lunes, 12 de febrero de 2018

Imagen oxidada


En la cena del pescaíto frito, mi viejo amigo me enseñó su despacho. La casa estaba perfecta. Si hubiese aparecido el fotógrafo de una revista de decoración, se podría haber puesto a hacer fotos inmediatamente, sin tener que retocar nada. Su despacho no estaba tan redondo, pero mucho mejor que el mío. La imagen vino después. Me enseñó sus espadas de esgrima: una espada propiamente dicha, un sable, un florete... 

Estaban ostentosamente oxidados. Tuve una fuerte impresión cervantina. Y luego melancólica, si me permiten la redundancia. ¿Por qué lo que es más noble se oxida siempre antes y más?

Aquel florete, touché, me atravesó el corazón.


1 comentario:

Ander dijo...

¿Porque lo noble, debido a su dependencia de lo trascendente, sufre en mayor medida la acción corruptora del tiempo?

Un abrazo