Una tormenta de ideas con algún rompimiento de gloria
miércoles, 1 de noviembre de 2006
Treat or trick?
Una de Arenas, y me dan otra de Halloween. Anoche mi barrio se llenó de inocentes niñas vestidas de diablos y de brujas. La reciente realidad nacional, para andaluza, se norteamericaniza por segundos.
No comprendo los funerales laicos. Todos habremos visto por televisión alguno de esos entierros de prohombres de izquierda, en el cementerio civil de Madrid, y la gente del partido rodeando la tumba en silencio, con la mirada perdida. A veces me he dicho, ¿en qué piensan en ese momento, qué están haciendo ahí? Dar tierra a un muerto carece de todo sentido si no se cree en la vida de ultratumba.
First. Que no se diga (que no diga yo, al menos) que no repartes a diestro, a siniestro ¡y al centro!, ese cómodo lugar. Muy claro tu artículo del Diario de Cádiz.
Second. Al hilo del que publicas en Diario de Sevilla y respecto al comentario de Joaquín, yo sí comprendo los funerales laicos, claro que sí. Despedirse de alguien querido no es exclusivo de quienes confiamos en la promesa de Dios. Me resulta tan comprensible como el llanto de los creyentes. Otra cosa son ciertos ritos, cierta ceremonia. Pero yo, quizá ingenuo, pienso (o creo) que quienes no creen quieren creer en esos momentos de silencio, con la mirada perdida...
Aviso-. El reportaje sobre Halloween y los funerales laicos no lo he escrito yo. A mí, aunque comparto todos los reparos lógicos que se han puesto en los comentarios, me parece mucho mejor que quien no se acerque con fe a un bautizo, comunión, boda o entierro se los monte por lo civil, con todos mis respetos. [Quizá lo del diamante con el pelo sí me parezca demasiado, y además una discriminación para con los finados calvos...]
Y no sé, Ignacio, en relación a qué te parecemos limitados. ¿Es porque no me gusta la realidad nacional andaluza o porque prefiero los huesos de santos a las calabazas de brujas? En cualquier caso, en lo que a mí respecta, aunque yo creo que es por otros motivos, aciertas con mis límites. Lo que lamento (y te agradezco) es que algo tan evidente te descorazone...
No, no, don E.G.M... ha sido un problema de ubicación del comentario, debido a que no saltan inmediatamente al escribirlos. Yo respondía al segundo, de Joaquín, que entonces estaba último, en el entendido de que mi respuesta saldría como tercera.
Valdría también para el siguiente de Juan Ignacio. La limitación a la que me refiero es la de pensar que sin fe en esencias incorpóreas, seres superiores y vidas futuras no es posible apenas nada que se salga del comer y dormir.
Pues claro que necesitamos rituales de despedida, joder, y claro que tiene sentido recordar a los que ya no están, precisamente porque ya no están.
(Es como la falacia de la moral: si dios no existe todo está permitido. Y una leche)
En cuanto a lo de los diamantes, claro que pone los pelos de punta. Pero no por poco cristiano, sino por absoluta merdellonez.
He leído con interés los comentarios. El que yo hice, como es fácil de comprender, sólo se refería a una limitación mía (mi incapacidad de entender, desde mi perspectiva de creyente, los funerales laicos). Nada más.
Sí, todos tenemos nuestros límites, pero lo cierto es que, gracias a Joaquín, que sacó el tema, la conversación se ha puesto muy interesante. Así que gracias a todos.
Lo doloroso es que mi artículo de Arenas no ha suscitado tanto debate como el más allá. Doloroso para mi amor propio, mejor para mi blogg: Sic transit gloria mundi.
E Ignacio, hombre, no me trates de "don", que no todos los católicos somos obispos...
Escribía yo hace unos días -y perdón por la autocita, pero es de ley citar las fuentes ;)- que Nietszche fue más valiente. Más valiente que quienes pregonan una visión materialista o cientista del hombre y luego se estremecen por el hambre en el mundo, por el dolor ajeno, etc. Más valiente y más honesto intelectualmente, por cierto.
En esto, como en muchas cosas, se acaba demostrando que en la supuesta muerte de la cultura cristiana siguen resonando aquellos ecos del "venciste, Galileo", aunque sólo sea porque la conciencia de la ley natural es difícil de erradicar.
O, por decirlo de un modo más práctico: ¿por qué debiera estar yo en contra de las bombas de racimo más allá de un hobbesiano "no le joderé para que no me joda"?
En fin, no es que desprecie yo el dolor, la conciencia ética, la altura intelectual de un ateo, de un agnóstico. Lejos de mí (y esto no es una frase afectada). Pero tampoco voy a entrar al trapo, no al menos en el terreno del debate, de aceptar la filantropía incoherente de quienes dicen que la regla de moral es la conciencia autónoma. En el debate, preferiré la soberbia de un Nietszche que lleva hasta las últimas consecuencias su esquema mental a las medias tintas de un pensiero devole.
Resumiendo, que olé con el cultivo pagano de la conciencia acerca de la muerte. Pero que quedarse en eso, sin más, me resulta un pelín primitivo.
Insisto: Si Deus non daretur... ¿Por qué motivo no todo me está permitido más allá del estarse calladito para no recibir collejas?
Pues le puedo dar la vuelta: si ustedes no asesinan o estupran niños es porque algún intermediario les ha dicho (excluyo las comunicaciones directas) que el ser superior no lo quiere así. Si la voluntad de dios es la ínica regla, todo (le) está permitido, como por cierto demuestran cada día los mártires iraquíes.
Me dirán que el cristianismo ha superado eso. Sí, cierto. El útil sofisma de que dios no puede querer el mal (¿y tú qué sabes, bestezuela? me imagino al de las barbas diciendo) enmascara la renuncia, bien que reticente y no reconocida, al fundamento religioso de la moral, en favor de una indagación conducida con corazón y cabeza, compartida con todos los hombres de buena voluntad que ya estábamos en ello, una búsqueda siempre incierta y con bandazos (no hay más que repasar la lista de prohibiciones y deberes de hace siglos y la de ahora) pero que va adelante y que cada vez se separa menos de nuestra moral, de la que se reconoce humana, que es falible pero también lo mejor que tenemos.
Nietzche no fue más ni menos valiente, Nietzche eligió el mal. Eso sí, con elegancia e intensidad arrebatadoras.
Hombre, poder darle la vuelta la puede dar, lo que pasa es que usted se ha tomado mi argumento como el pito del sereno para saltarse las leyes de la lógica a la torera. Lo que usted plantea, incluyendo un Dios absolutamente trascendente que puede llegar a desear el mal -algo que el cristianismo jamás ha defendido-, ya ha sido respondido con un discurso programático amén de tumbativo en la Universidad de Ratisbona, el pasado 12 de septiembre. Léalo, se lo recomiendo.
Porque esta discusión tiene un serio problema de base, y es que en lugar de responder a mis planteamientos racionales, responde a un supuesto esquema de ideas que, da la sensación, usted aplica a todos los creyentes. Aplíquese a contestar mis sencillas preguntas, resumidas en una: ¿cómo se come una antropología cerrada a lo trascendente con la solidaridad basada en algo más que la protección ante el homo homini lupus?
Si yo no violo o estupro niños es porque tengo una razón metafísica que me dice que eso no sólo degrada a otro sino que me degrada. Si usted se refiere a ese intermediario podremos estar de acuerdo. Si se refiere a un colega vestido de sotana, se equivoca. Como decía Newman, brindo por mi conciencia y por el Papa. En ese orden. Y ese intermediario llamado razón metafísica me dice que si no violo niños o estupro niños es porque sé que tienen una dignidad intrínseca, dignidad del ser humano que si se basa sólo en su caracter racional y libre es pobre, la verdad. La racionalidad y la libertad nos hacen sagrados porque son un chispazo de algo superior. Si me mueve a no estuprar criaturas una mera pulsión sentimental, física, química,... corporal... Sálvese quien pueda de que mis pulsiones no se tuerzan.
Y no es que el cristianismo haya superado lo que usted dice, es que lo ha superado la Humanidad, con ayuda también del cristianismo, claro. No echemos las culpas al cristianismo de lo que es culpa de la humanidad misma.
En fin, acabo de leer la entrada sobre relativismo moral en su blog, y todo lo que tengo que decirle no me cabe aquí. No quiero dinamitar el trasiego habitual de la casa ajena. De modo que le contesto en mi blog.
Lo de que los cristianos nos hemos subido al carro (de la luz y la razón, le ha faltado decir) de los ateos relativistas me ha parecido divertidísimo.
Claro que, supongo, dependerá de la edad de las trasvestidas en hechiceras o hechizadoras.
Yo también vi disfrazadas, pero inocentes no. Las que pasaron por mi calle iban, sospecho, de caza.
Y me acordé del Carnaval, y del Tenorio que ya no se repone, pero no me molestó el Halloween. Total, con éticas y estéticas made in USA, ¿qué más da un halloween?
Lo más probable será que en la España de Zp, las modas de Noviembre vayan siendo más de halloween que de Tosantos y Difuntos. Seguro.
Y ahora, más en serio: ¿Cómo han derivado Uds. desde las niñas brujitas a lo Macbeth, hasta sofismear niestzcheando con hobberíos y trascendentalidades tantas?
Alguna vez he tenido la impresión de que no se anda muy firme en la convicción que sea cuando se sacan los principios por pelito que voló (en este caso, un halloween cualquiera).
P.s. Yo prefiero un Noviembre brumoso, castañero, con novelorio de Fernán Caballero y su Novenario de Ánimas. Sienta muy bien...al cuerpo y al ánima.
16 comentarios:
Una imagen vale más que mil palabras. Y la del coche lo explica todo. No se puede decir más en menos.
No comprendo los funerales laicos. Todos habremos visto por televisión alguno de esos entierros de prohombres de izquierda, en el cementerio civil de Madrid, y la gente del partido rodeando la tumba en silencio, con la mirada perdida. A veces me he dicho, ¿en qué piensan en ese momento, qué están haciendo ahí? Dar tierra a un muerto carece de todo sentido si no se cree en la vida de ultratumba.
Dice el vendedror de funerales laicos en el artículo enlazado:
...las ceremonias civiles o laicas suponen "un homenaje a la persona difunta, basado en su perfil y en los aspectos más relevantes de su vida"
Si no creemos en la vida después de la muerte, ¿a quién estamos homenajeando?
First. Que no se diga (que no diga yo, al menos) que no repartes a diestro, a siniestro ¡y al centro!, ese cómodo lugar. Muy claro tu artículo del Diario de Cádiz.
Second. Al hilo del que publicas en Diario de Sevilla y respecto al comentario de Joaquín, yo sí comprendo los funerales laicos, claro que sí. Despedirse de alguien querido no es exclusivo de quienes confiamos en la promesa de Dios. Me resulta tan comprensible como el llanto de los creyentes. Otra cosa son ciertos ritos, cierta ceremonia. Pero yo, quizá ingenuo, pienso (o creo) que quienes no creen quieren creer en esos momentos de silencio, con la mirada perdida...
No puedo estar más en desacuerdo. Ustedes los cristianos son de una limitación descorazonadora.
Aviso-. El reportaje sobre Halloween y los funerales laicos no lo he escrito yo. A mí, aunque comparto todos los reparos lógicos que se han puesto en los comentarios, me parece mucho mejor que quien no se acerque con fe a un bautizo, comunión, boda o entierro se los monte por lo civil, con todos mis respetos. [Quizá lo del diamante con el pelo sí me parezca demasiado, y además una discriminación para con los finados calvos...]
Y no sé, Ignacio, en relación a qué te parecemos limitados. ¿Es porque no me gusta la realidad nacional andaluza o porque prefiero los huesos de santos a las calabazas de brujas? En cualquier caso, en lo que a mí respecta, aunque yo creo que es por otros motivos, aciertas con mis límites. Lo que lamento (y te agradezco) es que algo tan evidente te descorazone...
Los funerales laicos son la prueba de que nuestra conciencia intuye la inmortalidad del alma.
Pensamos en la persona como una continuidad, antes y después de la muerte. Por eso se dan diálogos como este:
- Se murió fulano.
- ¡Pobrecito!
Si no intuyéramos que sigue vivo, ¿qué sentido tendría lamentarse por él, que ya no existe, ni podría sufrir por su pasado?
No, no, don E.G.M... ha sido un problema de ubicación del comentario, debido a que no saltan inmediatamente al escribirlos. Yo respondía al segundo, de Joaquín, que entonces estaba último, en el entendido de que mi respuesta saldría como tercera.
Valdría también para el siguiente de Juan Ignacio. La limitación a la que me refiero es la de pensar que sin fe en esencias incorpóreas, seres superiores y vidas futuras no es posible apenas nada que se salga del comer y dormir.
Pues claro que necesitamos rituales de despedida, joder, y claro que tiene sentido recordar a los que ya no están, precisamente porque ya no están.
(Es como la falacia de la moral: si dios no existe todo está permitido. Y una leche)
En cuanto a lo de los diamantes, claro que pone los pelos de punta. Pero no por poco cristiano, sino por absoluta merdellonez.
He leído con interés los comentarios. El que yo hice, como es fácil de comprender, sólo se refería a una limitación mía (mi incapacidad de entender, desde mi perspectiva de creyente, los funerales laicos). Nada más.
Sí, todos tenemos nuestros límites, pero lo cierto es que, gracias a Joaquín, que sacó el tema, la conversación se ha puesto muy interesante. Así que gracias a todos.
Lo doloroso es que mi artículo de Arenas no ha suscitado tanto debate como el más allá. Doloroso para mi amor propio, mejor para mi blogg: Sic transit gloria mundi.
E Ignacio, hombre, no me trates de "don", que no todos los católicos somos obispos...
Es un vicio que traigo de otros blogs que frecuento, en que se dan el Don con mucha sandunga y prosopopeya.
En cuanto a Arenas, le he dado cera yo también en mi ventana política.
Hombre, Ignacio, es que, es que...
Escribía yo hace unos días -y perdón por la autocita, pero es de ley citar las fuentes ;)- que Nietszche fue más valiente. Más valiente que quienes pregonan una visión materialista o cientista del hombre y luego se estremecen por el hambre en el mundo, por el dolor ajeno, etc. Más valiente y más honesto intelectualmente, por cierto.
En esto, como en muchas cosas, se acaba demostrando que en la supuesta muerte de la cultura cristiana siguen resonando aquellos ecos del "venciste, Galileo", aunque sólo sea porque la conciencia de la ley natural es difícil de erradicar.
O, por decirlo de un modo más práctico: ¿por qué debiera estar yo en contra de las bombas de racimo más allá de un hobbesiano "no le joderé para que no me joda"?
En fin, no es que desprecie yo el dolor, la conciencia ética, la altura intelectual de un ateo, de un agnóstico. Lejos de mí (y esto no es una frase afectada). Pero tampoco voy a entrar al trapo, no al menos en el terreno del debate, de aceptar la filantropía incoherente de quienes dicen que la regla de moral es la conciencia autónoma. En el debate, preferiré la soberbia de un Nietszche que lleva hasta las últimas consecuencias su esquema mental a las medias tintas de un pensiero devole.
Resumiendo, que olé con el cultivo pagano de la conciencia acerca de la muerte. Pero que quedarse en eso, sin más, me resulta un pelín primitivo.
Insisto: Si Deus non daretur... ¿Por qué motivo no todo me está permitido más allá del estarse calladito para no recibir collejas?
Ya me callo.
Pues le puedo dar la vuelta: si ustedes no asesinan o estupran niños es porque algún intermediario les ha dicho (excluyo las comunicaciones directas) que el ser superior no lo quiere así. Si la voluntad de dios es la ínica regla, todo (le) está permitido, como por cierto demuestran cada día los mártires iraquíes.
Me dirán que el cristianismo ha superado eso. Sí, cierto. El útil sofisma de que dios no puede querer el mal (¿y tú qué sabes, bestezuela? me imagino al de las barbas diciendo) enmascara la renuncia, bien que reticente y no reconocida, al fundamento religioso de la moral, en favor de una indagación conducida con corazón y cabeza, compartida con todos los hombres de buena voluntad que ya estábamos en ello, una búsqueda siempre incierta y con bandazos (no hay más que repasar la lista de prohibiciones y deberes de hace siglos y la de ahora) pero que va adelante y que cada vez se separa menos de nuestra moral, de la que se reconoce humana, que es falible pero también lo mejor que tenemos.
Nietzche no fue más ni menos valiente, Nietzche eligió el mal. Eso sí, con elegancia e intensidad arrebatadoras.
Y ya que se ha abierto la veda de las autocitas, aquí
los espero.
Hombre, poder darle la vuelta la puede dar, lo que pasa es que usted se ha tomado mi argumento como el pito del sereno para saltarse las leyes de la lógica a la torera. Lo que usted plantea, incluyendo un Dios absolutamente trascendente que puede llegar a desear el mal -algo que el cristianismo jamás ha defendido-, ya ha sido respondido con un discurso programático amén de tumbativo en la Universidad de Ratisbona, el pasado 12 de septiembre. Léalo, se lo recomiendo.
Porque esta discusión tiene un serio problema de base, y es que en lugar de responder a mis planteamientos racionales, responde a un supuesto esquema de ideas que, da la sensación, usted aplica a todos los creyentes. Aplíquese a contestar mis sencillas preguntas, resumidas en una: ¿cómo se come una antropología cerrada a lo trascendente con la solidaridad basada en algo más que la protección ante el homo homini lupus?
Si yo no violo o estupro niños es porque tengo una razón metafísica que me dice que eso no sólo degrada a otro sino que me degrada. Si usted se refiere a ese intermediario podremos estar de acuerdo. Si se refiere a un colega vestido de sotana, se equivoca. Como decía Newman, brindo por mi conciencia y por el Papa. En ese orden. Y ese intermediario llamado razón metafísica me dice que si no violo niños o estupro niños es porque sé que tienen una dignidad intrínseca, dignidad del ser humano que si se basa sólo en su caracter racional y libre es pobre, la verdad. La racionalidad y la libertad nos hacen sagrados porque son un chispazo de algo superior. Si me mueve a no estuprar criaturas una mera pulsión sentimental, física, química,... corporal... Sálvese quien pueda de que mis pulsiones no se tuerzan.
Y no es que el cristianismo haya superado lo que usted dice, es que lo ha superado la Humanidad, con ayuda también del cristianismo, claro. No echemos las culpas al cristianismo de lo que es culpa de la humanidad misma.
En fin, acabo de leer la entrada sobre relativismo moral en su blog, y todo lo que tengo que decirle no me cabe aquí. No quiero dinamitar el trasiego habitual de la casa ajena. De modo que le contesto en mi blog.
Lo de que los cristianos nos hemos subido al carro (de la luz y la razón, le ha faltado decir) de los ateos relativistas me ha parecido divertidísimo.
¿"...inocentes niñas vestidas de brujas..."?
Claro que, supongo, dependerá de la edad de las trasvestidas en hechiceras o hechizadoras.
Yo también vi disfrazadas, pero inocentes no. Las que pasaron por mi calle iban, sospecho, de caza.
Y me acordé del Carnaval, y del Tenorio que ya no se repone, pero no me molestó el Halloween. Total, con éticas y estéticas made in USA, ¿qué más da un halloween?
Lo más probable será que en la España de Zp, las modas de Noviembre vayan siendo más de halloween que de Tosantos y Difuntos. Seguro.
Y ahora, más en serio: ¿Cómo han derivado Uds. desde las niñas brujitas a lo Macbeth, hasta sofismear niestzcheando con hobberíos y trascendentalidades tantas?
Alguna vez he tenido la impresión de que no se anda muy firme en la convicción que sea cuando se sacan los principios por pelito que voló (en este caso, un halloween cualquiera).
P.s. Yo prefiero un Noviembre brumoso, castañero, con novelorio de Fernán Caballero y su Novenario de Ánimas. Sienta muy bien...al cuerpo y al ánima.
Saludos, señores.
G.
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