Muchísimo
peor que un prejuicio es un posjuicio. El posjuicio se produce cuando
aquel que una vez se tomó el trabajo de juzgar ya no admite
apelación ni cambio en su sentencia: erre que erre. Mientras que el
prejuicio por más resistencia que ofrezca al fin ha de enfrentarse
al juicio –que va tras él– y además arrastra una pésima
reputación, el posjuicio ya ha dejado atrás el juicio,
irremediable. Para él
no hay cambios ni arrepentimientos que valgan ni, en el caso de que
el posjuicio fuese positivo, rectificaciones ni matizaciones. Que a pesar de su
frecuencia haya sido tan poco criticado, con la excepción del refrán
“Ten buena fama y échate a dormir”, demuestra lo sólido de su
posición. Su efecto en literatura es devastador.
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4 comentarios:
En las relaciones personales, es malo el prejuicio, peor el juicio (“no juzguéis…”), y más aún el posjuicio, parecido a lo que en el orden judicial se llama sentencia firme.
Jilguero.
Qué finísimo comentario. Me lo memorizo. Muchas gracias.
Anda, pues yo habría pensado que "posjuicio" fuera el resultado de "posjuzgar", lo cual precisamente implica revisión y descarta la firmeza -entendida como inimpuganibilidad- del juicio.
Ayer leía una cita de las
Partidas, muy bonita, relativa a la fijación del precio por un tercero y su posibilidad de revisión:
"que si este en cuya mano meten el precio, lo señalase desaguisadamente mucho mayor o menor de lo que vale la cosa, entonces debe ser enderezado el precio según albedrío de hombres buenos"
Qué época oscura, ¿eh?
José Luis
De esto se podría escribir un tratado.
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