martes, 8 de enero de 2013
Apretón de manos
Insisto a mis alumnos, como un obseso, en que den en las entrevistas de trabajo, sobre todo, y en la vida, además, una mano firme, seca, fuerte, y no ese trapo blando y a menudo mojado, que da la gente por ahí. Por eso me ha llamado tanto la atención la mano de uno de los mantenedores de mi instituto. Nos la hemos dado para desearnos buen año 13 y él no ha apretado nada, pero porque no lo necesitaba. Siendo una mano hecha al trabajo, no transmitía esa sensación informe de cosa gelatinosa, sino todo lo contrario. He notado, al tacto, intensamente, hasta qué punto el trabajo, si hecho con tesón, es ya una virtud moral.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Sobre el apretón de manos, habría que analizar su relativo desuso en las mujeres, sobre todo entre ellas, sustituido por el beso; el, hoy día, menos pronunciado sube y baja, moderación del todo aconsejable cuando se da la paz en la misa; el grado de presión, que es el aporte más nuestro ante este uso social (Ortega), y que puede ir desde tratar de exprimir la mano del otro hasta la simple y, en este caso, desagradable caricia; la duración, que si ha de tener constancia pública puede prolongarse a voluntad del fotógrafo; y tantas cosas que se me estarán escapando.
Jilguero
Y añado, jilguero, la necesaria compenetración de los dueños de las manos para apretar Cuando ambas están en su sitio, que casi tan desagradable como el trapo mojado es el que te aprieta los dedos dejándote la mano fuera...
Veo que, con vuestra ayuda, perspicaz, hay artículo ahí.
Gracias.
Publicar un comentario