Algunas
obras completas, de tan amplias, espantan al lector. No la de Josep Pla. La
suya, muy voluminosa, es una fuente constante de placer. Como no sube la voz,
no avasalla. Como juega a la superficialidad, no obliga, no pesa sobre nuestra conciencia dejarnos pendientes unas miles de páginas. Es más: su cantidad tranquiliza porque sabemos que siempre encontraremos
nuevos aciertos pequeños y preciosos en sus páginas. Hoy le leo que los
almanaques se deshojan como una alcachofa. Parece una imagen sencilla, pero qué
va. Además de la aliteración, es en otoño cuando adelgazan los tacos de los
almanaques y es ésta la temporada de las alcachofas. Y uno ve las hojas (unas y
otras) finísimas, traslúcidas, flexibles y, finalmente, arrugadas, y siente su
sabor de tiempo escaso, dulce y delicado.
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2 comentarios:
Muy bonita la metáfora, aunque para ser completa le falla el cogollo, ese que queda después de deshojar la alcachofa (tan riquísimo con su picadito de jamón). La verdad es que no consigo vérselo al almanaque deshojado. Pero lo de las hojas, tan entretenidas todas de comer, está muy bien.
Vaya aPLAuso que te mereces, C. Qué bien visto, y cuánto te lo citaré a partir de ahora. Algún amigo que le reprocha a Pla (y ya de plaso a mí, tan plasista) esa falta de cogollo, justamente, aunque dicho con menos gracia, disfrutará mucho con tu comentario. Y la verdad es que no es para menos.
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