Ayer di un lento paseo de convaleciente hasta la playa del brazo de Leonor. Dicho así y leído desde lejos puede sonar hasta romántico, pero la realidad no se la deseo a nadie. El día 23 tomé una ostra envenenada y he pasado unos días digamos que tambaleantes. Por eso no he contestado --perdonadme-- los correos electrónicos, los sms ni los comentarios felicitatorios en el blogg y encima me he quedado rezagado en mi curso de lectoescritura griega. Ayer bajamos a ver las olazas del mar, que está salvaje, revuelto, con mala cara, de un color gris barro, que no me extraña nada porque dentro guarda miles y millones de ostras, el pobre viejo. Entonces, en un contador de electricidad destripado vi tres libros que con las lluvias torrenciales estaban calados hasta los cuernos. Los miré y eran ¡de poesía! y ¡en catalán! (comprendan mi sorpresa: estamos en el Puerto de Santa María). Buenos títulos, además:
-Llibre de merevelles, de Vicent Andrés Estellés
- La canço de d'amor i de mort del corneta Christoph Rilke, traduïda per Carles Riba, de Rainer Maria Rilke
y - Llibre d'Amic e Amat, de Ramon Llull
Como en el horizonte asomaban nuevas nubes negras, que los terminarían de destrozar, me los he traído a casa. Lo cuento aquí por si quien los perdió lee mi blogg, que se los devolvería inmediatamente y bien secos ya, y para celebrar, en caso contrario, este regalo adelantado de los Reyes Magos.
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12 comentarios:
Dada la exquisita calidad de los libros perdidos, que no son de batalla ni para pasar el rato, se los ha debido olvidar algún sabio distraído.
Sí, Joaquín, esa exquisita calidad hace más vivo el misterio. Y qué suerte que lo encontrase uno de los nuestros, ¿verdad?
No te preocupes, que el curso de lectoescritura va despacio (sólo hemos dado las matúsculas) y hasta después de Año Nuevo no va a haber que hacer más que una sopa de letras (¡buen rollito pedagógico, a ver si consigo mantener el interés!)
Espero que te encuentres mejor y que los libros no encuentren dueño. Tiene su encanto el modo como llegaron a tus manos. Tienen, además de su valor literario, una bonita historia de a sus espaldas (o lomos, que es más propio.)
¡Ostras! Ya me extrañaba a mí que no dieras señales de vida. Sigue recuperándote del brazo de Leonor.
Nunca he querido acercarme a las ostras, porque siempre me pareció que el riesgo no valía la pena. Con alguna poesía podría decir que sucede igual, pero vamos a dejarnos de tontunas: no es lo mismo. Te deseo una pronta recuperación y, por supuesto, muy felices Navidades a los dos... Marina se suma a la felicitación, por supuesto.
Es una de las primeras cosas que aprendí en Galiza, y aún no lo he olvidado. De ostras, nada, Pedrín.
Ya lo siento. Feliz Año Santo Compostelano a todos.
Un abrazo fuerte y espero que te recuperes muy pronto.
Mejórate, anda.
Hoy me he acordado mucho de ti, mucho.
Espero que esta Nochevieja no caigas en la tentación de comer otro marisco peleón, como la ostra. Te deseo todo lo mejor para este nuevo Año -mejor no puede venir- y que te recuperes pronto. Un abrazo muy fuerte.
No dejes nunca de escribir entradas así. Un abrazo.
Puede parecer extraño, pero ayer por la noche prediqué sobre la velocidad que alcanza una ostra envenenada en su paso por el esófago camino de estómago y la imposibilidad de detener el tiempo cuando, una centésima de segundo después de deglutirla, comprendemos que el animalito será nuestra perdición. Te cité, naturalmente. Feliz entrada y salida de ostra, quiero decir de año.
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