcétera hacían una trilogía cerrada, y sólo ahora me he dado cuenta. ¿Quién iba a pensar que los diarios también tenían sus ciclos, como la poesía, y que ahora tocaba un rato de barbecho, pero así es o lo parece. Muchas gracias por la compañía. En los artículos, en todo caso, seguiré erre que erre.]