Estoy echándole un vistazo al mar mientras trato de contar el patrimonio que puedo ofrecerte. Hasta donde alcanzo a divisar, mi equipo para emprender el viaje al mundo de las hadas consta de los siguientes elementos:
1º. Un sombrero de paja. La parte más antigua de esta reliquia admirable muestra vestigios de auténtica artesanía normanda. El vandalismo de los soldados de Cromwell nos ha dejado muy poco de la cinta original del sombrero.
2º. Un bastón, muy nudoso y pesado: admirablemente apropiado para abrirle la cabeza a cualquier paisano de Suffolk que niegue que tú eres la más noble de las señoritas, pero de ningún otro uso.
3º. Un volumen de los poemas de Walt Whitman, una vez casi regalado a Salter, pero luego no. Tiene su nombre escrito todavía en él con una afectuosa dedicatoria de su sincero amigo Gilbert Chesterton. Me pregunto si alguna vez llegará a sus manos.
4º. Numerosas cartas de una señorita, que contienen todo lo bueno y generoso y leal y santo y sabio que no está en los poemas de Walt Whitman.
5º Una navaja inmanejable, cuyas hojas tienen unos filos más variados y exóticos que los que suele fabricar un cuchillero corriente. Su parte principal, además, es una cosa “para extraer guijarros de la pezuña de un caballo”. ¡Qué hermosa sensación de seguridad le da a uno reflexionar que si tuviese alguna vez dinero suficiente para comprar un caballo y lo comprara y le sucediese que el caballo tuviera un guijarro en su pezuña, está listo, permanece perfectamente preparado, con una sonrisa desafiante!
6º Tras el útimo milagro de visión práctica, llegamos a la caja de cerillas. De vez en cuando, enciendo una, porque el fuego es hermoso y quema los dedos. Algunas personas consideran esto un desperdicio de cerillas: son los mismos que tienen objeciones a la construcción de catedrales.
7º. Alrededor de tres libras en oro y plata: lo que queda de uno de los estallidos de afecto de mi editor, el Sr. Unwin: esas explosiones de espontáneo amor por mí, las cuales, tal es el orden perfecto y la armonía de su mente, ocurren cada cierto período de tiempo, sorprendentemente exacto.
8º. Un libro de poemas para niños, en manuscrito, titulado “El libro climatológico” terminado en ¿sus tres cuartas partes?, y que enviaré al Sr. Nutt. He estado trabajando en él de una forma bastante estable, lo que me parece bien digno de alabanza en estas circunstancias. No se puede contar en él lo que realmente interesa. Ya lo entenderán cuando sean mayores.
9º. Una raqueta de tenis... no, no te sorprendas. Es parte del nuevo régimen, y la única cosa nueva y reluciente en el museo. Pronto la avejentaremos, como el sombrero de paja. Mi hermano y yo estamos enseñándonos mutuamente tenis sobre hierba.
10º. Un alma, hasta ahora ociosa y omnívora, pero ya lo suficientemente feliz como para avergonzarse de sí misma.
11º. Un cuerpo, igualmente ocioso y, desde luego, igualmente omnívoro, absorbiendo té, café, vino rosado, agua de mar y oxígeno a su entera satisfacción. Le encantará nadar, supongo, siendo el mar de un tamaño adecuado.
12º. Un corazón... extraviado en algún sitio.
Y éstas son todas las propiedades que puedo inventariar en la actualidad. Después de todo, mis gustos son estoicamente simples. Un sombrero de paja, un bastón, una caja de cerillas y algunas poesías propias. ¿Qué más puede un hombre necesitar?
[...]
12 comentarios:
Una alma "lo suficientemente feliz como para avergonzarse de sí misma", qué bueno. Gracias por la primicia, ¿dónde sale?
Lo que subrayas es, efectivamente, una de las joyas de la carta, y mi preferida.
Sale de una colección de cartas de amor.
Y ésa es la cuestión: ¿es una primicia? ¿A alguien le suena que ya esté publicada en español? Tras esta obertura, la carta sigue y me encantaría tomarme el trabajo de traducirla entera si no lo estuviese ya.
"De vez en cuando, enciendo una, porque el fuego es hermoso y quema los dedos. Algunas personas consideran esto un desperdicio de cerillas: son los mismos que tienen objeciones a la construcción de catedrales."
Los mismos que se oponen al desperdicio del pérfume del nardo.
Genial la carta. Y muy aseada traducción.
gracias
sin comentario,
o más bien me sumo al comentario del amigo Jesús Beades.
Gracias Enrique.
saludos
Qué belleza, qué delicia...
¿Y el resto, será accesible?
Gracias, muchas gracias.
"Un alma, hasta ahora ociosa y omnívora, pero ya lo suficientemente feliz como para avergonzarse de sí misma".
La genialidad que elijo entre tantas genialidades a las que nos tiene acostumbrado un genio.
Monumental, Enrique. Me ha gustado la referencia a la navaja inútil. Qué ironía la de llevar contigo una cosa, no sólo que no necesitas, sino que, en sí y en sus circunstancias actuales y futuras previsibles, no va a usar nunca. No digo que sea una forma de vivir la pobreza, acaso quizá sí de vivir la anti-riqueza.
BB
Gracias por los ánimos. El mérito es de Gilbert, naturally. Qué bien visto, BB, lo de la navaja, que tiene un lado también de niño grande, con lo que nos gustaban esas navajas suizas multifunciones. Y destacando momentos emocionantes, ¿qué me decís, queridos amigos, de esa raqueta reluciente y esos propósitos de régimen? Yo, que sé de lo que habla, me lleno de ternura.
¡Da gusto entrar en tu blog. Es cómo una bocanada de aire fresco! La carta sencillamente genial! Muchas gracias, Enrique y a todos los comentaristas. Me haceis, con estos ratitos, la vida más agradable.
Sólo me falta el sombrero de paja y el bastón, la caja de cerillas y algunas (malas) poesías propias ya las tengo ¿Qué más puede un hombre necesitar?
Me ha venido a la cabeza el II English Poem de Borges, ese que empieza "what can I hold you with?" Y dice "I offer you the loyalty of a man who has never been loyal", y termina con aquello de "I am trying to bribe you with uncertainty, with danger, with defeat".
Menudo contraste.
¡La de la navaja especial, la de la navaja especial...!
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