domingo, 4 de septiembre de 2011

El guardafantas


TODAVÍA quedan algunos afortunados de vacaciones. Y hay incluso quienes las comienzan ahora. Los observo, contentos a contramano, descargando ágiles las ligeras maletas de sus coches, mientras la inmensa mayoría mete los pesados fardos en sus maleteros y lamenta la dichosa justicia poética del tiempo, que, con humor negro, se ha puesto a llover a tono con la melancolía. El espectáculo me ha traído a la memoria a un viejo y muy querido amigo, con quien compartí piso de estudiantes. Para ponernos en situación, nos resultará útil una anécdota previa: una vez se despertó particularmente eufórico porque había soñado, contó relamiéndose, con un bar donde la cerveza costaba 15 pesetas y la tapa un duro. O sea, que no soñaba, como todo el mundo, con ser millonario, sino con gastar poco. La cosa venía de lejos, precisamente de donde yo quería ir a parar, pues otro día nos confesó que, en las fiestas de cumpleaños de cuando pequeños, él se guardaba con sumo cuidado su fanta un buen rato, esperando con premeditada paciencia a que todos se bebieran la que les correspondía. Entonces procedía a deleitarse con delectación con su vaso lleno ante los ojos muy abiertos de deseo del resto de la chiquillería. "¡Ah!", exclamaba moroso tras cada breve buche. 

La anécdota me hacía mucha gracia, por lo que tenía de autorretrato psicológico, y porque no me imagino yo que los ojos de deseo de los demás fueran para tanto como él los recreaba: la mayoría estaría ya correteando por ahí, tan campante. Sin embargo, este año el aterrizaje en la realidad laboral ha sido tan abrupto que he tenido envidia de los que aún están en las nubes de sus vacaciones. Esta vez sí que han hecho muy bien en guardarse sus fantas hasta el final. ¡Ay, a quién le quedara un culito todavía de la suya! 

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Para algunos, la vuelta a casa es lo mejor de las vacaciones.
Jilguero.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Feliz retorno al cole. Nosotros los docentes, al menos, empezamos suave... ¿Lo de "deleitarse con delectación" es intencionado?

cariñosotirondeorejas dijo...

Hola Enrique, seguía de cerca tu trayectoria, desde que leí tu antología de Ibáñez-Langlois (Oficio) Tirando del hilo, busque aquí y allá, intentando dar con algo de tu poesía.
En La Central tenían un libro tuyo, que con la emoción del momento, ni siquiera lo abrí in situ. Lo pagué y esperé a llegar a casa para leerlo.
Era De ida y vuelta, título que me pareció muy poético. En casa, el chasco. Era un pupurri de tu blogg. Pero lo positivo fue descubrir precisamente estos Rayos y Truenos, y ando tan contento. Tan contento que estoy leyendo el blogg desde el principio, post a post, como en su día hiciera con Cuestiones Naturales de Julio Martínez Mesanza. Como no me conoces, sirva este preámbulo (preámbulo y tan largo... Cielos...) para mostrarte mi "certificado de buena conducta" antes de darte un cariñoso tirón de orejas.
Enrique, a la vuelta del verano, busqué "JMJ" en tu blogg... Y me apareció una entrada de diciembre de 2010 al hilo de una queja sobre la cadena 100.
Yo es que la radio y eso ya no uso, pero... ¿Eso es todo? ¿Eso es lo que va a quedar de la JMJ en tu blogg, que parece tan fresco, natural y actual? (No quiero decir moderno ni posmoderno, ni preposmoderno, ni siquiera posposmoderno) Actual, sí, de poeta en el mundo, punto.
Si hay algo que caracterizo a esos días, fue la palabra "hermoso", además de "ola", "fuerza", y también "silencio"...
¿Se puede saber donde estaba el poeta durante aquellos días?
Porque en España se ha enterado hasta mi cuñado que es ateo y vive en un pueblo enano.
Es que al final acabamos como aquellas viejas que se quejan de todo y de todos.
No sé, no pedía una crónica, ni mucho menos apologética o sesudos comentarios de los discursos del Papa... Solo una traza, una huella, una pista de que aquello ocurrió, fue hermoso y fuimos testigos directos o indirectos.
Dicho esto, nada más lejos de mi intención el ponerte los temas. Los temas son tuyos que para eso eres el dueño de esto. No sé, se trata de otra cosa, cierta extrañeza o desencanto... Como que te quedas con el alma fruncida.
O también puede ser el síndrome del "quepaesohepagao"

E. G-Máiquez dijo...

Lo malo, Jilguero, es que como no salí de casa, eso --que efectivamente es maravilloso-- ya lo tenía amortizado.

Gracias, JSR. Decía en una primera redacción "valga la redundancia", pero lo vi redundante. Si valía, ya lo vería el agudo lector. Tu duda me hace dudar, valga la redundancia...

Gracias por el cariñoso tirón de orejas. La que más me duele es la oreja izquierda porque puedo tener parte de culpa, aunque intenté explicarlo en la portada y aún más en el prólogo: aunque puse (mea maxima culpa) que eran salidas de Rayos y truenos, en realidad De ida y vuelta era un popurri (o una antología) de mis primeros artículos (hasta el 2009). Sobre la JMJ, me puse la venda antes de la herida explicando que no volveré a ser joven, aunque antes ya había hecho mi comentario cultural . Luego, eché mi cuarto a espadas o a escobas, certifiqué que efectivamente no volvería a ser joven, lo que no me impediría exultar con el éxito ni, sobre todo, aplicarme a las palabras del Papa. Cierto, que en RyT no he contado nada, y ahora que me lo dice (o tira de las orejas) lo siento, pero no fue premeditado. Hablo aquí de lo que me pasa o de lo que soy testigo directo, y para mi desgracia no fue el caso. Muchísimas gracias por el interés y por ese seguimiento, que me emociona (y me exige).

cariñosotirondeorejas dijo...

Magnífico.
Con semejante cosecha que me acaba de dejar, diríase que, en lugar de un tirón de orejas, lo que he hecho ha sido ordeñarle.
Lo leeré con atención y con más cariño aún.
Muchas gracias.

E. G-Máiquez dijo...

Ups, cariñosotiróndeorejas, conste que esa lista sólo la presentaba en defensa propia y no, Dios me libre, para imponerte la tarea de leértela entera. Sobre la JMJ se han escrito cosas mucho más valiosas.

JuanMa dijo...

Tu anécdota me ha recordado algo parecido en mi casa, cuando mi madre hacía arroz con leche. Preparaba un plato para cada uno (2 + 4), de modo que podíamos comérnoslo entre la merienda y la cena. A veces alguno lo acababa en la merienda esperando conseguir un plus en la cena, pero mi padre decía: "El que come a las once, a las doce que repose".
Era todo un lujo conservar medio plato de postre para la cena cuando los demás ya se lo habían comido todo.

Mora Fandos dijo...

Nada Enrique, que más dura será la arrancada.