viernes, 1 de julio de 2011

En el calor de estas noches

Diréis de mí que soy un tanto animal si confieso que acuno a mi hija con Loquillo; pero en el fondo soy un sentimental. La canción la descubrió ella por casualidad mientras yo trataba de pescar en la Red algo del nuevo disco de Loquillo Alberto de Cuenca. Y le encantó. Al principio me resigné. Luego pensé que sus alaridos (no le gusta acostarse mucho) iban bien con el concierto de rock, como de fan histérica, pero a fuerza de oírla (a la canción) he descubierto en la letra detalles muy apropiados para una correcta educación en valores desde la más tierna infancia. Nunca me gustaron los que pretenden hacerse amigos de sus hijos (no vine aquí para hacer amigos), pero me parece estupendo que le quede claro (a voz en grito y con estribillo) que siempre puede contar conmigo, que su familia —estando como están las normas— no somos gente normal, que somos de otra época y corte moral, que para qué discutir si puedes desdeñar y, sobre todo, que estaré, en el calor de estas noches y a plena luz de cualquier día, siempre dispuesto para alegrarle el día. Y que una sonrisa suya basta para detener el tiempo.

¡Qué nana, ¿no?, si hasta dice "¡Vive Dios!" y todo!

1 comentario:

Gonzalo GY dijo...

Jajajaja.

Nada de animal. Una nueva coincidencia, yo canturreo mucho algunas partes de esa canción y también las utilizo como muletilla.

Mi frase favorita cuando una discusión se encona es aquella que tú citas cambiando pelear por desdeñar. Pero sin cambio, claro.