lunes, 14 de noviembre de 2011
Gestionar, gestionar
El otro día me descubrí disfrutando de lo lindo de mis gestiones. Veía enormemente satisfactorio eso de ir tachando encargos de una larga lista a costa de esperas
en colas insufribles, de discusiones con minuciosos funcionarios, de cogerle las vueltas a los vuelvas-usted-mañana y toda la pesca. ¿Cómo podía ser eso? Pues porque —noté espantado— eran una
excusa para no trabajar en lo mío, que es más exigente y comprometido. Recordé
el verso de Manuel Machado: “el mar, el mar y no pensar en nada” y vi que yo
estaba en “gestionar, gestionar y pensar menos que nada”. Me he encerrado en mi cuarto y
ya haré los papeleos cuando me manden un apremio. Mal están las gestiones burocráticas si nos fastidian,
pero si nos gustan es muchísimo peor.
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4 comentarios:
Carlos dijo:
¡Es verdad! Yo también he sentido eso. Uno puede martirizarse porque no sabe qué adjetivo elegir. Y entonces tienes que ir al banco a echar una firma , y ahí no cabe elección, no cabe duda o incertidumbre que martirice, ¡qué descanso! Qué bien has visto eso.
Eso tienes que hacértelo mirar.
No me atrevo a calificar el síntoma, pero tiene pinta de ser bastante chungo.
Pero te veo con propósito de enmienda. Es un buen comienzo.
Y si llega el apremio, que le den.
Abrazo.
Suscribo absolutamente el comentario de Elías.
Pero háztelo mirar ¡YA!
Leí el comentario de Elías y dije qué bien me ha leído. Y cómo me acompaña la solidaridad en la gestión de Carlos, al que debo tanto, y sigo sin saber a quién.
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