jueves, 24 de enero de 2019

Cojones


A la salida de misa con un amigo hacemos repaso del estado de salud de amigos, conocidos y saludados. Entonces me cuenta un recuerdo de hace años. Su padre, un señor almirante, estaba ya muy enfermo y mi amigo, en esa misma iglesia, empezó a rezar para que no sufriera, que había sido muy bueno siempre, y que tampoco necesitaría purificar tanto. Entonces, siguió mi amigo, abrió los ojos, y al ver al Cristo crucificado del altar, emocionado, viendo que Dios Padre no había dejado que pasara ese cáliz, no se atrevió a pedir ya esa comodidad.

Luego se lo contó a su padre: «... y cuando vi al Crucificado, papá, ya no tuve cohone de pedírselo».

El padre le respondió: "Pues ten cojones".


5 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

La historia es estupenda al menos por dos razones, pero yo las veo tan claras que no las explicaré. Si alguien quiere, lo hago en comentarios, aunque no hará falta.

Riforfo Rex dijo...

A mí me parecen de un ejemplo de honestidad tanto por parte del orante como por parte del padre. (el orante más porque su honestidad apunta dos sentidos contrapuestos)

Unknown dijo...

Sí por favor, explícalas!!!
La historia me recuerda a mi madre cuando estaba ya muy malita. Habría dicho lo mismo

E. G-Máiquez dijo...

Me encanta, Ana, aunque tú lo sabes por varias razones, una por el cuerpo, otra por el intelecto y otra por el espíritu, además de la diferencia de acento entre el padre madrileño y el hijo andaluz, y lo que esa diferencia de acento conlleva. Pero vamos a los motivos

1- Un padre, explícita o implícitamente, tiene que decirlo eso a su hijo varón. Es un mensaje, casi una herencia.

2- Por lo intelectual, supone cierto rechazo al manierismo espiritual de hacer volutas sentimentales. Corta por lo sano, diríamos.

Y 3- En lo espiritual, viene a decirnos que los sacrificios y la santificación del dolor hay que hacerlas en carne propia. No endosárselas al prójimo. El argumento de mi amigo era perfecto, si fuese él el enfermo.

Unknown dijo...

Bravo!!!!!
Sólo tenía clara la tercera, pensando en mi madre, precisamente.
Mil gracias