domingo, 14 de junio de 2009

Haiku fashion

Los que amamos los haikus tenemos que prepararnos para lo peor, porque se han puesto definitivamente de moda. Hablábamos de moda, qué ingenuos, hace unos años, cuando sólo era entre poetas. Lo de ahora es bastante más grave. La prueba irrefutable de su celebridad completa es que una editorial dedicada al escaparate y a la actualidad, Temas de hoy, ha publicado un libro de haikus de Federico Jiménez Losantos, que no sé si os suena, pero que es un periodista bastante popular. El libro se titula La otra vida, el autor "se siente [sorprendentemente] cerca de la idea de lo sagrado en el haiku que Vicente Haya describe es sus antologías y ensayos" (p. 12) y tiene uno bueno:


El haiku, luz en la luz,
ilumina
lo que parecía claro.
Yo soy partidario de no tenerle miedo a las modas. También el soneto estaba de moda en el siglo XVI y fijaos, oh lectores, qué sonetos dio de sí el XVII (y el XX). La comparación está avalada por Octavio Paz que insistía en que el haiku es el soneto de oriente y por José Luis García Martín que recuerda que es el soneto de los vagos.

Esto de las modas, además, es engañoso a más no poder. No sé cuántos años hace qué José Cereijo dio su ramillete de haikus (son 12) a Abel Feu para que lo sacara en la colección de Los papeles del Sitio. Entre unas cosas y otras, se fueron sumando retrasos y han ido saliendo haikus a mansalva de unos y de otros. A mí me llegó el cuadernillo anteayer, en pleno empacho de haikus jimenezlosantianos (son 138). Pero éste, por eso ¿tiene menos dolorido sentir, es menos hermoso acaso?:


Pequeña flor
¿cómo cabe en tu aroma
tanto pasado?
Y ayer le leí a Vicente Núñez uno críptico y lúcido, escrito hace tiempo, por lo menos antes de 2002, por razones obvias, pero leído ayer, en plena vorágine, y qué importa:


No existen. ¿Dónde
sino en mi corazón
iban a estar?
Es muy curiosa la novedad tipográfica con que adorna los suyos Juan Bonilla, recogidos en la antología Defensa personal. Mantiene los tres versos, pero los escalona. Veamos un ejemplo, que es, de paso, un haiku juguetón y nostálgico, que eleva la mirada:

En el tejado

..................... la pelota embarcada

...........................................................sueña un partido.

Que yo sepa, es la primera vez que se presentan así en España. Andrés Trapiello, en la edición acorde de La Veleta del maravilloso Diarios de un holgazán, de Frutos Soriano, los va escalonando en la página, pero los haikus enteros, no sólo los versos. Sospecho yo que el afán de Bonilla es que los leamos casi como un único verso, como hacen los japoneses. Así subraya que lo importante es el número de sílabas y no el salto de líneas (y qué bien le habría venido esa lección, amén de las de Haya, a Federico Jiménez Losantos, por cierto). Pongo una muestra japonesa de Shuoshi (que no traduzco porque no lo consigo ni de la versión inglesa de R. H. Blyth, y mira que llevo meses intentándolo):

Zesukirishito .....fumare fumarete..... usetamaeri
Pero incluso cuando no se busca ninguna novedad, ni siquiera tipográfica, los haikus buenos saltan a la vista. De Miguel Agudo suelen preferir los lectores éste:

El camión de la basura
va recogiendo
la madrugada.
Yo, sin hacerle ascos al camión de la basura, me quedo con

Tarde tras tarde,
aleación de anciana
y mecedora.
Me quedo con él por su ternura, por su arrebato visual, por el prodigio de sus aliteraciones, por la juventud de la mirada del autor concentrada en la palabra "aleación" que se funde con "anciana" y, por contagio" con "mecedora", por la sensación que trasmite del paso del tiempo...

Si el haiku se pone de moda, bienvenido sea, nosotros nos arremangaremos. ¡Cuánto trabajo nos queda, separando el trigo de la paja, la paja del ojo ajeno y la viga del nuestro, etc! El haiku es el soneto del vago, eso lo sé por experiencia, pero al lector, en cambio, le exige un montón, ¿verdad?

Pero es un trabajo muy bien pagado.

10 comentarios:

s dijo...

Muy buena entrada. Llevo leyéndole bastante tiempo, pero no me había decidido a dejar ningún comentario. Algunos dicen que el haiku es como una foto de la naturaleza, pero si acaso tiene algo de eso, no es sólo eso ni mucho menos. El otro día leí que el hacedor de haikus verdadero (creo que se dice Haijín)estaba unos dos o tres años preparándose (corporal, espiritualmente) para escribir un haiku. También, evidentemente, nos hace falta un conocimiento más profundo de la tradición japonesa. Aunque me ha gustado mucho esa definición de García Martín: el soneto del vago, ...jajaja. También me han gustado los ejemplos que pones, alguno lo conocía, como el de Bonilla.

Un saludo.

Adaldrida dijo...

Jo...der, Enrique, se me acumulan tus entradas buenas y me ansio, como dicen en el barrio. Que vengas los haikus. Yo sólo llegué a escribir tres, me parece.

ACdR dijo...

Qué bueno, Enrique, esta entrada es todo un ensayo. Por completar, en esto de la moda del haiku supongo que algo han tenido algo que ver los estupendos portales web dedicados a esta forma en castellano, como www.paseos.net o www.elrincondelhaiku.org. Saludos cordiales, A.

Jesús Sanz Rioja dijo...

¿Del vago? Hombre, si a cualquier cosa de tres líneas lo llamamos haiku, sí. Pero a lo mejor con el haiku hay que ser más exigente que con el soneto.

Luis dijo...

Pues yo, que me siento un negado considero una tarea hercúlea escribir haiku o soneto. Y es que donde no hay inspiración ni talento ni tres líneas salen. Pero bueno Enrique, aunque te obligue a trillar la suerte de las modas esta en que hasta al burro le suena la flauta y algún destello puede surgir. Para compensar el trabajo extra, si publicas el texto, yo me ofrezco a ayudarte con las traducciones (del ingles al español que no doy para más). Que como explica Vicente Varó en su nuevo blog, esto de la inteligencia colectiva es oro puro.

Un abrazo

ACdR dijo...

No me puedo resistir, Enrique, y abuso de tu hospitalidad para desahogarme. Haikus por aquí, haikus por allá, y yo creyéndome un pedante porque un día leí que en japonés la palabra para haiku en plural es la misma que en singular: haiku. Así hasta que esta tarde me he llevado un alegrón de campeonato al encontrarme, sin previo aviso, con la nueva antología poética de Miguel d’Ors en Renacimiento: El misterio de la felicidad. Y no sólo porque tiene el tamaño perfecto para hacerme compañía a diario. La compro, la abro, y en ese pedazo de poema que es “Lo mejor que me queda” descubro que él, “en noches secretas, corregía/ las apacibles sílabas/ de sus haiku”. Bendito sea.

E. G-Máiquez dijo...

Luis Pa, mañana intentaremos la traducción. Gracias por el interés.

E interesante cuestión propones, AR. A mí me suena más natural decir haikus, pero estoy dispuesto a cambiar de opinión, por supuesto.

El mismo lío hay con los espaguetis, y yo no digo nunca un espagueto, la verdad, ni un plato de espagueti, sino de espaguetis. ¿Qué dictará Lázaro Carreter, Dios mío?

E. G-Máiquez dijo...

Ah, Luis Pa, lo de los versos más míos no es mío, naturalmente. Se lo he expropiado a d'Ors.

Antonio González dijo...

Como soy torpe (intellegenti pauca), no sé de haikus. No obstante hay uno que me gusta mucho, y que he comentado en varias ocasiones. Herme G. Donis es su autora. Lo copio aquí:
Dulce aguacero:
cada gota de lluvia
dice tu nombre.

Dolores dijo...

¡Vaya! Yo intenté hacer uno del insomnio y el camión de basura, y me voy con el regalo de que "los versos más míos, los han escrito otros" expropiado a d'Ors. O el "leemos para saber que no estamos solos" en Tierras de penumbras :O