domingo, 5 de agosto de 2018

Fotogenia



Salir tan mal en las fotos no me inquieta. Con no fotografiarme, ya está. Es una vacuna contra la fiebre de los selfies y eso. Un memento mori sin necesidad de calavera. Hasta ahora lo único malo eran esas fotos que por retratar un momento bonito o memorable no quisiera yo estropear, pero estropeo.

Sin embargo, incluso en esas acabo de descubrir un valor a mi poca fotogenia. Un recordatorio de que, si algo está mal en el mundo, soy yo. Un signo de mi responsabilidad. Las fotos me lo impiden: no puedo hacerme el inocente.

Bien.


1 comentario:

Josefina dijo...

¡Ah, pero qué bueno! Lo adopto. Y lo sumo a las meditaciones que hago sobre la humildad.

(También adoptaré el "no soy un robot", que me cansa,jajaja).