Sé que podría escribir un poema con esto, pero yo los versos sólo se los escribo a la señora de mis pensamientos. Durante un verano que pasé en Irlanda, a los 17 años o 18, la familia con la que estaba me llevó a un concurso hípico. Logré zafarme y pasear solo un buen rato por los boxes. (Ahora que lo escribo pienso que ellos quizá pensaron lo mismo y aprovecharon su respiro del estudiante español.) El verde de las pistas era asombroso. El gris de las nubes. La grava blanca de los caminos. En eso, cruzó una amazona de unos 16 años con un pelo castaño, largo, ondulante, perfecto. Como sus breeches y sus botas. Iba andando, pero iba esos dos metros por encima que elevan al caballista a la altura del mito y del símbolo. Pero sus ojos estaban a mi altura. Y me sonrió. Y entonces yo sentí caer sobre mí todo el peso de la torre de Babel y otros. Imposible, con mi inglés alimenticio, iniciar ninguna maniobra de acercamiento. Contraproducente pedir a mi familia irlandesa ningún tipo de intermediación. Nadie podía presentarnos: ni un amigo común en el ancho mundo. Y ya está: por no ver, no vi ni uno de mis posibles futuros renunciados que habría observado Miguel d'Ors. Sólo esa mezcla intensa de belleza e impotencia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
19 comentarios:
Hermos, Enrique, pero sospecho que el problema no viene de Babel: eso que describes les pasa también a los irlandeses... Si tienes un momento fíjate en la letra de esta maravillosa canción, "Ride on". Aunque originalmente es de un músico de Cork, Jim MacCarthy, la popularizó Christy Moore: http://www.youtube.com/watch?v=8J-X0TBZ0sM.
Hermoso, decía, y matizo ahora: como bien dices en la entrada, el peso no viene sólo de Babel. Para ahorrarte la búsqueda, aquí hay una versión con subtítulos en español (y algún fallo de traducción, pero es lo de menos): http://www.youtube.com/watch?v=nrqIKkec-64.
Muchas gracias por la canción, maravillosa y con tantas "afinidades electivas" con mi entrada... Está muy bien el 2º vídeo porque se ve el verde y el camino blanco, y porque ese repetir obsesivo de dos o tres imágenes se parece mucho al de la memoria.
El mundo es circular y repeti-ti-ti-tivo. Así que eso ya le pasó a Baudelaire, llevándole a escribir el soneto titulado (precisamente) "A una mujer que pasa". Helo aquí:
La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor majestuoso
una dama pasó, recogiendo con mano fastuosa
las oscilantes vueltas de sus velos,
ligera y distinguida, con piernas de estatua.
De súbito bebí, crispado como un loco,
de su mirada lívida, donde germina el huracán,
la dulzura fascinante y el placer que aniquila.
¡Un relámpago… después la noche! Fugitiva belleza
cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡tú a quien yo hubiera amado; oh tú, que lo sabías
No tengo ningún verso, canción o prosa que se asemeje de refilón al momento descrito. Sólo tengo en los ojos un chirrido, al leer "mi señora".
Supongo que los varones necesitáis que alguien justifique vuestras decisiones, sobretodo si se trata de renunciar a la fiesta con otros, y por eso las investís de ese dominio. Lo acepto aunque no me lo explico.
Es tan bonita la expresión "mi mujer".
Está muy bien visto, ZdP, el momento "Desconocida" de mi recuerdo adolescente. Quizá por la barrera del idioma, yo --que he dado muchas vueltas a ese subgénero de la poesía-- sentí otra cosa, pero es la misma. Mis respetos.
Y la expresión "mi señora", querida Isabel, está escrita en modo irónico, aunque es mucho más bonita que "mi mujer" que es la que uso. Decía A. Machado que esa vez el pueblo tenía la razón y el lirismo de su parte. ¿Dónde se va a comparar "mi señora", que parece provenzal? Con todo, lo toco un poco, para que quede más claro y pongo "la señora de mis pensamientos". Gracias.
Supongo que algún sentido tendrán esos encuentros fortuitos; el tuyo de imposible fructificación entonces, y ahora renunciado con efecto retroactivo.
Jilguero.
Cuenta Inocencio Arias que el difunto presidente Chávez se le quejaba de que determinada prensa española se refiriera a su esposa denominándola "su mujer". El embajador le replicó que si él le tuviera que presentar a la suya lo haría diciendo lo mismo: "mi mujer". ¿Cómo, el embajador de España? reaccionó extrañadísimo el presidente.
Jilguero.
Acaso suceda con "mi mujer", lo que con "mi pueblo", que expresa más que ella es mía, que yo soy de ella.
Jilguero (perdón porla insistencia).
La insistencia es un regalo. Muchas gracias. Sobre todo, qué espléndido comentario el de mi renuncia retroactiva, que de un plumazo ha elevado mi entrada. Te lo agradezco mucho.
¡oh! la señora de tus pensamientos es otra cosa.
Es que entre mi señora y la parienta no encuentro gran diferencia.
Mujer me parece una palabra preciosa. Y al añadirle el posesivo, además, se vuelve única.
¿Y qué te ha traído a la memoria esa "beauty of County Galway"?
Ah, BV, me has dado. No lo decía porque guardaba la cosa para un artículo sobre el particular, llamado "Botica y biblioteca": como Chesterton es un revitalizante, Proust es mano de santo para la memoria. Uno le va leyendo entre imágenes de su propio pasado que tiene que ir apartando cada dos por tres.
Necesito Proust entonces.
Mi señora, es claro, sólo se puede utilizar ironicamente. Así lo entendí antes del cambio.
A proposito de esta entrada, te cuento un chisme, que me hizo taco de gracia, sobre tí, esa època y esos sitios. Me comentaba una amiga que te conoció por entonces en tierras británicas, y decía:Ah, sí, sí, era alto y delgado, y se parecía a un artista de cine (me dijo el nombre, pero no lo recuerdo) R: Gere? Bra Pitt?, no sé, que Leonor te saque de dudas. Es un buen cotilleo ¿no?. (que lo publiques o no lo dejo a tu elección. Tiene su punto)
¡Cómo no lo voy a publicar, si era alto y delgado...!
La vida depende de detalles tan pequeños y de circunstancias tan impredecibles que pensarlo mucho hace que te vuelvas loco. Borges habla de algo de eso, ¿no? Boh.
A mí me pasó algo parecido pero era un pueblo de Ávila y la chica iba en bici.
"Pero sus ojos estaban a mi altura" es muy bonito.
Para Ignacio Trujillo: el artista al que se parece D.Enrique, y viceversa, es Harrison Ford.
¿Cómo se desarrolla lo de los posibles futuros renunciados? ¿Se puede encontrar en algún poema de Miguel d'Ors? Muchas gracias, Enrique.
Publicar un comentario