sábado, 16 de septiembre de 2006
Fe y razón; la rabia y el orgullo
Qué melancólica casualidad que hayan coincidido en el tiempo la muerte de Oriana Fallaci y esta reacción en el mundo musulmán contra unas palabras del Santo Padre. La escritora se indignó a veces con la postura conciliadora de la Iglesia ante el Islam, pero reconoció que leyendo al cardenal Ratzinger se sentía menos sola. Hoy habría —o habrá— visto que para hacer frente a los fanáticos no hace falta dejar de ser conciliador, basta con desarrollar un pensamiento coherente y mantenerlo. Pero hay que mantenerlo: aquí ya protesté cuando algunos se rasgaron las vestiduras y dieron un pasito atrás por un chiste dantesco. Hoy no quiero dejar de rendir mi homenaje a Fallaci, al docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo y a Benedicto XVI , difundiendo a voz en blogg el pacífico mensaje del Papa: "La difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional".
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9 comentarios:
Gracias Enrique por el link!
Saludos a tu Sra. o mujer, como tú dices, la primera lectora de tu estupendo blog!
Voy a seguir poniendo información acerca de lo que se diga. Me interesa sobremanera destacar lo que diga el Vaticano, porque sé que no tendrá demasiada repercusión en los medios tradicionales.
Lee si quieres, lo que dijo el imán de Leipzig, está en un artóculo de ayer en mi blog.
Muchos saludos y gracias!
Las gracias para Marta y el por favor para Miguel Ángel. Para ella, por el espléndido seguimiento de la visita alemana de Benedicto XVI. Para él, por si anima a hacernos ese análisis del mundo musulmán, que nadie podría hacer con más conocimiento de causa. Los abrazos para todos.
Siento desviarme de la línea de Miguel Ángel, pero mi opinión es que si la décima parte de los musulmanes que claman contra el Papa, clamaran con la décima parte de ira contra la décima parte de las decapitaciores que se hacen en nombre de Alá...la maldad en el mundo sería, al menos, la décima parte de la que es.
Y todo porque no soportan que nadie, y menos un Papa, diga la verdad. Espero que Ratzinger no se humille a sí mismo y a toda la cristiandad (entiéndase en sentido "Orianafallacico", es decir, incluyendo también a los ateos-cristianos), sería una tremenda decepción.
Esta mezcla de Oriana con Benedicto XVI tiene dinamita, entre otras razones porque Oriana Fallaci era una racista de las que
dicen: "Soy racista, ¿y qué?", y Benidito XVI no lo parece. A
muchos católicos no les agradaría esta asociación.
Que el fundamentalismo islámico es una lacra, y su mezcla de religión y violencia es deleznable lo reconoce hasta el mismísimo Juan Goytisolo. El problema está en que el Papa no ha sabido decirlo, y ha elegido una forma bastante desgraciada. Reproducir las palabras del emperador bizantino: "Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba", lleva irremediablemente a despertar los fantasmas del enfrentamiento religioso.
El espíritu crítico de la Iglesia es bastante escaso, y por ende, le resta credibilidad, y coherencia. No se puede recurrir al siglo XV y decir: "La difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional", cuando por entonces se luchaba contra los árabes en la peninsula, o se conquistaba América con la cruz.
El Papa tendrá que disculparse por su torpeza (o por su mala intención), y esperemos que un diez por ciento del diez por ciento del mundo islámico se manifieste contra el fanatismo...
El mayor fanático es aquel que nunca ha salido de su borbuja, el que nunca lee, el que no viaja.
Hay que ser muy fanático para interpretar las palabras del Papa como un ataque a la religión islámica, porque es todo lo contrario.
No se me había ocurrido relacionarlo, gracias porque da qué pensar. No he leído tanto a Falacci como para poder disentir de Jean-Marie. Sí conozco el discurso del Papa y no veo ningún asomo de mala intención (que hay que ser temeario para juzgar aquello) ni tampoco de torpeza. El Papa hablaba para universitarios, menciona sobre todo a filósofos y teólogos en el contexto de la investigación racional acerca de la fe. En ese contexto, acudir a una fuente del s. XIII o XVI es adecuado, entre otras cosas porque el diálogo racional entre personas de distintos credos conoció entonces una de sus mejores épocas. (Vease la escuela de traductores de Toledo, por ejemplo.)
La mezcla es explosiva, desde luego, pero no la ha hecho el Papa, sino la pura coincidencia de las fechas y la volatilidad anímica de los musulmanes por un discurso que tiene usted, Jean Marie, que leerse mejor. El espíritu autocrítico de la Iglesia, sin llegar a los extremos autodestructivos que quisieran algunos, es notable. Por ejemplo, hase arrepentido de las cruzadas y de toda violencia que hubiera en la Evangelización de América. Yo, personalmente, veo muy oportuna la cita del docto emperador Manuel II Paleólogo, y no sólo por el sabio motivo de diálogo intelectual que subraya AnaCó, sino porque de seguir así acabamos en el siglo XIII...
La cita de Manuel II el Paleólogo será del siglo XV, ¡pero es que parece de hoy mismo!
Cuando escribo esto me llegan noticias de iglesias incendiadas y de una monja católica muerta.
Y el Papa hoy en el Ángelus no ha hecho referencia a esto; al contrario, parece que pidiera perdón.
Lo que el Papa debiera haber dicho es: "si de verdad no queréis imponer la religión por la violencia, demostradlo: permitid la libertad de cultos, dejadad de perseguir a los "infieles", etc..."
Pero, ¿quién soy yo para decirle al Papa lo que tiene que decir?
Ahora que...
Peço licença para deixar aqui um comentário na formosa língua de Camões :
Oriana Falacci disse, porventura de mais, aquilo que outros dizem de menos. Nalgumas coisas, terá exagerado, mas, no geral, todo o seu veemente grito, para estancar a onda de obscurantismo que o Islão fundamentalista, o único que se faz ouvir, representa para nós. Inteiramente esse grito se justificou, pelo rumo ameaçador que aquela onda foi tomando cada vez com maior nitidez, para todos os que prezam os valores do Ocidente, discutíveis, precários, por vezes, mas muito preferíveis àqueles que fanáticos dementes nos querem impor.
É claro que Oriana Fallaci nunca foi fascista, antes creio que andou pelo socialismo, pertenceu a grupos de inspiração marxista, igualmente ameaçados pelo fanatismo islãmico, apesar da sua ilusão política, que toma aquele por aliado, nas suas obsessões anti-americanas.
Era uma mulher de coragem, disso não podem restar dúvidas. O seu livro «A Raiva e o Orgulho» custa a ler, não por ser fascista, mas por entrar como uma espada afiada na nossa incomodada consciência cívica. Desafortunadamente, uma terrível doença haveria de calá-la para sempre. Esperemos que a sua luta tenaz, para contrariar esta tentativa de regresso às trevas, não tenha sido em vão. Paz à sua alma.
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