No puedo evitar leer los Evangelios con una continua sonrisa
y algunas carcajadas. Por ejemplo, en la curación de la hemorroísa. Primero, un
toque a los médicos: ella ha gastado todos sus bienes sin aprovechar nada y “ha
sufrido mucho por parte de muchos médicos”. Sopesen las palabras: “todos”,
“nada”, “mucho”, “muchos”… Luego, la salida parece que surrealista en medio del
barullo: “¿Quién me ha tocado?”. Ahí, a la vez, la sorpresa de suficiencia y
hasta un pelín de desdén de los apóstoles, pero el temor y temblor de la mujer.
Entonces, el milagro y el elogio. Y al final la andanada sutil y tácita: “Todos
vosotros, por falta de fe, me apretujáis, pero no me tocáis”.
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3 comentarios:
Si, y hay mucho más: el hábito de Cristo hace milagros. Para que luego digan que el hábito no hace al monje.
Además, la que sufría flujo de sangre es la llamada después Verónica (vero icono) que dejó impresa la cara de Cristo sobre un paño con sangre. ¿No tiene todo una simbología fina, llena de amor, como en una obra de arte?
jgm
Me imagino que a San Lucas, como médico, no le agradaría reflejar en su relato ni el fracaso de sus colegas, ni el que la paciente se hubiera arruinado con sus honorarios.
Jilguero.
Qué bueno lo de la salida surrealista
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