Yo marcaba el femenino de los apellidos anteponiéndoles el artículo “la”. Decía: la Pardo Bazán, la Bergman, la Callas. Pero hablé en un artículo de la Szymborska, y un amigo del que me fio me lo ha afeado: “Suena a machismo. Nadie dice el Pérez Galdós ni el Bogart ni el Pavarotti”. Ustedes, ¿qué opinan? Lo pregunto en serio. Y tanto que voy a abrir nueva sección del blogg, titulada S.O.S. para entradas como ésta, en las que pido socorro.
En legítima defensa diré que mi intención sólo es dejar muy claro que hablo de una mujer. Los nombres propios distinguen entre masculino y femenino, y algunos idiomas, como el ruso, hacen con los apellidos lo mismo con la absoluta naturalidad de su gramática. Qué envidia.
No se trata de un capricho. Se escribe con todo el cuerpo, como defendía Machado, y un dato esencial de nuestra corporeidad es el sexo, que va mucho más allá de las dimensiones meramente biológicas. Lo ha explicado el profesor Viladrich: “Atañe la distinción sexual a aspectos más amplios y profundos de la persona: temperamento, sensibilidad, mentalidad, estructura psíquica, etc.”
La literatura no es asexuada, como no lo es el alma. Discrepo de Mario Quintana, que escribió que “lo más desconcertante de la muerte es cuando la gente descubre que el alma no tiene sexo”, y estoy con Joubert: “Dicen que las almas no tienen sexo, pero por supuesto que lo tienen”. Por eso me cuesta tanto escribir una sola línea sobre una mujer que no transparente de un modo u otro su femineidad.
Según con qué tipo de feministas discreparé más o menos, pero en algo me encontrarán siempre con ellas: ser mujer es un valor fundamental en sí mismo. Desde mi pre-adolescencia, si no antes, lo tengo clarísimo (en la teoría y en la práctica). Paradójicamente, esta sociedad híper-sexual es a la vez furiosamente alérgica a las diferencias inherentes a la condición sexuada de las personas.
Si a pesar de este alegato, ustedes deciden que el “la” es una expresión machista, renunciaré a ella. El machismo no es lo mío. Pero entonces daré vueltas, circunloquios, usaré el nombre (Emilia, Ingrid, María, Wislawa), antepondré “la escritora, la actriz, la soprano”, lo que sea… Todo antes de dejar de inclinarme, levemente, al paso de una señora.
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13 comentarios:
Me alegra que plantees así el experimento, Enrique, porque yo también tengo mis dudas y me vendrá bien contrastar opiniones. El asunto me parece de verdad complejo, pero me inclino por mantener la opinión de tu amigo, sin dudar por otra parte de tu buena fe.
No somos responsables de ese uso, pero sí de mantenerlo, y anteponer el "la" me parece un tic propio de una comunidad (la de escritores, artistas, etc.) dominada por varones (por las razones que sea, que en algunos casos pueden ser de peso, pero en eso no entro).
Lo que me parece definitivo es advertir que generalmente se marca la excepción, no la regla. Por eso señalamos con el "la" a la mujer en ese contexto, el artístico, y no lo hacemos en otros más paritarios. ¿O es que utilizas el "la" para referirte a una compañera de trabajo, o a una vecina, o a una amiga de la familia?
El Panhispánico de dudas afirma que "en todo el ámbito hispánico es habitual que los apellidos de mujeres célebres vayan precedidos de artículo". No plantea ningún matiz peyorativo en este uso (tal vez al revés, ya que se circunscribe a mujeres célebres). Dicho lo cual, es cierto que en algunos manuales de estilo se censura este uso por no ser "políticamente correcto". Pero claro, ya sabemos la de trampas y sinsentidos que encierra el lenguaje "políticamente correcto". El problema suele ser más de quien lo lee o escucha que de quien lo escribe.
Un abrazo.
Yo creo que lo correcto es preguntarse si un uso determinado se da por igual para los dos sexos, y, si no es así, si el extenderlo al sexo a que no se aplica no nos resultaría, de algún modo, peyorativo. Ejemplo: decir "el Pérez Galdós", en castellano, ¿no suena en efecto con un matiz algo peyorativo, como si estuviéramos diciendo algo así como "el tío ése"?
Yo creo que este uso concreto de anteponer el artículo sólo en el caso de mujeres señala no sólo -como muy bien ve Andoni Rentería- la excepción, sino lo "pintoresco" de esa excepción; decir "la Pardo Bazán", sobre todo en su momento, me parece que indicaba no sólo que era una mujer, sino que NO ERA un hombre, qué curioso y qué extravagante.
En resumidas cuentas, yo entiendo que, en efecto, hay un leve matiz peyorativo en el "la" en cuestión, y que en consecuencia (aunque sin darle al asunto una importancia que, en mi opinión, no tiene), sería sensato prescindir de él.
Enrique, a mí no me gusta, salvo en los casos sancionados por la costumbre y pensando más en el "artisteo" que en la Literatura, por ejemplo "La Callas".
La única razón de que no me guste es cacofónica. Me estalla en el oído.
En el ámbito del Cataluña y Valencia esa presunta cacofonía no la detectarian, en la esencia de su sintaxis y su trasposición al castellano el artículo es común, para hombres y mujeres: "El Jordi".
En fin, es cómo me suena.
Para la Bergman creo que está muy bien, para no confundirla con el Bergman, pero Szymborska no sólo es inconfundible, sino que además termina en "a" que en español sugiere mujer.
De machismo nada. "Le tresor de Rakham le Rouge" / "Les bijoux de LA Castafiore".
Es inevitable. Siempre puedes hacer como el torpe crítico que reseñó un libro "de la genial escritora norteamericana, Evelyn Waugh"
A nosotros en clase de redacción y composición nos enseñaron que ese uso de "la" más apellido debía evitarse por resultar sexista. Aunque la profesora se hizo la picha un lío al explicarlo. Primero dijo que era sexista ¡pero por ser feminista!, ya que no existe un tratamiento del tipo "el" más apellido. Menudo razonamiento. Aquí late, creo, la maldita idea de la igualdad a tope, igualdad irreflexiva por todo y para todo, cuyo corolario es que lo que sea diferente ya tiene que ser malo porque sí (o sea, que el tratamiento lingüístico de hombres y mujeres debe ser exactísimamente idéntico, y punto). Luego pasó la profesora a decir que eso de "la" más apellido era vulgar y algo despectivo contra las mujeres. En ese caso, pues vale. ¿Pero el rollo de hace cinco minutos?
Resumen: los responsables de enseñar redacción y composición no tienen demasiado claro el motivo. Aunque, eso es claro, lo que había que estudiarse de cara al examen era "uso que se debe evitar", y si en la correspondiente oracioncita no tachabas ese "la", pues lo tenías mal. Espero que sirva mi respuesta al ménos en términos estadísticos.
Un saludo.
Al final, no hay criterio más decisivo que el de esa dilecta profesora: se usa de una manera o de otra porque a ella "le suena mal", y es la que pone las notas. Cualquier otra explicación convence poco.
(Pocas pruebas mejores de que en la enseñanza primaria y secundaria no se hace nada, es que haya habido que introducir Redacción y composición como asignatura universitaria. Y con profesoras como esta, me temo que se acabarán creando másters y doctorados en redacción...)
Bueno, hubo una Evelyn Waugh, casada con Evelyn Waugh, el escritor. Marido y mujer se llamaban igual. Claro que de soltera era Gardner.
Aunque, Enrique, ¿cómo no vamos a decir "la Pantoja"? Es cierto, que es algo del artisteo, pero no peyorativo, al revés, suele usarse para las más grandes.
Muchísimas gracias a todos. Qué alegría haber pedido auxilio y encontrarme con tantos amigos dispuestos a echarme una mano.
Y todas me han servido. La primera la de AR, que se hace el sueco, pero el fue el amigo que me levantó la (¿la?) perdiz.
Muy brillante JAGR poniendo boca abajo el "la". Qué injusticia y discriminación que sea sólo para las mujeres célebres.
Marinero pone una nota de sensatez, y no le falta razón. De hecho, yo, hasta que no me aclare del todo, he suspendido cautelarmente el uso. JMJ da en el clavo cacofónico, que es la clave de la cuestión, y lo remacha acercándolo al vulgarismo. Claro que eso es con los nombres propios. Con los apellidos, ahora que caigo, se usa, entre hombres, en el colegio. Yo he sido el Máiquez durante buena parte de mi felicidad escolar. Um, qué nuevo matiz... Y hablando de clase, magnífica la aportación del anónimo de la clase de redacción y su moraleja de Humpty Dumpty: ¿Quién manda aquí o quién pone la nota?
AFD me había convencido con la a de la (huy, ¿la la?, ay) Szymborska, pero Beades me ha desconvencido con la Pantoja, que es un clásico irrenunciable, como la más grande, la Jurado.
La Castafiore estuvo resonando en mi cabeza todo el rato, querido José Luis.
Y Berowne, por si este tema, como sugiere Marinero, no tuviera demasiada importancia, pone el dedo en una llaga mayor, mayor...
Mientras escribía creo que he llegado a una conclusión que podéis corregirme, claro. El "la" se puedo usar, pero tal y como están las cosas sólo con una pizca de ironía, sabiendo que la carga (¿la ironía o la la? Ambos) que los carga el diablo.
Llego después de tu conclusión, pero de todas formas:
Creo que parte de cambiar la historia, la visión sobre la historia y los modos de relación, cae en escribir de nuevo las historias, lo curioso es que las mismas palabras que servían a una visión fascista, deben recuperarse, no es posible que ocupemos los reductos que la hegemonía nos permita, hay que adueñarse de lo que nos es propio.
El "la" no me parece machista, yo no me considero machista y sin embargo suelo pensar que algún autor que conozco sólo por su apellido, es hombre. Dejar claros ciertos puntos, señalar ciertas áreas, propende al re-conocimiento. Me parece una costumbre saludable. Para combatir el machismo, primero hay que reconocer que existe, y tu costumbre me parece una saludable forma de recordar que bebe recordarse que no se recuerda.
Muchos Saludos!
¿Y cómo se relaciona, desde le punto de vista gramatical, social y políticamente incorrecto, leer a la Szymborska y viajar a la China?
Quizá ese "la" de la China, que supone un lugar lejano, mítico, maravilloso, es lo que tú sientes y quieres transmitir cuando hablas de aquel otro continente, la mujer. En fin, que nunca te acusaré de sexista.
Por cierto, en varias zonas de México, sobre todo en el norte, se usa mucho el "el" y la "la" pero antes del nombre: El Enrique y la Rocío...
Creo que el anteponer el artículo “la” al apellido femenino es la respuesta a la doble exigencia de saber si su titular es hombre o mujer y del principio de economía del lenguaje, el que prohíbe decir, por ejemplo, voy a llevar a los niños y a las niñas de paseo; principio éste que puede que imponga el uso contrario cuando la mayoría de las celebridades sean mujeres.
En el uso actual es curioso que decir la Pantoja resulte despectivo, y en cambio no pase lo mismo con la Callas o la Jurado. Ante tal situación, lo mejor es dejarse guiar por el instinto, pues, seguramente, es un uso que irá cambiando con los tiempos.
Jilguero
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