miércoles, 20 de junio de 2007

Amnistía Particular

Cuando Manuel Borrás empezó a contarme las grandes satisfacciones que le ha dado su trabajo al frente de la editorial Pre-Textos, ya suponía yo que entre ellas no iba a estar la publicación mi primer libro de poesía, allá por el año 1997. Pero no me esperaba lo que me contó. En México, un escritor yugoslavo exiliado decidió suicidarse. Una locutora de radio consiguió su teléfono e intentó disuadirle durante horas. Al fin, sin argumentos, agotada, para ganar siquiera unos minutos, abrió el primer libro que encontró a mano y le leyó una página al azar: era un poema de W. H. Auden. Esos versos le conmovieron. Llorando de gratitud y de alegría, decidió vivir. El libro había sido publicado por Pre-Textos.

Haber salvado la vida de un desconocido de forma muy indirecta —Borrás no era el poeta, ni el traductor, ni la tenaz locutora— es el primer ejemplo de la dignidad de su oficio que se le viene a la cabeza al editor que ha sacado a la luz centenares de libros hermosísimos de autores indispensables, además de otros tantos de ilusionados noveles como lo fui yo. El hecho es —no me lo negarán— ilustrativo del valor supremo que damos a la vida humana. Con un gesto que recuerda a los que se tiran a un río para rescatar a un suicida, Manuel Borrás sitúa en segundo plano todos sus méritos profesionales ante la vida de cualquier hombre.

Después de oírle, si me preguntasen a qué aspiro como escritor, contestaría que también a salvar a alguien, aunque desconocido y aunque fuese de forma interpuesta. Por eso, a pesar de que acabo de enterarme de que Amnistía Internacional va incluir programas de fomento del aborto entre sus actividades, he preferido no dedicar esta columna a denunciar la hipocresía de quien defiende los derechos humanos y condena a los más indefensos. Ya tendré otras ocasiones de clamar en el desierto.

Hoy quiero, como aquella afónica locutora mexicana, dirigirme a una persona en concreto, que no conozco. Si cruzamos estadísticamente la cifra de lectores del Grupo Joly, que alcanza a centenares de miles de andaluces, con los crecientes números del aborto en España habrá entre quienes me leen, seguro, alguna persona que esté planteándose la posibilidad de abortar. Querría decirle solamente que ningún problema puede arrancarle su privilegio único: la oportunidad de otorgar una amnistía particular. De salvar una vida con una intervención más decisiva de lo que nunca pudieron W. H. Auden o aquella locutora incansable o el editor Manuel Borrás. Desde aquí, puedo prometerle que verá lágrimas de alegría como aquéllas y mejores y muchas veces en el rostro de su hijo. Y en el suyo.
[Grupo Joly]

19 comentarios:

Dal dijo...

Precioso, magnífico, sublime, emocionante. Dios quiera que además sea eficaz.

Anónimo dijo...

Lo del suicidio evitado me conmociona. No me extraña que Manuel Borrás te lo contara...

Agus Alonso-G. dijo...

Brillantísimo.

(Ya siento cooperar al coro de laudas tan denostado por tus amigos poetas, pero en este caso no puedo ni callarme ni decir otra cosa).

Corina Dávalos dijo...

Qué bonita anécdota. Y que loables tus intenciones como escritor, ya para empezar 8o para seguir)en esta columna. Ojalá tu artículo se encuentra a muchas desconocidas desconsoladas y les anime a apostar por la vida.

Anónimo dijo...

Qué sencilla y qué grande aspiración literaria, la tuya.

Anónimo dijo...

¿Por cierto, sabemos cuál era el poema de Auden?

Anónimo dijo...

¿¿centenares de miles de andaluces??

Anónimo dijo...

¿Como pueden mezclarse los conceptos "fomento del aborto" y "amnistía"?Bueno,ya para acabar de ser hipócritas...que incluyan la palabra "caridad".

Anónimo dijo...

Bravo por, Auden, por Borrás, y por la mexicana cuya sensibilidad inteligente salvaron una vida.

Aquilino Duque dijo...

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es lo primero que invocan los etarras y sus abogados cuando les echa el guante la Justicia. Los derechos humanos como en el caso del aborto son todo lo contrario de los derechos naturales, como el derecho a nacer. También prefiero se portador de valores eternos a ser agente de valores de cambio y bolsa.

Anónimo dijo...

Que Dios te bendiga.
Que te lea, que le llegue. Ni una sola mujer embarazada desea abortar, lo que pide a gritos es ayuda. En cada aborto hay una petición de ayuda desoída, un socorro negado, no hay más que desentendimiento que se disfraza de solidaridad con la peor de las hipocresías.

E. G-Máiquez dijo...

Así es, Aquilino, desde luego.

El poema de Auden no lo recordaba Borrás, lo que no deja de tener su coherencia con la historia y de darle cierto encanto añadido. Con todo, a mí también me gustaría saber cuál es: nunca está de más tener un reanimante así a mano.

Centenares de miles de andaluces, dubitativo anónimo. Lo dice el EGM, que no soy yo, ojo:"Los periódicos del Grupo Joly han alcanzado una audiencia conjunta de 515.000 lectores en la segunda oleada de 2006 del Estudio General de Medios". Otra cosa es que no todos lean mi columna, naturalmente.

E. G-Máiquez dijo...

Muchas gracias a CB y a todos por los comentarios y por compartir el deseo de que el artículo llegue, de que sirva.

Anónimo dijo...

¿Y que es la Conciencia sino una verdulera charlatana? W.H.A.
Delicadisimo problema en el que los varones no se si tenemos algo que decir.

Anónimo dijo...

Hay sitios como la Fundación Vida donde están dispuestos a ayudarlas de verdad (me sublevan los lobos vestidos de cordero, todos esos "solidarios" dispuestos a "echar una manita" para quitarse el problema de en medio...), donde van a ocuparse de ellas durante el embarazo y después, cuando tengan el niño, hasta que puedan salir adelante. Que hablen simplemente antes de tomar una decisión, que cuenten qué les preocupa y sepan que no están solas. El teléfono de FV es el 91 523 32 64 y tienen página en Internet.

Anónimo dijo...

Es que si los escritores no servís para estas cosas, ¿para qué diantres servís? (con perdón) Brillante entrada

Juan Ignacio dijo...

Conmovedor artículo.

Y garrafal olvido, siempre lo dije, en la "lista de derechos humanos"...

Anónimo dijo...

Anónimo, el problema no es delicadísimo, ni complejo; es simple: si las mujeres pueden opinar e incluso luchar por salvar la vida de las ballenas, de las focas o de lo que sea, los varones por supuesto que tenemos derecho a defender la vida de nuestros hijos.
LM

E. G-Máiquez dijo...

Anónimo del delicadísimo problema y la conciencia verdulera, hay que tener cuidado con el anónimo LM que no se muerde la lengua, incluso fue el único que notó algo extraño en la entrada PLAgio. La contestación de LM es exacta y simple como el problema: tenemos el derecho y el deber de luchar por la vida, aunque seamos sólo hombres.